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Copa América 2019: el último desafío organizativo para Brasil

  • Recoge el testigo de la última edición en tierras brasileñas, hace ya 30 años
Vista panorámica del nuevo Maracaná, uno de los estadios en los que se disputará la Copa América de Brasil 2019. Foto: Reuters.

Sergio de la Cruz

El país aloja el trofeo de fútbol más antiguo del mundo como broche a un proceso de seis años en los que también ha organizado la Copa Confederaciones 2013, el Mundial de 2014 y los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro de 2016.

La Copa América echa a andar este mes de junio reuniendo a las diez mejores selecciones de Sudamérica y dos invitadas asiáticas, Qatar y Japón, con el fin de determinar quién será la ganadora de la cita y la que suceda a Chile, ganadora de los dos últimos campeonatos. Brasil, la cuna del fútbol en la región, será el país que acoja la edición número cuarenta y seis del torneo que presume de su condición de ser el "más antiguo del mundo".

Se trata de una ocasión especial para un país que recoge el testigo de la histórica Copa América Centenario de Estados Unidos en 2016 y que, después de 30 años, acoge de nuevo la organización del evento, todo un acontecimiento en la región. Una fecha, la de 2019, que también es conmemorativa: se cumple un siglo de la primera vez que Brasil celebrase este trofeo, en 1919.

Tiene en mente los problemas económicos generados por el Mundial, con gastos disparados

La nación carioca finaliza con la celebración de esta Copa América un ciclo de organización de eventos deportivos que comenzó hace seis años, en 2013 con la Copa Confederaciones de fútbol y tuvo sus dos pruebas de fuego más importantes con dos eventos de talla universal como fueron el Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos que tuvieron lugar en Río de Janeiro en 2016.

Un bagaje que originó un abanico de inversiones previas que, al margen de su rendimiento económico, ha contribuido a la reducción del gasto para esta cita, que se antoja mucho más modesta en ese sentido e incluso ha visto cómo se han podido reutilizar diferentes infraestructuras creadas en años anteriores con la vista puesta en su posible 'reciclaje' y aprovechamiento a medio plazo.

No en vano, el torneo tendrá lugar en seis estadios de cinco ciudades (Río de Janeiro, Porto Alegre, Sao Paulo, Belo Horizonte y Salvador de Bahía) y de ellos cuatro ya fueron utilizados en el Mundial. Seis años después, la premisa del comité organizador ha sido la de celebrar de manera sostenible un evento que tiene en mente los problemas económicos generados por un Mundial en el que los gastos por infraestructuras deportivas se multiplicaron por tres, hasta llegar a superar los 3.300 millones de euros.

Abierta a las tecnologías y a Asia

El torneo llega en plena efervescencia tecnológica y el uso cada vez más extendido de aplicaciones y redes sociales que antes no se involucraban con el fútbol y ahora forman parte de él. Es el caso de las redes sociales Facebook e Instagram, plataformas con miles de millones de usuarios en todo el mundo en las que todas las selecciones participantes tendrán contenido exclusivo que podrán distribuir a los aficionados.

La aplicación móvil de la Copa América aunará, a su vez, todas las informaciones y contenidos que estarán disponibles para todo el mundo y jugarán la baza de la personalización, con contenidos destinados a los usuarios en función de sus gustos y procedencias con el fin de aumentar lo máximo posible el target. Porque el objetivo es hacer de la competición una experiencia global y, en este momento, pocas materias ayudan más que las nuevas tecnologías para conseguir ese proceso.

El crecimiento de la competición también se reflejará en los derechos de televisión, que alcanzarán una cifra histórica

En ese sentido, la participación de Qatar y Japón tampoco es baladí. Las dos selecciones, finalistas de la Copa de Asia, sustituirán a las tradicionales selecciones centroamericanas que juegan como invitadas en base al interés común entre las confederaciones sudamericana y asiática y que abre la puerta a un mercado ingente como es el del continente asiático, al que ya se asomó la CONMEBOL hace unos meses cuando la final de la Copa Libertadores en Buenos Aires tuvo que suspenderse y se miró hacia Arabia Saudí como posible sede del partido de vuelta entre River Plate y Boca Juniors.

