Empresas y finanzas

El declive de Blesa: de cobrar 3,5 millones a pedir ayuda a su hermano y no poner la calefacción

  • Tenía embargados sus ingresos y no podía pagar un seguro de automóvil
Miguel Blesa, en una de sus lujosas cacerías. Imagen: Getty.

Eva Díaz

Miguel Blesa pasó de vivir una vida de vino y rosas a no poder permitirse poner la calefacción. Los distintos embargos judiciales que pesaban sobre sus bienes y sus tres viviendas -una en El Escorial, otra en El Plantío de Madrid y una última en Linares, su ciudad natal-, dejaron al expresidente de Caja Madrid sin liquidez alguna. Miguel Blesa, expresidente de Caja Madrid, hallado muerto con un disparo en el pecho

Blesa tenía que recurrir a menudo a su hermano Ramón -notario de Málaga- para que le ayudara económicamente ante la situación precaria que vivía, según fuentes del círculo más íntimo del exfinanciero.

La vida de austeridad forzada que llevaba Blesa se reflejaba también en la imposibilidad de poder asumir el coste de la calefacción. El matrimonio formado por Gema Gómez y el exbanquero tan solo se permitía encender el radiador de una de sus habitaciones de la vivienda de El Plantío. El juez Fernando Andreu, por otro lado, no permitió a Blesa que pagara un seguro a todo riesgo para el coche que tenía -un modelo de unos 14 años de antigüedad-, lo que provocó que el expresidente de Caja Madrid se quedara sin vehículo al no poder permitirse el pago de la reparación tras sufrir un percance con el coche.

Las circunstancias finales de la vida de Blesa distan mucho a las logradas con su meteórica carrera. Duplicó su sueldo en 2002, pasando de cobrar 1,7 millones de euros al año, a ingresar 3,5 millones. Esto le permitió costearse un alto nivel de vida, que se hizo público tras saltar el escándalo de las tarjetas black.

Los movimientos de su visa opaca reflejaron gastos entre enero de 2003 y diciembre de 2009 de 2.826 euros en el Golf Hotel Guadalmina (Málaga), comidas en restaurantes por encima de los 700 euros, repetidas compras en tiendas de vinos, alquiler de coches por 468 euros, compras de billetes de avión, libros, artículos de lujo en firmas como Louis Vuitton o diversas retiradas de efectivo de los cajeros, siempre del máximo permitido, 600 euros.

Los elevados desembolsos no fueron suficientes para Blesa, que llegó a pedir entre abril y mayo de 2004 una ampliación de su tarjeta de crédito de 24.000 euros, dinero que gastó, según reflejó la prueba principal del caso de las visas opacas, en realizar un viaje.

Con casi 70 años, Blesa llevaba años retirado de la vida empresarial, no solo por superar la edad de jubilación, sino porque las distintas imputaciones le llevaron a que muchos de sus viejos socios ya no quisieran contar con él en los negocios.

El expresidente llegó a tener una treintena de cargos en distintas empresas a lo largo de su vida como en Iberia, Dragados, Endesa, Torre Norte Castellana o Golf La Moraleja, sin olvidar los respectivos a Caja Madrid y sus entidades colindantes, como la Fundación o Monte de Piedad. Sin embargo, Blesa terminó sus días sin ninguna vinculación empresarial.