Energía

El Gobierno ultima el impulso a las redes de calor y frío urbanas

Central de la red de calor con biomasa de Soria. / Rebi

Sergio Guinaldo

El Gobierno ultima vía Real Decreto un espaldarazo a las redes urbanas de calor y frío, una tecnología que permite notables ahorros energéticos -y económicos- que, según sus impulsores, no ha contado con el impulso con el que durante años sí lo han hecho otras tecnologías reductoras de emisiones de gases contaminantes.

El pasado 19 de agosto, el Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico (Miteco) publicó en su web el proyecto de Real Decreto por el que se regulan las redes de calor y frío y las garantías de origen térmico, con un periodo de admisión de alegaciones que concluye este 8 de septiembre.

Según se desprende de su contenido, el futuro texto legislativo simplificará a la tramitación de este tipo de proyectos con el establecimiento de una ventanilla única, la agilización de plazos o la creación de unidades técnicas especializadas en su autorización. También se promoverá el uso de estas redes tanto en edificios nuevos como en aquellos que deban someterse a importantes rehabilitaciones, siempre y cuando sea técnica y económicamente viable, y se aprobará un plan para la integración de los edificios e instalaciones de la Administración General del Estado en estas redes.

Uno de los puntos más interesantes que contiene el borrador es el desarrollo de un sistema de garantías de origen, cuya funcionalidad es demostrar al consumidor que la energía se ha obtenido a partir de fuentes renovables. Por último, el texto especifica que las ayudas públicas se priorizarán a los proyectos que logren una mayor reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

Públicas o privadas

Si bien todavía pueden resultar desconocidas para muchos, lo cierto es que las redes de calor urbanas se están expandiendo de forma notoria en algunas partes del territorio, bien impulsadas por compañías privadas, por administraciones públicas o por una mezcla de ambas.

Uno de los mayores impulsores de esta tecnología en el país es Recursos de la Biomasa SL (Rebi) compañía que ya suministra calor a más de 58.000 viviendas a través de sus redes en Ólvega y Soria (Soria), Aranda de Duero (Burgos), Guadalajara, Cuenca y Móstoles (Madrid).

Según explica a este diario su director ejecutivo, Alberto Gómez Arenas, desde Rebi ponen el foco en ciudades con un mínimo de 50.000 habitantes y cuyo porcentaje de consumo proceda entre un 50 y un 70% mediante calefacción central. Son estas ubicaciones las que potencialmente ofrecen a los fondos de inversión. Las instalaciones tienen que ser capaces por sí solas de autoabastecer a toda su red mediante biomasa y ser económicamente rentables solamente mediante esta fuente de energía, aunque se pueden complementar, por ejemplo, con plantas fotovoltaicas o termosolares.

Sin embargo, su mayor potencial económico pasa por recuperar el calor que ya generan otras industrias por su propia actividad para reintroducirla a la red. "La biomasa supone ahora mismo una parte importante y transcendental de nuestro negocio, pero cada día intentamos que las redes sean más completas. El kilovatio en el que más ganas es en el que te sale más barato. Y ese es el que se recupera cuando de otra manera se perdería", explica el directivo. Ejemplo de esta sinergia es el proyecto conjunto con Michelin por el que convierte el calor residual generado en los procesos industriales de la planta de neumáticos que el fabricante tiene ubicada en Aranda de Duero en una fuente de energía para la villa arandina. "Allá donde hay una chimenea industrial por la que sale humo se podría estar generando electricidad con esa energía calorífica que se pierde".

Junto con estos desarrollos, Rebi mantiene una empresa conjunta al 50% con Iberdrola —IR Redes de Calor y Frío— encargada de llevar a cabo los desarrollos para los clientes de la eléctrica.

La compañía matriz estudia presentar alegaciones al proyecto de RD junto con Adhac, la Asociación de Empresas de Redes de Calor y Frío que representa los intereses de empresas como Veolia, Grupo SanJose o Ferrovial. Es previsible que estas aborden la conexión a otras redes, para poder aprovechar su capacidad de generación en ciertas ocasiones -como, por ejemplo, durante el apagón del pasado 28 de abril- o en la posibilidad de que puedan acogerse a los Certificados de Ahorro Energético (CAE), como ya hacen otras tecnologías descontaminantes.

También forma parte de esa asociación es Engie, otra de las compañías líderes en este sector en España. Ha desplegado redes en Ávila, Zamora, Navarra, Zaragoza y Barcelona que suman 229,4 MW de potencia y evitan la emisión de 114.400 toneladas de CO2. Xavier Puyal, director de redes urbanas de calor y frío (DH&C) en Engie en España, explica a este medio por qué cada vez más ciudades muestran interés en esta solución energética. "Estas redes permiten una notable eficiencia energética al aprovechar fuentes renovables y energías residuales, como el calor industrial sobrante o el procedente de Data Centers, lo que se traduce en ahorros de hasta un 30% en el consumo energético. Este modelo no solo disminuye la dependencia de fuentes externas de energía, sino que también optimiza los costes operativos para usuarios y gobiernos locales, haciéndolo económicamente atractivo", detalla.

Al adaptarse a las necesidades locales, sus costes son variables. "Por ejemplo, nuestro proyecto Districlima en Barcelona -una red de 25,5 kilómetros que climatiza más de 1,7 millones de m2 con 118,9 MW-, supuso una inversión inicial de 71 millones de euros", ejemplifica.

Al igual que Rebi, Engie señala como condiciones indispensables para que un proyecto sea viable una alta demanda térmica y una alta concentración de consumidores. "También es clave que exista voluntad institucional y una planificación urbana alineada con la descarbonización, ya que la red debe integrarse en el tejido urbano y contar con apoyo regulatorio", indica Puyal.