El nuevo crédito sube a ritmos del 12% y pone fin a ocho años de crisis
- La deuda contraída por hogares y compañías ha retrocedido al 2006
- La banca prestó 467.927 millones, pero la cartera se redujo un 4,3%
- La financiación a familias aumentó un 25,2% el ejercicio pasado
Eva Contreras
Con más retraso de lo deseable y anunciado, pero el crédito nuevo volvió a crecer en 2015, dejando atrás ocho años de abrupto desplome. La banca prestó 467.927 millones de euros a hogares y empresas, cuantía que excede en un 12,02% el dinero facilitado el año previo e, incluso, rebasa en un 5,41% al importe dispuesto en 2013.
Es algo que no ocurría desde que la crisis fue obturando el grifo a partir de 2007, achicando año tras año la fuente de dinero fresco proporcionado para consumo y adquisición de vivienda, inversión o tesorería.
Tras la inflexión se esconde la decidida apuesta de la banca por recomponer cuentas e impulsar su insuficiente rentabilidad que ha desatado una guerra sin cuartel para ganar dinero por la multiplicación de operaciones, aun sacrificando márgenes con precios a la baja. La reactivación económica, con crecimientos del PIB del 3,2% que animan a las empresas a invertir y la confianza que inyecta entre los ciudadanos que se vuelva a crear empleo, estimula la demanda como se aprecia, por ejemplo, en el auge de la compra-venta de vivienda.
Emisiones de deuda
El crédito a familias comenzó a remontar, de hecho, hace dos años con alzas interanuales del 18,1% y consolidó la tendencia sumando otro empuje del 25,16% el pasado ejercicio, revelan las estadísticas del Banco de España. Se ha demorado algo más en las empresas ante su predilección, en especial de aquellas de mayor tamaño, por acudir a los mercados a captar recursos con emisiones de deuda a precios históricamente bajos y diversificar, de paso, la excesiva dependencia bancaria que algunas han comprobado, no sin ciertos disgustos, durante la crisis.
Como en los hogares, la financiación a compañías para importes inferiores al millón de euros, normalmente asociada a las pymes, aumentó en 2014 (un 9,06%) y el 12,84 doce meses después. Pero en magnitudes superiores no será hasta el año pasado cuando repunte por vez primera, en un 7,67%, tras caer previamente a ritmos anuales próximos al 20%.
Ha tardado en resurgir por la dramática cirujía practicada por ciudadanos y, sobre todo, por empresas, para reducir su endeudamiento y ante la ausencia de una demanda considerada solvente por parte de una banca cuyas cañerías se cegaron en la crisis con millonarios quebrantos de clientes insolventes.
La labor de desapalancamiento, positiva para la economía al sanear posiciones ajustando la desmesurada deuda del sector privado, perjudica, en cambio a la banca.
Las entidades se disputan hoy una tarta de negocio asimilable a la existente en 2006, cuando el boom inmobiliario comenzaba a engordar el negocio con alzas próximas al 30%. El stock financiado ha encogido casi un tercio o el equivalente a medio billón de euros desde el máximo de 1,83 billones que llegó a acumular en cartera en 2008, a lomos precisamente de aquella burbuja inmobilaria.
Las expectativas de recuperar la actividad que ha ido quedando atrás son nulas entre banqueros y expertos financieros, en la medida de que descartan una reedición de aquel frenesí en préstamos hipotecarios. Pero, al menos, el dinamismo de la economía y la mayor disposión de la banca a prestar y captar clientes, empuja ya la nueva financiación.
Los volúmenes contratados son aún modestos: mueven apenas un tercio de los 1,26 billones que se prestó en un año en vísperas de la crisis. En plena alegría hipotecaria las familias recibieron 289.507 millones en un solo año y la financiación a empresas se aproximaba a los 990.525 millones. Los importes facilitados ahora apenas suman 75.754 millones y 392.173 millones de euros, respectivamente.
Un montante que resulta insuficiente, incluso, para compensar la deuda que va desapareciendo simplemente con el repago de las cuotas de amortización. El stock financiado aún cayó un 4,3% el año pasado por ese motivo.
El flujo de dinero logra, sin embargo, atemperar el desplome de un crédito que retrocedía al 13% en 2013. Por productos, el nuevo préstamo limitó el retroceso en el saldo vivo de financiación con empresas del 11,2 al 4,91% el pasado año, mientras en hipotecas se mantiene en el 4,75%. La banca está dividida entre los que esperan que las nuevas operaciones permitan que el stock crezca este año y otros, más escépticos, que lo posponen a 2017.