La industria plástica se alinea con Bruselas en el veto a los vertidos
- La crisis de los pellets en Galicia ha puesto de manifiesto la necesidad de implementar medidas urgentes para atajar la contaminación marina por microplásticos
- Mientas la UE tramita una ley para prevenir las pérdidas, el sector del plástico promueve las buenas prácticas empresariales
Inés Oria
En este caso, el efecto bola de nieve no ha sido necesario. De hecho, ha sido precisamente su diminuto tamaño lo que más ha inflamado la preocupación de una sociedad que, hasta hace apenas unas semanas, poco conocía de su existencia. La crisis de los pellets en las costas gallegas ha contagiado la inquietud por la contaminación por plásticos de los ecosistemas. A escala doméstica, ha servido también para incendiar un atípico proceso electoral que, hasta entonces, sólo tenía de inusual el hecho de no mostrar, no pocos años después, a Alberto Núñez Feijóo en los carteles del Partido Popular. Más allá, el desastre ha trascendido los desfiladeros de Galicia salpicando los debates europeos, en plena negociación de una nueva normativa contra la contaminación por plásticos.
Estas bolas de apenas medio centímetro han provocado un auténtico alud que comenzó a rugir el pasado 8 de diciembre, cuando el buque Toconao perdía accidentalmente parte de su carga en aguas cercanas a Viana do Castelo (Portugal) mientras completaba la ruta que conecta Algeciras con Maasvlakte, en los Países Bajos.
Del carguero caían al mar cinco contenedores, cuatro cargados con diferentes productos y un quinto que contenía 26,2 toneladas de granza plástica (pellets) distribuidas en 1.050 sacos de 25 kilos cada uno. En total, se calcula que se vertieron al mar cerca de 1.000 millones de pellets que durante los días siguientes ser fueron extendiendo principalmente por la costa de Galicia, pero también por la de Asturias, Cantabria y, en menor cantidad, en la del País Vasco.
Más allá del trabajo de los voluntarios y de las unidades desplegadas por la Xunta de Galicia, la mayoría de los desechos han sido retirados por Salvamento Marítimo. "Seguimos trabajando intensamente con aviones, helicópteros y satélites para localizar acumulaciones o sacos de pellets que podamos recoger directamente en el mar, evitando así que lleguen a tierra", afirma Mónica Mulero, directora de Operaciones de Salvamento Marítimo. Mulero explica también que, no obstante, y como ya sabían por casos similares ocurridos en otros países, "los resultados de la vigilancia en el mar son muy limitados. Es por ello, que la respuesta a este tipo de incidentes se centra en la recogida en tierra, lo que queda ya fuera del ámbito de nuestras competencias. Pese a todo, no cesamos en su búsqueda y seguimos con el dispositivo de búsqueda activado".
El episodio vivido en las costas del norte de España es, sin embargo, únicamente la última consecuencia evidente de un problema que es más habitual de lo deseable en el día a día del transporte marítimo de mercancías. A lo largo de los últimos años han tenido lugar numerosos accidentes que se han saldado con miles de contenedores en las profundidades del mar. De hecho, los datos que la asociación naviera internacional World Shipping Council recoge desde 2008 que cada año se pierden de media unos 1.500 contenedores, si bien organismos como la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés) alerta de que esta cifra podría incluso llegar a los 10.000 contenedores perdidos al año.
Además del peligro que suponen para la navegación de otras embarcaciones, los contenedores que caen al agua pueden contener un tipo de carga capaz de provocar un problema medioambiental, tal y como ha ocurrido en el caso de los pellets. Cada año se producen y manipulan alrededor de 57 millones de toneladas de pellets en la Unión Europea y el Ejecutivo comunitario calcula que en 2019 se perdieron entre 52.140 y 184.290 toneladas en el medio ambiente, lo que equivale a entre 2.100 y 7.300 completos camiones al año. Aunque los accidentes marítimos son los que acaparan más atención mediática, tal y como ya ocurrió con los que tuvieron lugar en Hong Kong en 2012, en Noruega en 2020 y en Sri Lanka en 2021, la mayor parte de las pérdidas tienen lugar en los centros donde se fabrica la grazna. Con las lluvias, las bolitas que se encuentran en los alrededores de las fábricas son arrastradas hasta los ríos y, finalmente, la corriente hace que lleguen hasta el mar.
Sin regulación internacional
Por el momento, no existe ninguna regulación internacional que obligue a las empresas a adoptar medidas para prevenir los vertidos o informar sobre episodios puntuales de contaminación, pero la catástrofe del Toconao ha puesto de manifiesto la necesidad de implementar cuanto antes medidas que permitan atajar este problema.
En este sentido, la Unión Europea está tramitando una propuesta legislativa para prevenir, contener y, como última opción, limpiar los pellets liberados, con el objetivo general de limitar su impacto en, al menos, un 74%. En un principio, la normativa no incluía al transporte marítimo pero el accidente ocurrido en diciembre ha abierto la puerta a introducir una "distinción entre el transporte puramente internacional y el transporte intra-UE".
La Organización Marítima Internacional también está considerando una propuesta para incluir los pellets en su catálogo de materiales peligrosos o dañinos, lo que obligaría a las compañías a aplicar medidas más estrictas a la hora transportarlos.
La industria de los plásticos, por su parte, lleva tiempo impulsando iniciativas para evitar que los pellets acaben en el medioambiente. Las asociaciones del sector están promoviendo por toda Europa el programa Operación Clean Sweep para concienciar sobre la importancia de combatir las pérdidas accidentales de pellets, promocionando las buenas prácticas y aplicando medidas y estándares más exigentes para conseguirlo. Se trata de un programa voluntario de la industria que en España coordina ANAIP con el apoyo del Ministerio para la Transición Ecológica, y al que ya se han adherido todas las empresas productoras y buena parte de las transformadoras en nuestro país.
El reto de la contaminación por microplásticos
Los gránulos de plástico o pellets son la tercera fuente de contaminación involuntaria por microplásticos. La fundación Aquae advierte de que cada segundo se arrojan más de 200 kilos de plástico a mares y océanos, y que el 70% va al fondo marino. Una investigación publicada en Plos One calcula que en la actualidad hay 170 billones de partículas de plástico flotando en el mar y según la Fundación Ellen Macarthur, de continuar a este ritmo en 2050 los océanos podrían contener más plásticos que peces.