El capital riesgo, en el radar de las grandes fortunas pese al coronavirus
- Manuel Lao o Modesto Rodríguez Blanco, últimos en unirse a estas inversiones
Araceli Muñoz
Manuel Lao, fundador de Cirsa, y Modesto Rodríguez Blanco, uno de los fundadores de Fadesa, han sido los dos últimos empresarios que han sucumbido al encanto del capital riesgo y han pasado a engrosar la interminable lista de grandes fortunas españolas que apuestan por este tipo de inversión. En ella, aparecen conocidas sagas familiares españolas como los Abelló o los March, famosos magnates españoles como Juan Roig o personajes más mediáticos como Rafa Nadal o Alicia Koplowitz.
El capital riesgo, caracterizado por la toma de participaciones temporales en empresas -normalmente- no cotizadas, ofrece unas rentabilidades más altas que otros activos más líquidos, como es el caso de los mercados financieros. Según los expertos consultados, el capital riesgo renta en torno al 8,5%, frente a otros activos como el inmobiliario (3,5%) o el financiero (2,5%).
En un contexto de incertidumbre global, son muchos los grandes empresarios que han aumentado sus aportaciones a este negocio o han puesto en marcha fondos específicos para aprovechar la fiscalidad que ofrece este tipo de estrategias. Según el informe de la consultora Preqin, seis de cada diez family offices de todo el mundo han invertido de forma directa en compañías funcionando como un fondo de capital riesgo al uso o bien a través de otros gestores de estos vehículos.
Diferentes estrategias
Así, su modus operandi varía en función del perfil del empresario en cuestión y, en muchos casos, de su trayectoria profesional. Por ejemplo, la familia Abelló fue una de las pioneras en el mundo del capital riesgo español con la creación de Torreal en el año 1990. Desde entonces, han participado en conocidas compañías como Talgo, Aston Martin, Telepizza o Aernnova, entre otras. Desde el año pasado, la firma está capitaneada por Miguel Abelló. Otro ejemplo similar es el de Artá Capital, el brazo inversor en capital riesgo de la familia March. En la actualidad, cuentan con más de 800 millones de euros en activos bajo gestión y han participado en compañías tan conocidas como Pepe Jeans, Mecalux o Telepizza.
En la actualidad, sin embargo, es otro perfil el que más abunda: las grandes fortunas se apoyan en diferentes expertos (MdF, Arcano Partners o Altamar, entre otros) para que les ayuden a identificar las mejores gestoras a las que destinar recursos de la manera más diversificada posible. Por ejemplo, Manuel Lao, a través de su holding Nortia Capital, ha creado el fondo Tretimero 21, para invertir en la industria del private equity con foco global de la mano de Arcano, según consta en la CNMV.
Una estrategia similar a la de otras fortunas como los Cosentino, los Carulla Font (dueños de Gallina Blanca o Avecrem), Lorenzo Fluxá (dueño de Camper y del 30% de la hotelera Iberostar) o Rafa Nadal (que participa en Mabel Capital, la firma de inversión de Abel Matutes y Manuel Campos).
La tecnología, la niña bonita
Un caso singular es el mundo del venture capital o la inversión en startups, un negocio que parecía vetado hace unos años a los empresarios más tradicionales. En los últimos años, antes de la llegada de la pandemia, el interés de las grandes fortunas por el ecosistema digital ha ido incrementándose poco a poco. Prueba de ello es la mayor incubadora de España, el programa de Lanzadera, desarrollada por Juan Roig.
Sin embargo, el acelerón de la transformación digital de la economía global a marchas forzadas como consecuencia del coronavirus ha hecho que el apetito de los inversores por el mundo tecnológico crezca exponencialmente y ya son muchas gestoras las que han puesto en marcha fondos específicos para que las grandes fortunas inviertan en este segmento. Algo que las cifras avalan: "Los fondos de venture capital suelen aspirar a rentabilidades netas anuales superiores al 15%", explica Rafael Soldevilla, director de productos y servicios A&G Banca Privada. "En general los inversores en estrategias ilíquidas sueles exigir algún punto de rentabilidad extra por el mismo nivel de riesgo frente a alternativas similares que sean accesibles en mercados líquidos", añade el directivo de A&G.
En cualquier caso, es destacable también el impulso que están dando las entidades financieras a la industria del capital riesgo, democratizando en muchas ocasiones el acceso a este tipo de productos a sus clientes de banca privada. ¿Su condición? Tener más de 100.000 euros disponibles para diversificar su patrimonio –cifra que asciende a 200.000 euros en algunos bancos–.
Más allá del mundo del capital riesgo, los expertos apuntan a que el interés de los grandes inversores por los alternativos va a seguir desarrollándose en los próximos meses. "Por ejemplo, estamos ofreciendo la oportunidad de invertir en la promoción de residencias de estudiantes, ya que estamos seguros de que, en un plazo de dos años, la movilidad volverá a los niveles pre-Covid y en España tenemos un enorme déficit frente a la media de los países de nuestro entorno europeo", añade Soldevilla.