Especial medio ambiente

El súper se sube al carro del reciclaje y el consumo responsable


    Javier Romera

    La industria española de alimentación y bebidas se ha sumado al reto de la economía circular. La reducción del consumo de plástico, el reciclaje, la eficiencia energética, el ahorro de emisiones del transporte...son los grandes retos de un sector que ha apostado de forma clara y decidida por la sostenibilidad medioambiental.

    De acuerdo con los últimos datos de Ecoembes, las empresas del sector han implementado en las últimas dos décadas más de 45.000 medidas de prevención, incidiendo en aspectos como la eficiencia, el peso, el diseño, el volumen de ocupación y la reciclabilidad o reutilización de los envases.

    Con ello, durante este tiempo se ha logrado así que sean hoy un 18% más ligeros, lo que ha permitido dejar de usar más de medio millón de toneladas de materias primas. "Solo desde 2015 un total de 2.179 compañías han implementado más de 8.600 medidas de ecodiseño, lo que demuestra la importancia que tiene la prevención de cara a los valores que representa la economía circular", aseguran en Ecoembes, la sociedad que gestiona en España el punto verde y los sistemas de reciclaje

    En el sector del gran consumo existe el temor de que el Gobierno del PSOE intente implantar en España el sistema de depósito de envases, conocido como SDDR, que obliga a pagar una fianza por los mismos en el momento de la compra del producto y hasta su posterior devolución. En un sistema promovido por la empresa noruega Tomra, que ha fracasado, sin embargo, en la mayoría de países, y que solo está vigente en Alemania y Noruega.

    En Europa, de hecho, el 95% de los envases son reciclados por sistemas de contenedores similares al de España. En este sentido, tras valorarlo, su implantación se ha desestimado en Francia, Italia o Gran Bretaña. Y eso, al margen de Holanda, donde se ha aprobado su desmantelamiento.

    Ley de Envases

    En España, la Ley de Envases de 1997 permitió la creación de dos entidades sin ánimo de lucro para gestionar de forma colectiva la recuperación y el reciclaje, y cumplir así con los objetivos fijados por Europa. Ecoembes se encarga así de los envases de plástico, papel y cartón, y las latas y briks, mientras que Ecovidrio asume el reciclaje del vidrio. Ambos firman convenios con los ayuntamientos para la financiación y organización de la recogida separada de los residuos, principalmente a través de contenedores, y su valorización.

    "En Ecoembes creemos imprescindible terminar con el sistema de producir, consumir y tirar, y pasar a un modelo circular, en el que todo se aprovecha y los residuos son considerados recursos. La necesidad de abogar por una generación y un consumo responsable se hace cada vez más necesario para un planeta que aspira a mantenerse en el tiempo y de cuyos recursos llevamos abusando desde hace décadas", asegura Óscar Martín, director general de Ecoembes.

    Plan de acción

    De hecho, así lo ha entendido la UE, que en 2015 marcó un punto de inflexión con la creación del Plan de Acción para la Economía Circular, impulsando un modelo donde se minimiza el uso de recursos, se recuperan los materiales para darles segundas vidas, se reciclan los residuos y se apuesta por un consumo responsable.

    Es una legislación con ambiciosos objetivos en gestión de residuos: en 2025 habrá que reciclar el 55% de los residuos urbanos y, en 2035, el máximo de residuos que lleguen al vertedero no podrá superar el 10%, lanzando un mensaje de que debemos ver los residuos como recursos. En España, el reciclaje de envases domésticos no ha parado de crecer y el último año se recicló un 3,5% más, hasta un total de 1,39 millones de toneladas. Cada ciudadano depositó 13,96 kilos de envases de plástico, metálicos y briks en el contenedor amarillo, un 5,76% más, y 16,1 kilos de envases de papel y cartón en el contenedor azul, lo que supone igualmente un 3,87% más.

    Ecoembes calcula que el 80% de los envases que gestiona procede del sector alimentario y recuerda que los residuos que gestiona son los más se han reciclado en nuestro país. "Estamos 20 puntos por encima de lo que la Unión Europea pide para 2025, lo que indica que los envases no van a ser un problema para que España alcance los objetivos de reciclaje".

    Lucha contra el plástico

    Otro de los grandes retos en el supermercado en la lucha por la sostenibilidad está en la reducción del consumo de plásticos. La Comisión Europea presentó el pasado mayo una propuesta de Directiva para reducir el uso de los 10 productos fabricados con este material que se encuentran con más frecuencia en las playas y mares del Continente. Es una escaramuza más en la contienda que comenzó en 2015 con la Directiva sobre las bolsas de plástico.

    Esta norma acaba de ser transpuesta en nuestro país donde, desde julio, los comercios tienen la obligación de cobrar al consumidor las bolsas de plástico a un precio de entre 5 y 15 céntimos cada una. Un paso previo a la prohibición total en 2021 de todas las que no sean biodegradables.

