Sabadell, a la búsqueda de una mayor rentabilidad y de diversificar el riesgo
Lourdes Miyar
La oferta preliminar del Sabadell sobre el británico TSB es la segunda operación internacional en la que se ve involucrada una entidad española de mediano tamaño con la mayoría de su negocio concentrado en el mercado doméstico.
Primero fue la oferta de Caixabank, que persigue hacerse con el control del portugués BPI, del que ya tiene un 44 por ciento y, de fructificar esta operación, pujar fuerte por Novo Banco, lo que le supondría ser líder en el país vecino. Sabadell, de acabar con éxito la compra pactada con su socio estratégico, le abriría la puerta a un mercado, que aunque maduro, tiene gran potencial de rentabilidad.
No es ninguna casualidad que las dos ofertas se hayan conocido en tan poco espacio de tiempo, y en los próximos meses, siempre que el aspirante tenga suficiente músculo, se deberían ver más. La razón es simple. Una vez que lo peor de la crisis ha pasado, aunque aún lejos de estar normalizada la rentabilidad del negocio, los bancos miran al futuro y quieren evitar los riesgos que atravesaron en los últimos años.
Los bancos españoles, aunque bien gestionados, no pudieron eludir en sus cuentas el impacto del terremoto que azotó al sector. Su mayor riesgo fue la concentración en el mercado doméstico y, por ello, la internacionalización es uno de los objetivos primordiales.
El presidente del Sabadell, Josep Oliu, ya anunció que esperaba que el 30 por ciento del negocio del grupo bancario proceda del exterior en los próximos años, mientras ese porcentaje sólo alcanza el 8 por ciento en la actualidad. Por ello, con la experiencia que le da ser el banco que más absorciones ha realizado en España en los últimos años, se volcará en que el banco penetre en otros mercados, además de explotar la franquicia de México, donde espera tener este año la ficha bancaria.
La supervisión única, estrenada por el BCE hace sólo unos meses, pone límites a estos planes, ya que una de sus primeras preocupaciones es que los bancos se encuentren holgadamente capitalizados. Por ello, tampoco es de extrañar que las dos primeras entidades que han movido ficha en el extranjero sean también dos bancos que han pasado los test de estrés del pasado octubre con suficiente holgura.
Otra de las preocupaciones del nuevo supervisor, y también de todas las entidades, es la de la baja rentabilidad del negocio. Si un banco no tiene posibilidad de mejorar con sus activos, entonces se verá forzado a mejorar sus cifras con adquisiciones. Agotados, o casi, los movimientos corporativos en España que sirvieron a no pocas entidades para este fin, ahora es el momento de volverse al exterior.
Si en la década pasada fueron Santander y BBVA los que abordaron su internacionalización, y con ella la diversificación del riesgo, este año y los siguientes habrá un movimiento similar en los medianos. Al menos de los que puedan.