Empresas y finanzas

Codorníu y Freixenet, de la empresa familiar al mercado

  • Las dos compañías han acordado dar entrada a capital extranjero

Josep Ramón Torné

La empresa catalana recordará este 2018 como el año en el que dos de sus buques insignia pasaron del control total de sus respectivas familias a depender del capital extranjero. Además, se trata de Freixenet y de Codorníu Raventós, dos de sus referentes en un sector tan tradicional como el del cava.

En ambas empresas, la división en el accionariado y la falta de entrada de una dirección profesionalizada exterior a la familia han empujado en la misma dirección y han abierto la puerta a la entrada de nuevos propietarios.

Con todo, las dos firmas de El Penedés no han seguido el mismo camino y han llegado a distintas soluciones.

La aceptación de Carlyle

Codorníu Raventós anunció a finales de junio la firma de un acuerdo de exclusividad para la venta de la mayoría de su accionariado a fondos de inversión asociados a la gestora de activos Carlyle Group, que valoró el 100 por cien de la compañía cavista en 390 millones de euros, incluida la deuda. Según la presidente de Codorníu, Mar Raventós, la operación debe impulsar la internacionalización de la marca y la mejora de resultados, que este año deberían alcanzar los 30 millones de ebitda y los 11 millones de beneficios, tras salir de pérdidas en 2016.

Por su lado, el director general de Carlyle Group en Europa, Alex Wagenberg, afirmó que quieren convertir Codorníu en una marca líder del mercado mundial de vinos y cavas a partir de su posicionamiento en productos de primer nivel, y a través del crecimiento internacional, tanto orgánico como a través de nuevas adquisiciones.

Todo empezó cuando Carlyle Group se acercó a varios accionistas del productor de vinos y cavas descontentos con la gestión del actual equipo directivo para comprarles su parte en la empresa, siempre que el fondo de inversión logrará el control de más de un 51 por ciento de la firma. Fue entonces cuando Raventós y el consejero delegado de Codorníu, Javier Pagès, buscaron el asesoramiento de AZ Capital para que encontrase un socio minoritario que les ayudase a dar salida a los accionistas que pretendían vender su parte.

No obstante, fuentes de Codorníu señalaron a elEconomista la dificultad de mantener la unidad de criterio en una empresa que ha quedado repartida en 218 accionistas, tras 18 generaciones de una historia que se remonta al año 1551. Así, se terminó aceptando la oferta de Carlyle, que tomará el control mayoritario tras la due diligence que debe terminar a finales de 2018.

Apuesta por Henkell

La venta de Freixenet también se inició por disensos familiares sobre el futuro de la compañía. El clan de los Hevia presentó en 2016 al conjunto de los accionistas la oferta de compra de Henkell (filial vinícola de la multinacional alemana de alimentación Oetker Group), que valoró entonces a la empresa por un importe de 500 millones de euros. El presidente de honor de Freixenet, José Ferrer Sala, cuya rama controlaba el 42 por ciento de la cavista, intentó en un primer momento contrarrestar la oferta germana y comprar las participaciones de las ramas familiares con intención de vender para evitar la entrada de accionistas externos, pero no logró convencer a la banca para que financiase el importe que suponía esta adquisición.

Finalmente, los Hevia (que controlaban el 29 por ciento de Freixenet) y tres ramas de los Bonet (que ostentaban el 7,25 por ciento cada una) acordaron en marzo la venta a Henkell del 50,7 por ciento de la empresa cavista, que terminó recibiendo una valoración total de 440 millones por parte de la firma alemana. Por el camino, la familia pasó por el trance de las muerte de las hijas de los fundadores de Freixenet, Carmen y Pilar Ferrer Sala, ambas ocurridas en 2016. Asimismo, tanto la operación de venda de Freixenet como la de Codorníu se han producido en plena inestabilidad política por el proceso soberanista vivido en Cataluña, una situación que no ha contribuido en los últimos años a tranquilizar a posibles inversores.

Último giro en el guión

No obstante, la operación de Freixenet aguardaba un último giro en el guion en las postrimerías de su historia. El pasado martes, una vez conseguida la autorización de la Comisión Europea a la compra de Henkell, la empresa cavista anunció que Ferrer Sala había realizado una ampliación de capital que -junto con el 7,25 por ciento que posee el actual presidente de Freixenet, José Luis Bonet- les permitiría controlar conjuntamente el 50 por ciento de la empresa.

Así, el nuevo consejo de administración de Freixenet estará encabezado por dos copresidentes, el propio Bonet y Albert Christmann, socio general de Oetker. También formarán parte del consejo de administración Demetrio Carceller, presidente de Damm, Pedro Ferrer, y Andreas Brokemper, portavoz de la dirección de Henkell.