Basta señalar que uno de los cuatro principales patrocinadores de la cita, TCL, es uno de los principales fabricantes de televisores de Asia. La empresa china viene a romper el dominio local de esta pequeña lista, con la cervecera Brahma y la aerolínea GOL, empresas brasileñas con cierto recorrido en el continente sudamericano. Completa el elenco una firma global como Mastercard, ya habitual en la competición y encargada de la distribución de entradas del torneo, que no serán precisamente pocas: más de un millón de boletos para el total de 26 partidos que se disputarán en menos de un mes.

El crecimiento de la competición también se reflejará en los derechos de televisión, que alcanzarán una cifra histórica gracias al acuerdo de la CONMEBOL con la empresa japonesa Dentsu, que como mínimo garantizará una cantidad de 125 millones de euros que podría llegar a alcanzar un máximo de 175. Un nuevo nexo con una empresa asiática que, en este caso, supone una importante inyección económica para el fútbol sudamericano.

Tres desafíos

La cita no está exenta de desafíos. El primero, deportivo. La ausencia de Neymar, lesionado a última hora, es un duro golpe mediático para un torneo que se disputaba en el país del '10', líder de una selección brasileña que pierde a su referencia y un importante foco de atención para los espectadores que vira a favor de un Leo Messi que regresa a la selección argentina, archienemiga de la organizadora y una de las aspirantes a suceder a Chile, actual defensora del torneo.

En la mente de la 'torcida' brasileña, el batacazo sufrido por su selección en su Mundial, cuando cayó por un doloroso 1-7 ante Alemania en una goleada que se percibió como un drama nacional que recibió el nombre de 'Mineirazo'.

Otro se encara desde el plano económico. Con la sombra del repetido mantra que apunta a la escasa rentabilidad de este tipo de eventos que suelen conllevar altas inversiones y el menor gasto de esta edición (especialmente, si se le compara con el Mundial) como aspectos a tener en cuenta, los números de la cita de Chile son la referencia a superar. En esa ocasión, en 2015, el gobierno chileno cuantificó en más de 60 millones de euros los ingresos obtenidos por la llegada de cerca de 90.000 turistas.

Por último, y no menos importante, la cita de Brasil es un examen en lo deportivo. Por lo menos, conforme al reglamento. Porque, al margen de la implantación del videoarbitraje por primera vez en la competición, en la Copa América se estrenarán diferentes nuevas reglas que extenderán a lo largo de la próxima temporada y que tendrán en los estadios brasileños su campo de pruebas con todo el mundo futbolístico prestando su atención: el aumento de la rigidez en las sanciones de las manos, la mecánica de los penaltis y otros aspectos relacionados con las amonestaciones.

A pesar de la baja médica de Neymar, la selección anfitriona se lleva el simbólico premio de plantilla más cara, con una valoración de 840 millones de euros, según los datos combinados de la web especializada Transfermarkt y de Stadista. Le sigue la Argentina de Leo Messi, con 700, por encima de los 430 de Uruguay, los 310 de Colombia, los 100 de Paraguay, los 97 de Japón, los 85 de la campeona Chile, los 60 de Venezuela, los 42 de Ecuador, los 41 de Perú, los 17 de Qatar y los escasos 1,76 millones de euros de la plantilla de Bolivia, la participante más modesta de toda la edición.

Presencia española

En un torneo que se disputa a miles de kilómetros de distancia, España estará representada por Francisco Forriol, catedrático de Traumatología de la CEU San Pablo que ejercerá como coordinador del equipo médico de la Copa América y que se servirá también de las tecnologías para introducir innovaciones en la labor de los galones en un deporte de riesgo como es el fútbol.

Así, los médicos de campo podrán ver mediante monitores los partidos bajo su supervisión con el objetivo de poder tener más detalles acerca de las lesiones de los jugadores, con especial atención a las producidas por goles en la cabeza. En este sentido, si vistas estas imágenes lo consideran oportuno, los médicos estarán en disposición de interrumpir los encuentros para retirar a los jugadores si hay un riesgo palpable para su salud. Nuevas medidas por parte de un cargo de responsabilidad con acento español. Una prueba más de que la Copa América, al margen de su obvio carácter local, se abre al mundo en una expansión ya imparable.