Especial Ecoaula

La madurez digital es clave para la evolución real del paradigma educativo

  • El sector de la educación tampoco ha podido escapar de las garras de la pandemia

Cecilia Moya
Madrid,

Hace años que la tecnología amenazaba con irrumpir por completo en nuestras vidas, pero nunca creímos que fuera a imponerse de tal manera. La crisis sanitaria del coronavirus lo ha cambiado todo, y nos ha obligado a poner una pantalla de por medio para poder llevar a cabo la mayoría de nuestras rutinas.

El sector de la educación tampoco ha podido escapar de las garras de la pandemia, y se ha tenido que medir tecnológicamente para demostrar si, realmente, estaba preparado para afrontar esta coyuntura. Una situación que ha dejado entrever las fisuras que todavía existen en este sentido, ya que, entre otros motivos, hay un considerable porcentaje de personas que se encuentra con dificultades para poder desarrollar satisfactoriamente su formación de manera virtual.

Ángel Barbero, profesor de Tecnologias en EAE Business School, explica en una entrevista con este medio algunos de los asuntos clave que hay que considerar al hablar de tecnología y educación. "Durante los últimos años se ha usado la tecnología para atacar problemas concretos (digitalización de soportes físicos, canal online de soporte a la educación en el mejor de los casos) pero no se afrontó una evolución real del paradigma educativo y de las metodologías asociadas", aclara el experto. Y es que, para Barbero, desde hace algún tiempo se ha dotado a profesores y alumnos de herramientas de apoyo, pero no se ha trabajado en la profunda transformación que se necesita de las personas para impulsar el cambio en el sector.

Para entender mejor la "aproximación superficial" que la tecnología, hasta la fecha, tiene con la educación, el profesor desarrolla un ejemplo: "Hay quien confunde la enseñanza de materias técnicas para prepararnos para la digitalización (programación, robótica) con la transformación digital de la enseñanza. Lo primero es una cuestión de incluir materias actuales en el corpus de enseñanza de la sociedad que, por supuesto, es necesario. Pero lo segundo es cambiar de raíz los modelos de enseñanza existentes, asimilando para ello no solo las tecnologías actuales, sino también lo que pueda venir en el futuro y, por supuesto, los cambios que también se producen en los alumnos y profesores", remata.

La situación provocada por la enfermedad de la Covid-19 nos ha enfrentado a las barreras que ya existían antes del cambio de frente, acelerando algo que ya veíamos venir, pero que no acababábamos de creernos. Y es que, aunque aún es pronto para hablar de los avances tecnológicos derivados de esta situación, hay transformaciones que ya se pueden palpar en diferentes áreas, como, por ejemplo, la pérdida del miedo al cambio como sociedad: "Profesores y alumnos han tenido que cambiar sus hábitos y métodos para adaptarse, lo que ha hecho que todos sean ahora más permeables a estos cambios", señala Barbero como uno de los avances más significativos en este sentido, a la vez que añade el indiscutible impulso que habrá en los procesos de innovación educativa, "en los que la tecnología tendrá un papel crítico".

"Los usuarios de plataformas como Google Classroom han subido un 150%"

Otra de las consecuencias directas que la crisis del coronavirus ya deja ver es el incremento de actividad que han tenido los negocios relacionados con las tecnologías de la educación: "Startups y empresas que tenían tecnologías relacionadas con la educación han ganado una enorme visibilidad y relevancia. El número de usuarios de plataformas como Google Classroom ha subido un 150% en los últimos tres meses", concreta el profesor.

No obstante, pese a que la deseada "nueva normalidad" vuelva a nuestras vidas en un futuro próximo, el espacio de la enseñanza habrá cambiado para siempre: "Esto implicará, probablemente, que se avance también en tecnologías emergentes que aún no se han desarrollado o extendido. La realidad virtual o blockchain se verán impulsadas de manera importante en los próximos años para solucionar retos que la enseñanza requerirá en el nuevo paradigma", sentencia.

El presente de las aulas

Son muchas las películas y escenas de ficción que recordamos con aulas totalmente digitalizadas y profesores que, por poco, eran robots. Sin embargo, la vida real dista mucho de aquello, ya que, actualmente, estamos lejos de ver tecnologías futuristas en ningún contexto educativo. Así lo explica nuestro experto, e indica que "aunque se han hecho muchos experimentos con tecnologías tales como la realidad virtual, el blockchain o incluso la inteligencia artificial, la realidad es que la baja madurez digital del sector hace que estas tecnologías no se puedan extender aún de manera masiva".

