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Agricultura de conservación, una práctica beneficiosa para la sociedad

  • Su aplicación no solo supone beneficios medioambientales, sino también supone una mejora en el ámbito económico y social

elEconomista.es

El sector agrícola y en concreto el desarrollo de prácticas sostenibles como la agricultura de conservación serán fundamentales para alcanzar los ambiciosos objetivos del Pacto Verde Europeo y las estrategias europeas en materia medioambiental y alimentaria.

En este sentido, la agricultura de conservación, cuyo crecimiento en España es de más del 58% de la superficie dedicada entre 2008 y 2019, se basa en la aplicación de tres principios: no laboreo, mantenimiento de una cobertura vegetal permanente y establecimiento de rotaciones en cultivos herbáceos extensivos.

Con todo ello, busca dar respuesta a los problemas ambientales revelándose como una alternativa especialmente respetuosa y eficiente con los recursos naturales, evitando hasta el 90% de la erosión del suelo y aumentando los niveles de materia orgánica y fertilidad del suelo.

De esta manera, esta técnica evita la pérdida de casi 13 toneladas de suelo por hectárea y año debido a la erosión, respecto a la agricultura convencional, lo que supone un ahorro económico en términos de depreciación evitada de 157 millones anuales y que podría llegar a 811 millones de euros en un escenario de adopción potencial máximo, tal y como expone el Estudio La Agricultura de Conservación y las herramientas para su puesta en práctica en el contexto del Pacto Verde Europeo, elaborado por PwC, con el impulso de AEPLA (Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas), ANSEMAT (Asociación Nacional de Maquinaria Agropecuaria, Forestal y de Espacios Verdes), la colaboración científico-técnica de la AEAC.SV (Asociación Española de Agricultura de Conservación Suelos Vivos) y el patrocinio de Bayer.

Además, contribuye a la calidad del aire al mejorar la fijación de CO2 en el suelo y reducir las emisiones de CO2 a la atmósfera y lleva asociado un aumento de la biodiversidad, pudiendo multiplicar el número de seres vivos que habitan el suelo entre 2 y 7,5 veces más que la agricultura convencional.

Económico y social

Por otro lado, desde el punto de vista económico, en 2019, la aportación total de la agricultura de conservación al PIB ha sido de 4.285 millones de euros, lo que supone un 16% de la contribución total del sector agrícola.

Asimismo, con un riesgo de pobreza en las zonas poco pobladas del 15% y con cerca del 68% de los agricultores viviendo en estas zonas, la contribución al empleo agrícola derivada de la práctica de la agricultura de conservación tiene una gran relevancia para la fijación de la población al territorio.

Gracias a la actividad de la agricultura de conservación se emplean en España de forma directa, indirecta e inducida a un total de 150.498 trabajadores, lo que representa un 14% de la ocupación total generada por el sector agrícola.

Además, el ahorro en los tiempos de trabajo permite a los agricultores disponer de tiempo adicional para ser utilizado en otras actividades tanto dentro como fuera de la explotación agraria.

En definitiva, para el agricultor, genera una mejora en la rentabilidad de las explotaciones, una mayor sostenibilidad de la actividad y un aumento en las condiciones económicas.

Herramientas esenciales

Sin embargo, para poner en práctica la agricultura de conservación y sus tres principios, son necesarias herramientas que permitan realizar las labores de cultivo como la siembra y el control de las malas hierbas.

La maquinaría de siembra directa y los herbicidas son herramientas esenciales

Una de las herramientas necesarias es la maquinaria de siembra directa, una tipología de maquinaria específica que permite hacer la siembra directa sobre suelo sin labrar.

Asimismo, otra de las herramientas necesarias para la agricultura de conservación son los herbicidas, siendo el glifosato un producto esencial para este control ya que contribuye al control de las malas hierbas de forma más efectiva y eficiente que métodos alternativos y su uso está asociado a mayores productividades y menores costes.