España

Fondos ¿buitre?

    Local 'okupado' por el colectivo Patio Maravillas. <i>Imagen: EFE</i>

    Víctor Arribas

    La antología de medidas anunciadas estos quince primeros días de gobiernos municipales en manos de partidos, coaliciones y unitarismos merecería ser recopilada por algún enciclopedista para dejar testimonio a futuras generaciones del camino que emprendió un día nuestro país. Seguro que hay quien ya lo está haciendo.

    Ni cuantitativa ni cualitativamente le va a faltar materia para reunir en su empeño. Pero las notables medidas, por novedosas, por simplemente absurdas o por peligrosas, no van a conseguir tapar alguna de las perlas que el populismo de izquierdas ha traído a nuestro presente más rabioso, como si fueran sacadas del túnel del tiempo, siglo XX atrás.

    Los demonios de esta nueva generación de dirigentes recién llegados a la vida pública podrán diluirse en su gestión, que a la fuerza será más responsable de lo que ellos desearían, pero su estampa permanecerá muchos años entre nosotros por su carácter falsario y dogmático, por su empeño en liquidar, literalmente, todo aquello que disgusta a sus compañeros y seguidores más fundamentalistas, todo aquello que irradia un atisbo siquiera minúsculo de libertad.

    En ese grupo de conceptos aptos para la liquidación, pongamos que con guillotina, sobresale el odio que Podemos y sus satélites han proyectado sobre los fondos de inversión que adquieren propiedades inmobiliarias en España, algo que o se cambia la Ley para adaptar la norma bolivariana, o sigue siendo legal a este lado del Atlántico. Para quien manifiesta nulo respeto a la propiedad privada es un concepto difícil de aceptar, es mucho mejor dar la patada en la puerta del edificio en cuestión y ocuparlo (me negaré siempre a utilizar la K condescendiente) hasta que un juez despistado reciba la denuncia y dicte, años después, el desalojo pertinente.

    Lo ocurrido en el inmueble número 11 de la calle Divino Pastor de Madrid podría servir de clase práctica de desmentido sobre las falsedades que se vierten en torno a las sociedades de inversión que colocan sus fondos en el mercado español. El manual del perfecto populista y por ende de sus seguidores les denomina 'fondos buitre', una denominación que ha calado hasta en los medios de comunicación más asépticos. ¿Son especuladores los inversores que han participado en la subasta del edificio?

    Por supuesto nadie, ni siquiera la viuda de Cádiz que alquiló uno de sus dos pisos para poder complementar su irrisoria pensión, nadie les decía invierte dinero con el fin de perderlo o de ponerlo en riesgo. Insistamos en que no hay ilegalidad alguna en pretender obtener beneficios, salvo en el mundo intervenido y estatalizado que pretenden algunos. En el caso que nos ocupa, la empresa Fernando 6º 10, S.L., de capital venezolano, se fijó en la finca de marras y negoció con el Ayuntamiento de Madrid en tiempos de la alcaldesa Botella (parece que hace un siglo...) hasta lograr su titularidad por poco menos de dos millones de euros.

    Los inversores huyeron del chavismo y del "¡exprópiese!" para apostar por una España que empieza a sacar la cabeza del agujero de su peor crisis económica en un siglo. Se instalaron en este país para administrar sus inversiones, creando una compañía que por ahora tiene medio centenar de trabajadores, con perspectivas de llegar a cuatrocientos en el año 2016. Riqueza. ¿Les suena?

    Oportunidades para muchos. Pero en el idílico paraíso del populismo, ese edificio aún vacío era carne de cañón, y no tardó en ser violentado y ocupado por el denominado Colectivo Maravillas, que atesora las simpatías, como mínimo, de los dirigentes fundadores del partido que ha sacudido el panorama político español. Preguntaría si son buitres los inversionistas a las familias de los empleados actuales o futuros. Preguntaría si son buitres los que traen su dinero a este avispero a quienes se beneficiaran de una compra en buenas condiciones (las actuales del mercado, sin ir más lejos). Tal vez entonces algunos compatriotas dejarían de utilizar esa denominación simplista y llamaran a las cosas por su nombre.