Así las cosas, el reto que se nos plantea no está solamente en virtualizar las aulas, sino también los materiales, las dinámicas y la comunicación entre todas las partes: "Curiosamente ese reto pasa en la actualidad por ser capaces de aunar tecnologías ya consolidadas como el mail, las clases virtuales por web y la videoconferencia para ofrecer experiencias formativas no ya que repliquen a las presenciales, sino que las lleguen incluso a superar en aquellos aspectos que las tecnologías pueden aportar", remata.

No obstante, si algo nos ha dejado claro la pandemia, es que la vida no es otra cosa que adaptarse o morir. Una premisa que toma partida en casi todos los aspectos de la vida, pero que precisa también de una gran dosis de responsabilidad y madurez social para llevarla a cabo. "La mayor ventaja de la tecnología en la educación es que las tecnologías existentes y las que vendrán nos ofrecen un lienzo en blanco para repensar cómo queremos que sea la educación del futuro. Nos enfrentamos a nuevas necesidades para el aprendizaje, pero sobre todo debemos flexibilizar la enseñanza para que pueda adaptarse a lo que aún no conocemos", aclara el profesor del EAE Business.

Por otra parte, Barbero detalla porqué nada de esto podrá aprovecharse si no mostramos la madurez suficiente para ello: "La mayor desventaja es que, para aprovecharla realmente, es necesario un grado de madurez por parte de todas las partes que en la actualidad no se tiene, por lo que buena parte del sector está llegando sin la preparación adecuada", esclarece el experto en Tecnología.

"Singapur, Korea del Sur o EE.UU son líderes en cuanto a madurez tecnológica"

Con todo, la universalización de la tecnología en la educación es una de las partes positivas del asunto. La transformación que se va a vivir en la enseñanza permitirá extender su uso a colectivos para los que no había muchas opciones locales. "Desde luego la enseñanza se hará más universal, pero esto acarreará nuevos retos socioeconómicos y transformadores que habrán de ser gestionados para que esa universalización sea sostenible", concluye Barbero.

El país más avanzado

Cuando hablamos de educación, hay que tener en cuenta el número de recursos y esfuerzos que cada país destina a este sector a la hora de analizarlo. En este sentido, existen diferentes ranking que aportan una idea global del nivel de madurez de las naciones en la transformación educativa. Así, desde el punto de vista de gasto en educación, España está por debajo de la media de la OCDE y muy por detrás de los primeros, según el último informe desarrollado por la citada organización. Noruega es uno de los países que gasta la mayor parte de su PIB en educación, con un 6,38 por ciento cuando también representa la educación terciaria. Y en el otro extremo de la lista de países analizados encontramos a Rusia, que gasta solo el 3.09 por ciento.

Así, otros rankings de digitalización y competitividad, que en general incluyen criterios de madurez del sistemas educativo, sitúan a España en un puesto superior, ya que se suele situar entre los 20 primeros, pero muy lejos de la cabeza, en la que normalmente se encuentran como líderes de las clasificaciones los países escandinavos, Singapur, Korea del Sur o Estados Unidos.

China, por su parte, también suele estar muy bien situada, pero no aparece en todos los rankines. Y por otro lado, los grandes bloques como Latinoamérica o África se posicionan muy detrás en la clasificación de todos los mencionados.

Cuando le preguntamos al experto cómo cree que serán las aulas dentro de 10 años, hace hincapié en que siempre hay que hablar de posibilidades y no de predicciones, pues los últimos meses nos han demostrado cómo todo puede cambiar radicalmente en solo unos días. "En mi opinión, lo más probable que ocurra a la hora de impartir clases en el 2030 es que existieran entornos de realidad virtual de algún tipo, pero también habría sesiones presenciales. En ambos casos es probable que haya interacciones en tiempo real entre el profesor y sus alumnos en el transcurso de las sesiones, con feedback directo a través de herramientas".

No obstante, Barbero apunta de nuevo al blockchain como una posible herramienta para registrar el avance en el conocimiento y su certificación, que se mediría con pruebas de diferente tipo, y que incluirían también la voz y la inteligencia artificial. "La comunidad educativa probablemente esté conectada de manera más directa entre sí, en un ecosistema en el que el conocimiento y la información fluiría de manera más directa", imagina el experto, aunque aún habrá que esperar algunos años para saberlo.