Empresas y finanzas

Los supermercados Bonpreu doblan sus ventas hasta más de 1.000 millones durante el 'procès'

  • La cadena del empresario independentista Joan Font factura 1.076 millones
Joan Font, presidente y propietario de la cadena Bonpreu.

Javier Romera

Bonpreu, la cadena de supermercados catalana propiedad de Joan Font, es una de las empresas que más beneficios ha obtenido del procés. Desde el inicio de la ofensiva soberanista en 2010, Font se posicionó de una forma clara y contundente a favor de la independencia -fue el único empresario que formó parte del Consejo Asesor para la Transición Nacional creado en 2013 por la Generalitat para asesorarla sobre el proceso de secesión- y ha sabido sacar provecho de ello.

Así, el grupo ha pasado de facturar 505 millones de euros en 2010 a un total de 1.076 millones en el último ejercicio, cerrado el pasado 28 de febrero. Y su objetivo es mantener además el mismo ritmo e incrementar en el presente año fiscal las ventas otro 11,5%, hasta superar los 1.200 millones de euros.

Red de 235 establecimientos

Actualmente, el grupo que preside Font suma una red de 235 establecimientos: 123 supermercados bajo la marca Bonpreu, 50 hipermercados Esclat, 43 gasolineras EsclatOil, nueve minitiendas en las estaciones de servicio y 10 centros de recogida de compras online. Para mantener el mismo ritmo de crecimiento, el grupo ha anunciado una inversión en los dos próximos años de 200 millones de euros.

La compañía ha conseguido elevar en el mismo sentido sus ganancias y en el último ejercicio obtuvo un resultado después de impuestos de 37,2 millones de euros, lo que supone un crecimiento del 3,6% frente a los 35,9 millones de euros que había ganado el año anterior.

Al margen de las subvenciones recibidas durante los últimos años, el grupo Bonpreu, que centra prácticamente toda su actividad en Cataluña, se ha beneficiado de las fuertes restricciones impuestas por la legislación autonómica al desarrollo de las grandes superficies, logrando captar además a un consumidor políticamente afín. Font, que ha asegurado en varias ocasiones no temer los posibles boictos que le hicieran determinados consumidores contrarios a la independencia, se ha caracterizado por potenciar siempre el uso del catalán en sus establecimientos, con una fuerte presencia también de las marcas locales. Así, en agosto de 2008 la empresa se adhirió a la campaña Si us plau, parla'm en català (Por favor, háblame en catalán), distribuyendo 2.500 chapas a sus trabajadores con dicho mensaje.

Desde la compañía insisten, sin embargo, en que "estamos en un mercado tremendamente competitivo y si hemos logrado captar al consumidor en el mercado catalán no es por cuestiones ideológicas sino porque ofrecemos un modelo diferencial, con precios bajos y una oferta muy variada, con gran variedad de surtido".

Desde Bonpreu justifican así su fuerte desarrollo frente a otras cadenas de supermercados, con las que compiten en proximidad, pero que están más enfocadas en las enseñas blancas, porque "Cataluña es un país marquista". "Hemos sabido conectar con los consumidores, pero eso no tiene nada que ver con cuestiones políticas porque nos va igual de bien en localidades independentistas que en los sitios donde gana Ciudadanos", aseguran en la empresa de Font.

Restricciones a los rivales

En distintos informes en los últimos años la Autoridad Catalana de la Competencia, al igual que a nivel nacional la CNMC, han criticado abiertamente las restricciones impuestas por la legislación catalana, que según decían, estaban perjudicando a determinados operadores en beneficio de otros. "Las restricciones a la implantación de establecimientos provocan una pérdida de inversiones y de creación de puestos de trabajo, así como un nivel de precios más elevados del que existiría en ausencia de esta regulación", aseguraba así en uno de estos informes la ANC hace tres años.

Privilegios no justificados

"Las restricciones reducen la oferta global tanto en cantidad como a nivel de variedad de tipologías de formatos comerciales y de marcas. La regulación comercial otorga a los operadores implantados una serie de privilegios no justificados en forma de un mayor poder de mercado del cual pueden abusar", sentenciaba el organismo responsable de velar por la competencia en Cataluña. Pero lejos de cambiar la normativa, el Gobierno de Carles Puidemenont puso en marcha antes de su destitución tras el referéndum ilegal del 1 de octubre nuevas medidas proteccionistas.

Así, estableció por ejemplo un tope de apertura de 75 horas semanales -se obliga además a cerrar a partir de las nueve de la noche-, frente a las 90 que marca la normativa del Estado. Y del mismo modo también dejó en manos de los Ayuntamientos la apertura de dos festivos al año de los diez que permiten abrir las puertas al comercio, con lo que dificulta la gestión de las grandes superficies frente a cadenas de supermercados como Bonpreu.

Sin embargo, y a pesar de su defensa de la independencia de Cataluña, Joan Font no dudó en trasladar de Marnesa a Madrid su sociedad de inversión en capital variable -Portfoli GT Sicav SA-, que gestiona un patrimonio de 9,8 millones de euros, el pasado 16 de octubre, poco después del referéndum convocado por el expresidente Carles Puigdemont.

Bonpreu no es, sin embargo, la única empresa de marcado carácter independentista que ha conseguido un crecimiento récord en los últimos años. Otro ejemplo claro es Valvi Supermercados, la empresa de Joaquín Vidal, dueño del diario El Punt Avui, desde el que ha defendido de forma activa la ruptura unilateral con el resto de España. Esta cadena alcanzó en el último ejercicio una facturación de 58,8 millones de euros, lo que supone un crecimiento del 10,9% respecto al año anterior. El resultado después de impuestos de la compañía se ha duplicado también prácticamente, hasta un total de 2,8 millones de euros.