Empresas y finanzas

Kellogg, en la encrucijada: contratará 1.400 trabajadores para suplir una huelga de dos meses

  • Fabrica marcas de cereales como Choco Krispies y las patatas Pringles
Una de las protestas de los trabajadores de Kellogg. Foto: Twitter

Javier Collado Sánchez

Dos meses de huelga, y contando. Esa es la situación por la que atraviesan varias fábricas de Kellogg, la compañía estadounidense famosa especialmente por su producción de cereales como Choco Krispies, All-Bran o Corn flakes y de marcas como Pringles. Un desacuerdo en los sistemas de remuneración de los empleados ha llevado a una situación que se tensa por momentos y que está afectando a la cadena de producción de la compañía.

Después de una nueva negociación en los últimos días, que concluyó con un principio de acuerdo entre patronal y sindicatos, los trabajadores no ratificaron el pacto con la compañía y anunciaron que seguirían en huelga. Acto seguido, la empresa ha anunciado que contratará a 1.400 personas para sustituir a los huelguistas.

"El paro prolongado en el trabajo no nos deja otra opción que continuar ejecutando la siguiente fase de nuestro plan de contingencia, incluyendo la contratación de empleados sustitutos en las posiciones vacantes de los trabajadores en huelga. (...) Tenemos una obligación con nuestros clientes y consumidores de seguir proporcionando los cereales que conocen y quieren", ha señalado en un comunicado el presidente de Kellogg Norteamérica, Chris Hood. Además, ha recordado que la empresa ya se ha sentado en 19 ocasiones a negociar con los representantes de los trabajadores en lo que va de año.

La empresa intentará suplir así los huecos dejados en las plantas de Michigan, Nebraska, Pennsylvania y Tennessee mediante contrataciones temporales, si bien en la oferta de trabajo se apunta que podría haber podría suponer "oportunidades permanentes en el futuro". Además, advierte de que podrían enfrentarse a piquetes al acceder a las instalaciones, según informan medios estadounidenses.

Un asunto de Estado

La reacción no se ha hecho esperar. Políticos de todo el país se han lanzado a criticar las nuevas contrataciones de la compañía. El propio presidente de EEUU, Joe Biden, ha emitido un comunicado en el que acusa a la empresa de llevar a cabo un "ataque existencial al sindicato y a los empleos y formas de vida de sus miembros".

Las redes sociales también han reaccionado con prontitud a la medida tomada por la empresa y a través de Reddit se ha promovido un movimiento para saturar las vías de contratación con curriculums falsos. Un usuario de TikTok, por su parte, ha publicado un código informático que, de forma automática, crea una cuenta de usuario y rellena con información falsa los datos de contacto, además de adjuntar un curriculum. Todo con el objetivo de dificultar o impedir que Kellogg pueda reemplazar a los huelguistas.

Más de un año de incertidumbre

El convenio de empresa previo había caducado en 2020 y se prorrogó un año en el cual patronal y sindicatos han negociado una alternativa. El principal escollo es la división actual de los trabajadores en dos categorías en función de su antigüedad en la empresa, pero los más nuevos sólo pueden entrar en la categoría superior en el caso de que los antiguos dejen el puesto de trabajo puesto que solo el 30% de la plantilla podía ocupar ese rango. Este ascenso de categoría supone mayor salario y beneficios laborales.

El convenio caducaba el pasado 4 de octubre, y la tanda previa de negociaciones realizada en septiembre concluyó sin acuerdo. El sindicato afirmó entonces que Kellogg planeaba externalizar la producción a México si no se aprobaban sus propuestas de entonces, y que pretendía eliminar la revalorización salarial según la inflación y no aportar a los planes de pensiones de las nuevas contrataciones, algo que la compañía negó públicamente. Ante la falta de acuerdo y una vez caducada la prórroga del convenio, los trabajadores fueron a la huelga el 5 de octubre, forzando que las cuatro plantas afectadas paralizasen su actividad.

Desde entonces, diversos políticos locales han acudido a las manifestaciones de apoyo frente a las fábricas, al tiempo que figuras de nivel nacional como el senador demócrata Bernie Sanders se han posicionado al lado de los huelguistas. Además, se está llevando a cabo una campaña de boicot hacia los productos de la compañía.

En la negociación que ha tenido lugar esta semana, el sindicato BCTGM (siglas en inglés para Sindicato Internacional de Trabajadores de la Panadería, la Confitería, del Tabaco y Molineros de Granos) había logrado que la empresa acelerase el paso de la categoría inferior a la superior, así como incrementos salariales para los empleados de la clase baja en función de los años trabajados en la compañía. Para los de la clase superior, la subida de sueldo sería del 3%. La propuesta de convenio, que tendría una duración de cinco años, fue rechazada por una amplia mayoría de los trabajadores, que mantienen los paros.

Kellogg cotiza prácticamente plana en lo que va de año y en el último semestre se mueve entre los 62 y 67 dólares por acción. La falta de acuerdo en octubre y el inicio de la huelga lastró el valor de los títulos de los 64 dólares al entorno de los 61,5 a lo largo de ese mes, con una pequeña recuperación en noviembre. La negativa de los empleados a aceptar la nueva protesta también ha supuesto un ligero retroceso en el precio de la acción.

Unas previsiones de crecimiento en peligro

En noviembre, Kellogg presentó los resultados del tercer trimestre, donde reflejó un beneficio de 307 millones de dólares (0,89 dólares por acción), y con un crecimiento de las ventas del 5,62% interanual hasta los 3.620 millones, especialmente gracias al 14% que aumentaron en Europa.

En la llamada posterior con los analistas, el consejero delegado, Steven Cahillane, se refirió al incremento del coste de las materias primas y a los cuellos de botella a nivel mundial, además de la situación en el ajustado mercado de trabajo estadounidense que conduce a "absentismo, alta rotación, dificultad para mantener el trabajo temporal e incluso huelgas". Confiaba entonces en que la "muy buena propuesta" que iban a presentar a los empleados fuese aceptada. La negativa no ayudará a que la firma cumpla sus previsiones de crecimiento de un 2 o 3% en el presente año fiscal.