Energía
La UE ancla el tope del calentamiento global en dos grados
elEconomista.es
Un total de 196 países se reunirán entre el 30 de noviembre y el 11 de diciembre en la Cumbre climática de París con la intención de alcanzar un acuerdo global para evitar que la temperatura del planeta se incremente más de dos grados centígrados en la presente centuria, límite a partir del cual la alteración de la atmosféra puede tener consecuencias catastróficas, según alertan los científicos.
Con ese escenario de fondo, elEconomista ha reunido a seis expertos para analizar el papel que deben desempeñar las empresas frente al cambio climático y enriquecer el debate público sobre la materia.
El encuentro arrancó con la intervención de Valvanera Ulagui, directora de la Oficina Española de Cambio Climático, que expuso las principales conclusiones de la reunión celebrada en Bonn entre el 19 y el 23 de octubre, en la que se acordó el texto sobre el que pivotarán las negociaciones de París.
Frente a las valoraciones negativas de la prensa, por hechos como el incremento de las páginas del citado documento ?ha pasado de 20 a 55? o el intento de recuperar la división entre países ricos y pobres ?algunos de los segundos responsabilizan a los primeros y no quieren implicarse?, Ulagui aclaró que "el texto está mucho más estructurado; ahora tenemos negro sobre blanco todas las posturas".
Además, insistió en que la UE ha conseguido incluir elementos fundamentales que antes brillaban por su ausencia, como los dos grados centígrados "que estaban de aquella manera", u objetivos a largo plazo, indispensables para dar una señal clara sobre el proceso de descarbonización a los Estados, las empresas, los entes locales y los propios ciudadanos.
Otro elemento destacable de la cita de Bonn es que se ha acordado establecer mecanismos de revisión de los compromisos: serán "una espiral en alza que evitará que puedan replantearse de una forma menos ambiciosa". La UE quiere que se analice el cumplimiento de las sendas marcadas cada cinco años, empezando con las promesas hechas ahora, que serán el "suelo" del que partir. Para que estas revisiones sean efectivas será preciso disponer de una información y una contabilidad "robustas", al objeto de constatar que todos se esfuerzan de un modo equitativo.
Muchos de estos elementos no estarán en el acuerdo de París propiamente dicho, pero se espera que figuren en las "decisiones de proceso" que lo acompañarán. Estas decisiones deben detallarse en un plazo de cinco años, para que la descarbonización arranque sin tener que esperar a 2020, año en que caduca el Protocolo de Kioto: "París es el inicio de un proceso que durará años, no es un final con todos los mecanismos cerrados y con todas las partes comprometidas".
Así, calificó el objetivo de los dos grados centígrados de "aspiracional" y remachó que los acuerdos deben adaptarse a la evolución de la economía y, por lo tanto, "si las decisiones recogen que en los próximos años hay que hacer unas reglas de procedimiento, que vinculen a todas las partes, será un buen acuerdo".
Financiación, nota discordante
Donde menos armonía hubo fue al afrontar el modo en que se va financiar la descarbonización, un aspecto que "todavía está abierto". Ulagui citó un reciente informe de la OCDE que cifra el capital destinado anualmente a cooperación relacionada con el medio ambiente en 62.000 millones de dólares, para afirmar que "está claro que vamos a poder alcanzar el objetivo de aportar 100.000 millones anuales" a los países pobres, aunque subrayó que "los ricos deben pagar, sí, pero no deben ser los únicos; el calentamiento afecta a todos".
A este respecto recalcó la importancia de garantizar el flujo de capital a los destinatarios. Y, aunque fijar objetivos para la financiación sea "complicado", ya se están canalizando numerosos fondos fuera del ámbito de la Cumbre: "la movilización del sector financiero y de las empresas es espectacular". Lo único que falta, a su juicio, es "un marco regulatorio que dé seguridad a todas esas inversiones y a todas esas actuaciones".
