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Todos quieren estar al lado de los mejores de la historia del tenis

    Fuente: IEG // Clemente Ortega

    Gonzalo Urdiales

    Aunque hay excepciones, el patrocinio en el tenis guarda una relación notable con los éxitos sobre la pista. Por eso, jugadores como Roger Federer o Rafael Nadal, sustentados por un envidiable palmarés de Grand Slams, son los más demandados.

    La Final del Abierto de Australia de 2017 es un testimonio incontestable del atractivo del tenis a escala mundial. Era la trigésima quinta vez que los dos mejores tenistas de la historia, Roger Federer y Rafael Nadal, se veían las caras en la pista, y la primera final de Grand Slam que compartían desde 2011. La rivalidad entre ambos tiene hasta nombre propio -Fedal- y es un reclamo de alcance global para aficionados a este deporte.

    De hecho, este duelo fue el partido de tenis más visto de todos los tiempos en Eurosport -y el segundo evento deportivo de mayor audiencia en la historia de la cadena-. Unos 20,7 millones de espectadores lo vieron, 11,6 millones de los cuales no se despegaron de la pantalla durante el quinto set decisivo. 610.000 españoles lo siguieron por este canal. La victoria de Federer casi fue lo de menos.

    No es de extrañar, pues, que el patrocinio del tenis mueva grandes cifras. Según datos de la consultora IEG, el gasto mundial en patrocinios dentro de este sector fue de 801 millones de dólares, lo que suponía un incremento del 4,2% respecto a 2015. La Asociación de Tenistas Profesionales (ATP), que organiza el circuito global del tenis desde 1972, logró en 2016 su acuerdo más lucrativo, con la aerolínea Emirates, que se convertía en principal patrocinador de la entidad: 10 millones de dólares anuales durante cinco años, según estimaciones de IEG. Firmas de diferentes sectores, como Peugeot, Infosys o LeSports se incorporaron en 2016 a la cartera de socios comerciales de la ATP.

    La Federación Internacional de Tenis (ITF, por sus siglas en inglés) también tuvo un buen año. La organizadora de la Copa Davis renovó todos sus grandes patrocinios (BNP Paribas, Rolex y Adecco) y selló un nuevo acuerdo con Betway. Todo ello supuso un volumen de 80 millones de dólares por renovaciones y 9 millones en ingresos nuevos.

    Las mujeres recaudan menos

    La homóloga de la ATP para las tenistas tuvo menos suerte. La WTA (como se conoce a la Asociación Femenina de Tenis. Pese al tirón de Serena Williams, entonces y durante muchas semanas la número 1 del ranking femenino, la menor audiencia televisiva y afluencia de público se tradujo en la falta de nuevos acuerdos de patrocino durante 2016.

    Un análisis de Business Insider de 2018 revela que esta disparidad se reproduce también en las ganancias obtenidas del circuito (sean victorias, clasificaciones, etc.). Entre los 30 tenistas mejor pagados de la historia figuran 14 mujeres, pero solo tres -las hermanas Serena y Venus Williams, y María Sharápova- se cuelan en el top 10. Además, entre el tenista mejor pagado (Roger Federer) y su equivalente en la WTA (Serena Williams) hay más de 30 millones de dólares de diferencia.

    Es pertinente considerar que tras los emolumentos de un jugador como Roger Federer hay una trayectoria sólida en la élite de la competición. Ello explica en parte que sus patrocinadores le paguen, según Forbes, alrededor de 60 millones de dólares al año -más de lo que ningún otro deportista obtiene por este concepto-. Sus ganancias totales de 64 millones entre junio de 2016 y junio de 2017 lo sitúan como el tenista mejor pagado del mundo por duodécimo año consecutivo.

    Y es que su acuerdo con la conocida firma italiana de alimentación Barilla se espera que le reporte unos ingresos cercanos a los 40 millones de dólares. Otros de sus sponsors, entre los que figuran Wilson, Credit Suisse, Mercedes, Rolex o Lindt, tienen una duración de diez o más años. Nike le paga unos 10 millones de dólares al año.

    El siguiente en el escalafón económico, de acuerdo con Forbes, fue Novak Djokovic, con unos ingresos de 37,6 millones de dólares -mermados en parte por su declinante fortuna sobre las pistas-. La excepción a este vínculo entre rendimiento y patrocinios la aportó en 2017 el japonés Kei Nishikori, que no ha ganado ningún Grand Slam, pero ingresó casi 34 millones de dólares.

