Un maestro relojero gallego en el corazón de la relojería suiza
elEconomista.es
Uno de los nombres propios de la historia de la emigración de Galicia de la segunda mitad del siglo XX es Suiza. Fueron muchas las familias que pusieron la esperanza de un futuro mejor en este pequeño y prospero país helvético. De hecho, la población actual de gallegos en Suiza representa un 37,6% de toda la emigración española en el país, en concreto 31.740 gallegos según el INE. Uno de esos emigrantes y todavía residente es Francisco Pasandin (Ourense, 1958), maestro relojero de Audemars Piguet. Un enamorado de los relojes que lleva casi 40 años trabajando en la cuna de la relojería suiza de alta gama, el Vallée de Joux (Le Brassus). No obstante, tiene claro que se "va a jubilar siendo un aprendiz".
De madre ourensana y padre coruñés, Pasandin fue uno de los muchos niños gallegos de los años 60 que vieron a sus padres hacer la maleta y partir. Un nuevo horizonte sin fecha de regreso, en un país diferente, con una cultura más avanzada y una lengua desconocida. El recuento familiar se produce cuando Francisco tenía 13 años. Y una vez en Suiza y tras terminar la formación básica "sin conocer nada del idioma", dice, comenzó sus estudios de relojería en el prestigioso Colegio de La Vallée de Joux. Una región, cuenta Audemars Piguet, cuyos recursos naturales -especialmente los bosques, el agua, el hielo y las rocas, a partir de los cuales se podía extraer mineral de hierro- proporcionaron los medios necesarios para que la industria relojera evolucionara y prosperara.
Francisco Pasandin recuerda la fecha exacta del día que entró Audemars Piguet: "El uno de mayo del año 80". Un trabajo que consiguió gracias a su madre y que ha mantenido hasta la actualidad. Comenzó en el taller de reglaje y después pasó a formar parte del Servicio al Cliente porque un superior dijo: "Llévate al pequeño español que no es malo". En este departamento ha pasado por todas las etapas de la reparación de cualquier tipo de reloj "desde los más simples a los más complicados", dice. Llegó a dirigir un equipo de más de 25 relojeros, pero en l actualidad se enfrenta a la restauración de joyas de relojería desde un taller de tres personas. "Me gustaba pero me di cuenta que no tenía tiempo para aprender más sobre los relojes. Entonces me separé a un taller más pequeño donde hacemos todas las complicaciones y restauraciones".
Para este maestro relojero gallego, un reloj mecánico como los que hace Audemars Piguet es una obra de arte. A pesar de llevar casi cuarenta años en la compañía, confiesa que se emociona cada vez que descubre las entrañas de cada uno de los relojes que restaura porque descubre tanto "las chapuzas que otras personas le hiceron" como admira el trabajo que han hecho nuestros antepasados: "Se me cae la baba", asegura. Pasandin tiene claro que aunque con determinadas mejoras hoy en día "estamos copiando lo que nuestros antepasados han hecho". De hecho, en su dinámica de trabajo trata de reproducir las herramientas y los gestos que hacían los relojeros del pasado para hacer la mejor restauración.
Los relojes de Audemars Piguet a lo largo de los años han superado los límites técnicos y teóricos creando mecanismos cada vez más exigentes. Como auténticos artesanos, la firma está comprometida con definir y hacer evolucionar la alta relojería, dominando las reglas solo para poder romperlas. Toda la filosofía de Audemars Piguet gira en torno a la creación de complicaciones relojeras, es decir, toda aquella indicación que se añade a la de la hora, los minutos y los segundos en un reloj, y como son el calendario perpetuo o el cronógrafo. Unas creaciones poco convencionales, preciosas y sistemáticamente únicas. "Con nosotros descubrirá cómo nuestro dominio de las complicaciones se ha convertido en la demostración por antonomasia de nuestra maestría", sentencia la marca.
El Royal Oak Calendario Perpetuo es uno de los modelos de esta marca que combina el oro con la complicación más clásica de la relojería, el calendario perpetuo. Un mecanismo tan ingenioso como complejo de realizar que no necesitará la más mínima corrección hasta el año 2100, y después hasta el 2200, ya que excepcionalmente dichos años no son bisiestos. Así, las indicaciones de día, fecha, mes, luna astronómica, así como la imprescindible indicación del año bisiesto, con la semana del año situada en el realce exterior de la esfera, disfrutan de un lugar privilegiado en la esfera con decoración Grande Tapisserie. Además, el oro, símbolo de riqueza y poder, fue el elegido para vestir la caja de los ultraprecisos mecanismos relojeros de este modelo.