    Afecta a todos, pero el campo donde se libra gran parte de esta batalla está en el supermercado. Lidl, por ejemplo, ya ha empezado a suprimir la venta de bolsas de plástico de todos sus establecimientos en España. De hecho, ha ido incluso un paso más allá y ha anunciado que dejará de vender artículos de plástico de un solo uso en 2019.

    Desde la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (Asedas) señalan, en este sentido, que desde 2009 los súper han reducido ya en más de un 85 por ciento las bolsas de plástico de un solo uso, una cifra que según la Asociación de Fabricantes y Distribuidores Aecoc se eleva incluso hasta el 90 por ciento. "Los supermercados españoles hicieron hace tiempo el esfuerzo de reducción que ahora se pide", explica el director general de Asedas, Ignacio García Magarzo, de manera que hoy solo se adquieren en uno de cada tres actos de compra y en menor cantidad que antes. Hasta el punto de que dos tercios de los consumidores no las usan. "Hicimos esa reducción, pero nadie nos dijo cómo. Esa fue la clave del éxito, porque cada empresa adoptó las medidas que consideraba adecuadas a las necesidades de sus clientes", subraya García Magarzo.

    Materiales biodegradables

    El siguiente paso será con las bolsas de sección, las que se usan en frutería, pescadería..., que deberán ser sustituidas por compostables -degradables- en 2021. Aquí, sin embargo, surge un problema distinto. Y es que estas bolsas tienen un alto porcentaje de un biocomponente, normalmente patata o maíz, por lo que pueden convertirse en abono en una planta de compostaje, pero para ello deben ser correctamente desechadas en el contenedor marrón.

    Por eso la normativa fija la implantación de estas bolsas de manera conjunta a la plena instauración de la recogida separada de la fracción orgánica de los residuos municipales, para evitar que se puedan mezclar con otros flujos de residuos.

    "En el caso de las bolsas de sección estamos comprobando el coste que puede tener, también se trabaja en materiales porque la alternativa de la bolsa de plástico en las secciones no es igual para la fruta que tiene cáscara que para la que no, para el pescado, etc.", señala Garcia Magarzo. El debate en este punto también se establecerá entre las autoridades de medioambiente y las de salud pública, que se encargarán de señalar qué materiales son los adecuados.

    Pero además de Lidl, también otras muchas empresas se han puesto las pilas en este mismo sentido. Starbucks, por ejemplo, ha anunciado ya que dejará de usar las pajitas de plástico en sus establecimientos en 2020, ofreciendo una tapa reciclable inspirada en las de las tazas y recipientes que usan los niños pequeños para aprender a beber. Y de forma similar McDonald's está probando también ya las pajitas de papel en sus locales británicos.

    Asimismo, Nestlé y Unilever se han comprometido a que sus envases serán cien por cien reciclables o reutilizables en 2025. La norma europea obligará también a que se recoja el 90 por ciento de las botellas de plástico, por ejemplo, con sistemas de consigna.

    Transporte y energía

    La apuesta por el medioambiente de la distribución comercial y la industria alimentaria pasa por ser más eficientes igualmente en el transporte y energía. En este último punto, los supermercados de Asedas han realizado inversiones tanto en mejoras de adaptación como en nuevas aperturas bajo conceptos ecosostenibles que han superado los 500 millones en 2017, el doble que el año anterior. La eficiencia energética es la prioridad de estas actuaciones con una media de ahorro del 40%. Actuaciones que también llegan a suponer una reducción de la huella de carbono del 25% con respecto a una tienda tradicional.

    En transporte hay iniciativas como la de Eroski, que reparte en bicicleta las entregas del servicio a domicilio para las compras online en las zonas con restricción de acceso de Pamplona y de Vitoria. Carrefour por su parte, fue la primera en incorporar una flota de camiones de gas natural comprimido. La Unión Europea tiene como objetivo reducir las emisiones de los gases de efecto invernadero procedentes del transporte un 60% en 2050 respecto a los niveles de 1990.

    Desde Aecoc, su responsable de Transporte, Marc Nicolás, señala que lo primero que deben hacer las empresas antes de lanzarse, por ejemplo, a cambiar su flota por vehículos superecológicos, es "evitar ineficiencias". Manuales de buenas prácticas, cursos de conducción eficiente o indicaciones de cómo cargar un camión para aprovecharlo mejor, son claves. Otra de las medidas que apunta es la logística nocturna que ya llevan a cabo empresas como Mercadona o Eroski y con la que se puede reducir hasta un 30% las emisiones contaminantes.

    En la industria alimentaria otra de las grandes batallas es contra el desperdicio alimentario, donde Aecoc está jugando un papel protagonista en el intento de concienciar a la sociedad. Cada año se desperdician en España 7,7 millones de toneladas de comida. Y lo peor es que un 56,35% es apto para el consumo humano, y solo se dona un 32,27%. Aecoc impulsa prácticas de prevención y eficiencia a lo largo de toda la cadena alimentaria, que maximicen el aprovechamiento de los recursos, así como el aprovechamiento del excedente producido, además de sensibilizar a la sociedad.