    Entre las tenistas, solo tres están entre los diez mejor retribuidos. Serena Williams -ganó su último Grand Slam en enero de 2017- ingresó 27 millones de dólares. La acom-pañan Angelique Kerber (12,6 millones) y su hermana mayor, Venus (10,5 millones).

    Por otra parte, entre las empresas más activas durante 2016, según IEG, estuvieron Emirates -un 66% de los torneos que tienen acuerdos con aerolíneas, tienen uno con Emirates-, FedEx y Peugeot, ambas con una exposición cercana al 24%. Los sectores más boyantes fueron servicios financieros, líneas aéreas y automoción, con un grado de exposición del 71, 70 y 69%, respectivamente.

    El mecenas dubaití

    El dominio de la firma emiratí es evidente si nos fijamos en el número de acuerdos logrados para esponsorizar Grand Slams, sea en el circuito ATP o WTA: un total de 32 en 17 países. Lo siguen FedEx, con 22, Peugeot (17), Rolex (16) y BNP Paribas (11), según datos de SportBusiness.

    El acuerdo de JP Morgan Chase con el Abierto de Estados Unidos fue el mayor entre los Grand Slams en 2017 (casi 17 millones de euros por temporada). En virtud de la colaboración, la marca de banca minorista Chase, y la especializada en servicios financieros -JP Morgan- se posicionaron en los muros de final de pista de diferentes campeonatos. Chase es además en principal mecenas del tour WTA. Los acuerdos más cuantiosos de este Grand Slam finalizan al término de 2018.

    Así pues, el protagonismo de Emirates en el tenis mundial se mantiene. Prevalece asimismo el segundo puesto de FedEx, que ha completado su portfolio desde 2016 con acuerdos con el Torneo de Queen's Club (conocido como Aegon Championships entre 2009 y 2017) y las variantes masculinas y femeninas del Torneo de Dubai.

    La marca de equipaciones Wilson cayó en 2017 del top 5, en favor de Rolex, que renovó sus acuerdos con la ATP y el Abierto de Australia el año pasado. IBM fue la cuarta compañía que más fondos destinó al patrocinio de Grand Slams en 2017.

    El tirón de la élite

    Los cuatro grandes -Roland Garros, el Abierto de Estados Unidos, Wimbledon y el Abierto de Australia- son los torneos más apreciados por los jugadores, por mor de su prestigio y por la re-compensa en puntos -y premios- que ofrecen para escalar en la clasificación de la ATP y la WTA. De entre ellos, el US Open fue en 2017 el que más acuerdos de patrocinio suscitó, aunque Roland Garros lo sigue muy de cerca -los ingresos del torneo parisino han crecido un 47% entre 2013 y 2017, de acuerdo con SportBusiness.

    El Abierto de Australia es el torneo que mejor crecimiento ha mostrado a este respecto. Llama la atención el caso de Wimbledon, que podría ingresar muchos millones más si cambiara su política de priorizar un escenario mayormente libre de logos. El enfoque del campeonato británico por excelencia está más centrado en la marca. A este respecto, es bien ilustrativo su acuerdo con Jaguar, que en 2015 sustituyó a Ford como coche oficial del torneo -el acuerdo previo era con la empresa de alquiler de vehículos Hertz-. El fabricante inglés casa mejor con los valores de "alta gama, desempeño, tradición e innovación", como afirma SportBusiness.

    En cuanto a la equipación, a comienzos de 2018 las marcas más activas entre los 30 mejores jugadores eran, de acuerdo con Score and Change: Nike, con una cuota del 24%); Adidas (17%); Fila (14%) y Lacoste, Joma y Lotto (7% cada una). Los fabricantes de raqueta más demandados eran Wilson (37%), Babolat (26%), Head (10%), y Prince y Yonex (con un 7% cada una).

    Entre las 30 mejores tenistas, destacan, en ropa, Nike (34%), Adidas (20%), Asics (14%), y Fila y Lotto (7% cada una). Las marcas de raqueta más frecuentadas eran Wilson (37%), Babolat (24%), Yonex (20%), y Head (10%).