AB InBev quiere salir de Rusia y negocia con Anadolu Efes la venta de su participación
- La decisión le supondrá perder más de 1.000 millones en activos
- Carlsberg y Heineken también han abandonado el país
elEconomista.es
En los dos meses transcurridos desde el inicio de la guerra en Ucrania, numerosas empresas internacionales han abandonado Rusia en señal de protesta. La última en unirse a esa lista de multinacionales es la belga Anheuser-Busch InBev, dueña de Budweiser. El mayor fabricante de cerveza del mundo quiere vender su participación en una joint venture en el país con la turca Anadolu Efes, aunque eso le suponga perder 1.100 millones de dólares en activos (más de 1.000 millones de euros).
AB InBev se encuentra en "discusiones activas" con Anadolu Efes sobre la compra de su participación en la empresa conjunta, que actualmente tiene 11 cervecerías en Rusia y emplea a 3.500 personas. Como parte del acuerdo para abandonar Rusia, el segundo principal distribuidor de cerveza en Rusia, por detrás de Carlsberg, solicitará una suspensión de la licencia de producción y venta de Budweiser en el país invasor.
La noticia ha provocado una caída en el precio de las acciones de la cervecera belga, que cerró la sesión el jueves en 57,52 euros y ahora se encuentra en 55,63 euros. Por su parte, Anadolu Efes llegó a ganar un 5,1% en Estambul, la cifra más alta desde diciembre.
Previamente, la compañía belga había anunciado que renunciará a su beneficio financiero como socio no controlador de la empresa, lo que quedará contabilizado en sus resultados del primer trimestre como 1.100 millones de dólares en concepto de pérdida de valor no monetaria, según publica Reuters. Dicha pérdida representa tan solo el 0,5% de los activos totales de la empresa, por lo que no representa un grave problema para el negocio de AB InBev.
La decisión de la cervecera belga se produce después de que otros actores del sector, Carlsberg y Heineken, hayan realizado movimientos similares. Para la danesa, la decisión de vender su negocio en Rusia supondrá una pérdida de valor de casi 1.300 millones de euros. En el caso de su rival holandés, el coste de abandonar Rusia ascenderá a 400 millones de euros.