BP, paso firme hacia una economía de bajas emisiones
Noelia García
La energía juega un papel fundamental en el desarrollo de la sociedad. Según estimaciones recogidas en el BP Energy Outlook, en 2040 el PIB mundial se habrá duplicado, trayendo consigo un crecimiento del 33 por ciento de la demanda de energía. En este entorno, este sector se encuentra ante el doble reto de dar respuesta a esa mayor demanda energética, al tiempo que continúa reduciendo las emisiones de dióxido de carbono (CO2) para limitar el calentamiento global.
La apuesta de BP por recorrer ese camino de rebaja de las emisiones viene de lejos. En mayo de 1997, el entonces consejero delegado de BP, Lord John Brown, durante una conferencia en la Universidad de Stanford -uno de los centros pioneros y más prestigiosos del mundo en el estudio del cambio climático- reconoció por primera vez, desmarcándose del resto de la industria del sector, la amenaza que el cambio climático suponía. Y no fueron sólo palabras: BP anunció la puesta en marcha de acciones concretas para hacer frente a ese desafío, planteando el ambicioso objetivo de reducir sus emisiones en un 10 por ciento para el año 2010, ampliamente conseguido.
Dos décadas después de aquel discurso tan controvertido, el consenso internacional alcanzado hace dos años en el acuerdo de París, vuelve a centrar la atención en la necesidad de llevar a cabo una transición hacia una economía descarbonizada para reducir las emisiones de CO2.
Sin embargo, aunque esta transición energética hacia fuentes más limpias está avanzando rápidamente a nivel mundial, aún se deben implantar medidas con mayor potencial de reducción al menor coste, porque esto es lo que demanda la sociedad para mantener la competitividad de la economía y el bienestar de los ciudadanos.
En su estrategia, BP es plenamente consciente de que el cumplimiento del ambicioso objetivo establecido en el Acuerdo de París pasa por ir más allá de la apuesta por las renovables y, por lo tanto, es necesario que todas las fuentes energéticas contribuyan en la reducción del impacto ambiental. En este sentido, la compañía ha definido tres pilares fundamentales para afrontar la transición energética.
En primer lugar, BP se ha comprometido a mantener las emisiones de sus operaciones a niveles iguales o menores a los de 2015 en el año 2025. Para ello, entre otros, limitará la intensidad de las emisiones de metano provenientes de sus negocios de petróleo y gas, así como a través de la puesta en marcha de proyectos de compensación de emisiones. El gas natural es parte fundamental de esta estrategia.
En segundo lugar, la compañía está desarrollando productos más eficientes, así como combustibles líquidos, lubricantes y productos petroquímicos con menor contenido de carbono. Así, en junio de 2015 lanzó en primicia mundial en España sus carburantes con tecnología Active que combaten la suciedad generada en los motores durante la combustión. Está probado que con el uso continuado de estos carburantes, los motores funcionan más eficientemente, recorriendo más kilómetros por depósito al tiempo que se reducen las emisiones de CO2 a la atmósfera.
Igualmente, BP ha desarrollado sus lubricantes Castrol con una menor viscosidad, lo que ayuda a los fabricantes de automóviles a mejorar la eficiencia de los motores. La nueva formulación de estos lubricantes de última generación, comparados con la existente en 2004, ha supuesto una reducción de más de cinco millones de toneladas de CO2 en los últimos diez años, lo que equivale a retirar casi un cuarto de millón de coches de las carreteras europeas cada año.
Finalmente, en tercer lugar, la compañía está invirtiendo en la investigación y el desarrollo de tecnologías y modelos de negocio bajos en carbono, contando con el mayor negocio de renovables operado por una compañía de petróleo y gas.
Así, su actividad eólica ayudó a evitar la generación de alrededor de 2,54 millones de toneladas de CO2 en 2016.
En su apuesta por el desarrollo de proyectos solares, la compañía se ha asociado con la británica Lightsource, la empresa de energía solar más grande de Europa.
En el ámbito de los biocombustibles, en 2011 adquirió la brasileña Tropical Bioenergía, dedicada a la producción de etanol a partir de azúcar de caña. Gracias a ello, los gases de efecto invernadero que se generan en este proceso son un 70 por ciento menores que en el de los combustibles tradicionales, y, cuando se utiliza en vehículos híbridos, la reducción de emisiones generadas durante todo el ciclo de vida, son similares a las conseguidas con los vehículos eléctricos.
En 2016, las tres plantas con que cuenta el proyecto brasileño produjeron 733 millones de litros de etanol. En este caso, se estima que la producción de etanol evitó la emisión de 515.000 toneladas de CO2, equivalentes a 241.000 vehículos menos en las carreteras europeas durante un año.
Asimismo, BP ha creado Biopower, una fuente de energía baja en carbono quemando bagazo, la fibra que queda después de triturar los tallos de la caña de azúcar.
Durante la última década, BP a través de su filial BP Ventures, ha participado en más de 40 startups y fondos para acelerar el desarrollo y la viabilidad comercial de determinadas tecnologías. Se han invertido más de 300 millones de euros, lo que ha permitido a la compañía comprender mejor las diferentes alternativas y las tecnologías en evolución como el vehículo eléctrico, las baterías y los biolubricantes. Actualmente, investiga el desarrollo de otras fuentes de energía como la energía derivada del hidrógeno, así como de las pilas de combustible.
En julio de 2018, BP anunció la adquisición de Chagermaster, el mayor proveedor de puntos de suministro de energía para vehículos eléctricos en Reino Unido. Un hito que se suma a la inversión de 20 millones de dólares en StoreDot y de cinco millones de dólares en Freewire Technologies, dos fabricantes de baterías ultrarrápidas capaces de equiparar el tiempo de recarga de vehículos eléctricos a los vehículos de combustión interna.
Refinería de Castellón
En el caso de España, la Refinería BP de Castellón es pionera en el desarrollo de gasolinas más limpias y eficientes; también producen biocombustibles de última generación y de origen sostenible. Desde el año 2000, la inversión en tecnología medioambiental ha sido una constante. Más de 215 millones de euros invertidos sólo en protección ambiental, sin incluir las inversiones en cogeneración, optimización de la energía y mejoras ambientales en el producto final. Además, sus instalaciones consumen un uno por ciento menos de energía para su funcionamiento que las de una refinería convencional equivalente, emitiendo menos gases de efecto invernadero y disminuyendo la huella de carbono de la producción de sus combustibles.
Gracias a esta inversión, la refinería captura más de 80.000 Tm de CO2 al año, es líder en la obtención de licencia ambiental desde 2015, según las mejores tecnologías
ambientales disponibles (BREF), y monitoriza de forma continua todos los focos de emisión, informando en tiempo real a la Conselleria de la región desde el año 2012.
En definitiva, BP lleva más de un siglo respondiendo al reto de suministrar la energía que demanda el mundo, y afronta con confianza el reto de seguir contribuyendo al progreso de una forma cada vez más sostenible.