Empresas y finanzas

Jesús Ortiz (Oficemen): "La exportación de cemento doblará su caída el próximo año hasta el 20%"

    Jesús Ortiz Used, presidente de Oficemen. Foto: Nacho Martín.

    Javier Mesones
    Madrid,

    Jesús Ortiz Used, presidente de la Agrupación de fabricantes de cemento de España (Oficemen), dibuja un escenario preocupante para un sector que se revela como termómetro de la salud de la construcción. Tras tocar suelo hace dos años, advierte de una ralentización del crecimiento de la demanda interna en un entorno en el que los niveles de ejecución de obra pública se hallan en mínimos, al tiempo que la falta de competitividad de la industria por los precios eléctricos proyecta un descenso de las exportaciones en 2019 del 20%.

    Todo ello llevará el nivel de producción de las plantas españolas hasta el 53% de su capacidad, cuatro puntos menos que en la actualidad. Una situación que amenaza con que se puedan repetir decisiones como la de Cemex, que ha anunciado el cierre de dos fábricas.

    Las últimas cifras apuntan a una desaceleración del crecimiento del consumo de cemento en España. ¿A qué lo atribuye y qué perspectivas tiene?

    En 2017 se produjo por primera vez un repunte, ligero pero esperanzador, del nivel de actividad, al subir un 11% el consumo de cemento en España, hasta 12,3 millones de toneladas. Para 2018 preveíamos una recuperación de en torno al 11-12%, pero hemos tenido que revisar considerablemente a la baja estas cifras y hemos pasado a un escenario que en el mejor de los casos será del 7%. Lo achacamos al estancamiento e incluso retroceso de la ejecución de obra pública. En el primer semestre, por primera vez, supone menos volumen de actividad que la edificación, residencial y no residencial. Se sitúa en el 48% del total, cuando tradicionalmente estaba en torno al 60%.

    La construcción de vivienda nueva trae mejores noticias.

    Detectamos que lo único que tira de la industria del cemento es el sector residencial, la construcción de vivienda nueva, que ha pasado de suponer unas 65.000 viviendas iniciadas en 2016 a 85.000 en 2017 y que puede llegar a las 100.000 este año. Una cifra que aún seguirá representando menos de la mitad de las 220.000 viviendas que se construirán en el periodo 1970-2000 y que es lo que consideramos un nivel normal de actividad.

    ¿Prevé que el consumo de cemento siga desacelerándose en 2019?

    Tememos que se acentúe. Una recuperación basada solo en la construcción residencial nos va a dejar en niveles de actividad muy similares a los de este año. Será una aceleración de la deseceleración. Nos movemos para 2019 en un escenario de estabilidad ligeramente positiva.

    Y mientras siguen sin aprobarse los Presupuestos...

    Es un elemento de incertidumbre y no parece que se vaya a despejar. Lo que más temen los empresarios en general y nuestra industria en particular es la falta de previsibilidad. Hay verdadera preocupación.

    ¿Cuál es el nivel sostenible de consumo de cemento?

    Si la ejecución de obra pública y la actividad residencial están en la mitad de lo que debería ser un nivel normal y estamos entre 12 y 13 millones de toneladas, el consumo estructural debería situarse entre 20 y 25 millones. Con los 13 millones de este año la utilización de la capacidad de producción para atender el mercado doméstico es únicamente del 35%.

    Cemex ya ha anunciado el cierre de dos plantas. ¿Puede haber más?

    Las decisiones que ha podido tomar esta empresa se sitúan dentro de un contexto en el que las perspectivas de recuperación son menores y hay una inflación significativa de los costes eléctricos, que suponen en torno al 40% de los costes variables para nuestra industria; y estos son sobre los que se basa nuestra capacidad exportadora, que está retrocediendo a un ritmo del 10% anual y nos tememos que en 2019 se duplicará hasta el 20%.

    Esto va a provocar que por primera vez el nivel de actividad productiva en las fábricas va a descender del 57% al entorno del 53%. Podríamos perder cuatro puntos y eso se traduce en riesgo de pérdida de entre 1,5 y 2 millones de toneladas, lo que equivale a la producción de tres o cuatro fábricas -en España hay 33-. Y no olvidemos que las empresas ya lo estaban pasando mal porque es un sector que en 2016 estaba en números rojos y sospecho que seguimos igual.

    Existen, por tanto, riesgos de nuevos cierres y deslocalizaciones.

    Es una respuesta que corresponde a las empresas que conforman Oficemen pero es un riesgo que está sobre la mesa. Estos últimos ocho años hemos mantenido un nivel de actividad del 57% gracias a las exportaciones que nos ha permitido seguir con un nivel de empleo en las fábricas. Hay gran preocupación con lo que pueda pasar en 2019 y en adelante si no restablecemos la competitividad, especialmente en términos de costes eléctricos.

    ¿Qué debe hacer el Gobierno?

    Acogemos de manera muy positiva las declaraciones de las ministras de Transición Ecológica y de Industria en favor de la clasificación de nuestro sector industrial y la creación del Estatuto de la Industria Electrointensiva, pero se tienen que concretar. Esperamos el reforzamiento del mecanismo de interrumpibilidad y hemos hecho propuestas muy claras de compensación de costes indirectos.

    Y se puede actuar con los mecanismos de financiación de las renovables a través del peaje eléctrico. Ahora mismo, cuando tenemos que cerrar los contratos de exportación para 2019, no sabemos qué coste eléctrico vamos a tener. Y a nivel de autonomías y ayuntamientos vemos mucha falta de impulso en materia de valorización energética.

    ¿Cuánto tienen que bajar los costes energéticos?

    Si nos han subido un 20% este año, deben volver a niveles entre un 20% y un 25% inferiores.