A canalizar los fondos contribuye poderosamente la actual tecnología y la tendencia de la inversión, que pondera de un modo diferente sus decisiones "para evitar los combustibles fósiles y volcarse en renovables y eficiencia energética". En este ámbito, por otro lado, las empresas europeas compiten con ventaja "porque han sido pioneras gracias a nuestro marco de descarbonización".
Renovables, bien a largo plazo
Al hilo de esas palabras, Sergio de Otto, patrono y exsecretario de la Fundación Renovables, dijo tener "cierto optimismo a futuro y pesimismo a día de hoy" en relación al desarrollo de las energías limpias. Clarificó que su pesimismo no deriva de la existencia de problemas técnicos o económicos, "sino de la voluntad política", una voluntad política que tiene que superar "una cosa tan sencilla, pero tan poderosa, como es el interés de las empresas que explotan tecnologías energéticas convencionales, que están retrasando el cambio".
De Otto valoró las ventajas de las fuentes limpias ?son "incontestables"? y cargó con dureza contra la política desarrollada por los últimos gobiernos contra ellas: "se ha arruinado al sector renovable, mientras que al sector eléctrico convencional, o a las petroleras, ni se les ha tocado; se han destruido 70.000 empleos y no hemos reaccionado".
"El largo plazo es ahora"
Juan Ramón Silva, director general del Área de Sostenibilidad de Acciona, lamentó el "baile de cifras" alrededor del calentamiento global ?"eso sí, todos coinciden en que se superarán los dos grados"?, criticó la falta de concreción de la comunidad internacional a un mes de la cita de París ?"hay 1.490 puntos de discordia en el texto"? y puso encima de la mesa la relatividad de los plazos temporales barajados: "nosotros tenemos contratos firmados a 2056; para las compañías que sufrimos aspectos del largo plazo, el largo plazo es ahora".
Por eso, antes de recordar el desprecio sufrido por el sector privado en anteriores cumbres, proclamó que "las empresas estamos legitimadas para pedir medidas ambiciosas y coherentes, y también para exigir una regulación, porque luego se nos va a exigir a nosotros en inversiones y actividad".
No obstante, Silva sostuvo que "la situación ha mejorado" y enumeró diversas iniciativas de participación de la empresa privada en el proceso descarbonizador, en la ONU, la UE o el Banco Mundial.
Insistió en que el cambio climático ya está afectando a la salud de los ciudadanos y a sus opciones de desarrollo, así como al patrimonio del Estado, que debe invertir para paliar sus consecuencias; por consiguiente, "no puede un Gobierno decirme ?y no me refiero al español; trabajamos en 40 países? que estamos a favor del cambio climático y entonces subvencionamos cinco veces más a los combustibles fósiles que a las energías renovables; son contradicciones demasiado flagrantes".
Colaboración público-privada
Kepa Solaún, socio y director general de Factor CO2, remarcó la necesidad de contar con la inversión privada para la descarbonización: "el trillón que haga falta en financiación nunca va a ser posible sin la participación de las empresas; si no, nos haremos trampas". Acto seguido apuntó a las fórmulas de colaboración público-privada como un mecanismo de probado éxito.
Alberto Castilla, director del Área de Sostenibilidad de EY, desgranó la importancia de la inversión en descarbonización ?los bonos verdes alcanzarán la cifra de 100.000 millones este ejercicio? y ahondó en el cambio que se ha producido en la comunidad inversora, que cada vez pondera más los aspectos no financieros a la hora de tomar decisiones: "el cambio climático se traduce en la posibilidad de tener activos que no son utilizables, como inversiones paradas".
Julio Lumbreras, subdirector de Ordenación Académica de la Universidad Politécnica de Madrid, apeló a la ética: "tenemos que elegir entre un futuro de dignidad mundial y un futuro que será indigno". En contacto con las nuevas generaciones por su labor docente, apostillo: "las empresas no tienen porqué cambiar las cosas, tienen que ver la oportunidad; la gente joven pide otra cosa y, o las empresas se adaptan o se van a ir a pique".