Evasión
Andrés Arconada recomienda 'El vigilante nocturno: demonios heredados', terror más allá del cine adolescente
- Nikolaj Coster-Waldau ('Juego de Tronos') protagoniza la secuela de un éxito del género
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Andrés Arconada
Antes de nada, tengo que dejar claro que no me gustan las películas de terror al uso. Es decir, aquellas en las que vale todo, incluida la sangre a borbotones, distintas formas de desmembramientos, música a todo volumen para sufrir el susto que a buen seguro si la viésemos sin sonido no nos produciría el mismo efecto. En fin, dicho esto, sí me gustan las películas imprevisibles con grandes dosis de suspense y que me conducen o me llevan a la angustia y al susto por su temática y su forma.
Hace 30 años se estrenó El vigilante nocturno, una película danesa dirigida por Ole Bornedal que tuvo un éxito internacional sin precedentes, tanto que el propio director dirigió también la versión americana que dio grandes beneficios en taquilla. La original la interpretaba un joven de 24 años que respondía al nombre de Nikolaj Coster-Waldau, hoy toda una estrella gracias a Juego de Tronos donde daba vida al complejo Jaime Lannister.
Para esta ocasión, en El vigilante nocturno: demonios heredados, vuelve a retomar su papel original de aquel muchacho que para pagar sus estudios aceptaba un trabajo como vigilante nocturno en un depósito de cadáveres donde sería acosado por un asesino en serie, que acababa con un tiro certero al criminal por parte del mejor amigo del protagonista. Han pasado los años y la hija de ese joven vigilante, también ha crecido. Estudia medicina y empieza a obsesionarse con esos hechos que sucedieron en el pasado y que le han afectado durante toda su vida. Primero, el suicidio de la madre, del que fue testigo, luego la degradación física y mental de su padre, al que apenas puede ayudar, y el descubrimiento de que el autor que provocó esos acontecimientos está vivo en un hospital psiquiátrico de alta seguridad, porque sobrevivió al disparo.
Para superar sus angustias aceptará un puesto de vigilante nocturno en el depósito de cadáveres de la universidad donde estudia, el mismo escenario en el que sucedieron todo tipo de acontecimientos. Pero claro, no habría suspense ni terror si no pasara algo, y es que un asesino en serie aparece en escena cometiendo con el mismo modus operandi que recuerdan sobremanera a los cometidos hace décadas.
Una secuela más previsible
Imagino que los fans vivirán con entusiasmo, junto con la protagonista, esta compleja historia llena de giros. El mayor miedo de este film no está sólo en la amenaza constante del asesino, sino en los traumas que arrastran los personajes. ¿Es mejor que la primera? Evidentemente no. El planteamiento de la película original nos agarraba desde el principio y en ningún momento podíamos imaginar cómo acabaría. En su secuela todo es más previsible y el factor sorpresa sólo se produce en el tercio final. No obstante, está tan bien interpretada y lo que nos plantea se sigue con tanto interés que hace que sea muy disfrutable de principio a fin.
Este tipo de terror sí me gusta, ya que no está hecho sólo para un público adolescente olvidándose del adulto que puede disfrutar también con este género ya que va más allá del puro grito o susto musical adentrándose en una historia de personajes. Por todo esto la recomiendo.