Etiquetas trampa: cuando lo que comes no es lo que pone
elEconomista.es
Pese a las modificaciones legales en el etiquetado destinadas a facilitar la información sobre los productos al consumidor, muchas empresas han buscado el modo de sortear la transparencia de modo legal. Es decir, mantienen la información exigida en la etiqueta, pero empleando la letra pequeña a la que no accederán gran parte de los consumidores.
Resulta especialmente característico en el caso de los alimentos envasados, donde el modo en el que se nombran o se presentan en su envoltura no está relacionado con los ingredientes utilizados ni la información -sutilmente empequeñecida- de su etiqueta, según explica la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).
Cremas, carnes, preparados alimenticios y precocinados son algunos de los productos que encontramos en el supermercado sobre los que cabe la confusión.
Confusión en el etiquetado
Así, existen envases similares de jamón de york que, sin embargo, no contienen jamón. La marca El Pozo, por ejemplo, fabrica un producto al que nombra en la superficie del paquete "sándwich de york", de parecido idéntico al jamón cocido. Sin embargo, no hay jamón en este preparado, sino fiambre, que es una mezcla de carne de cerdo con féculas.
La compañía Knorr produce una crema de "bogavante con un toque de hinojo y cilantro" dentro de su línea gourmet, lo que la hace sensiblemente más cara. La sorpresa llega cuando se encuentra, escondida en su etiqueta, la proporción empleada de este marisco de tan solo un 0,5%, mientras que se emplean otros como el camarón, en un 5%.
Ojo con el 0% de azúcar
Muchos productos dulces como chocolates o galletas reclaman la atención del consumidor goloso y preocupado por estar en forma con el dato del 0% de azúcar. Sin embargo, son muy ricos en grasas saturadas, como sucede con los barquillos de nata de Artiach: la falta de azúcares se compensa con un 26% de grasa saturada procedente de aceites de coco, de baja calidad.
Atención también a productos precocinados como las "anillas a la romana". Tienen la apariencia de unos clásicos calamares rebozados, pero no lo son. En la información de los ingredientes se puede leer que está compuesto por un "producto de la pesca transformado" que no tendría por qué incluir nada de calamar.
Una confusión parecida sucede igualmente con la carne picada. Si no eliges la pieza que te picará el carnicero y te decantas por comprarla envasada en el supermercado, podrías no estar comprando en realidad carne picada. Bajo el nombre de "burguer meat", legalmente se entiende que la carne está mezclada con cereales, sulfitos, vegetales y espesantes. El producto es, en realidad, un preparado de carne que en ocasiones, y según los análisis de la OCU, contiene menos de un 80% de carne. Esta información no queda clara para el consumidor, que desconoce que se está llevando algo que apenas contiene carne.