Energía

El Gobierno desmantelará la planta de concentrados de uranio de Enusa

  • El Ejecutivo somete a consulta pública el proyecto para desarmar una instalación que lleva dos décadas fuera de funcionamiento
  • Enusa prevé liberar el emplazamiento para otros usos garantizando su recuperación
Sede social de Enusa

Rubén Esteller

El Gobierno se prepara para poner en marcha la primera fase del proyecto de desmantelamiento y cierre definitivo de la Planta Quercus, situada en Saelices el Chico (Salamanca).

La instalación, dedicada a la producción de concentrados de uranio, cesó su actividad en 2003 y, tras dos décadas parada, encara ahora un proceso que se desarrollará en tres etapas y permitirá devolver el emplazamiento a condiciones radiológicas y ambientales similares a las originales.

La primera fase, objeto del Estudio de Impacto Ambiental recientemente actualizado, contempla la construcción de un recinto de confinamiento para almacenar los materiales del desmantelamiento. Se procederá además a la demolición de las instalaciones industriales, el desmontaje de equipos de tratamiento de aguas y de la antigua sección de Cambio de Ion, así como al acondicionamiento de la era de lixiviación estática. Una vez completados estos trabajos, el recinto será sellado y las áreas intervenidas serán restauradas mediante relleno y revegetación.

Tras esta primera etapa, se mantendrá durante años un sistema de vigilancia y control de aguas y residuos, que dará paso posteriormente en una tercera etapa a la demolición de las instalaciones remanentes y la construcción de un segundo recinto de confinamiento.

El objetivo final es alcanzar unos niveles de seguridad radiológica equiparables a los existentes antes del inicio de la actividad minera, siguiendo los mismos criterios aplicados en proyectos colindantes ya clausurados, como la Planta Elefante y las explotaciones de uranio de la comarca.

La ejecución de la Fase I se extenderá durante varios años y contará con la supervisión permanente del Consejo de Seguridad Nuclear.

Con la culminación del proceso de desmantelamiento y restauración, ENUSA prevé liberar el emplazamiento para otros usos futuros, garantizando la recuperación de un espacio degradado por décadas de actividad minera. Entre las medidas destacan sistemas de control del polvo y el ruido, drenaje de aguas, revegetación de zonas afectadas y un plan de vigilancia.