Empresas y finanzas

¿Cabeza de ratón o cola de león? La difícil disyuntiva entre liderar un proyecto pequeño o sumar en uno mayor

  • Los proyectos más modestos ofrecen flexibilidad y agilidad para la toma de decisione
  • Las marcas de referencia poseen mayores recursos para iniciativas ambiciosas
Foto: Dreamstime.

Ramón Oliver

En 2007, a sus 27 años de edad, el baloncestista Juan Carlos Navarro ya era capitán del Barcelona, campeón del mundo con la selección española y estaba considerado como uno de los mejores (si no el mejor) jugadores europeos que aun seguían actuando en el Viejo Continente. No por mucho tiempo. Ese mismo verano hizo las maletas, cogió a su familia y se marchó a probar fortuna en la NBA, a los Grizzlies de Memphis, donde le esperaba su amigo Pau Gasol. ¿Por qué renunciar a esas alturas a una carrera consolidada como el líder de un club top en España para ser suplente en un equipo sin muchas aspiraciones en una ciudad en medio de la nada de EEUU y ganando menos de la mitad de lo que cobraba en el Barcelona? Tal vez porque quería demostrar que tenía nivel suficiente para jugar con los mejores en La Meca del baloncesto mundial.

La aventura americana de 'La Bomba' Navarro solo duró un año, quizá lo bastante para obtener lo que había ido a buscar, y la temporada siguiente recorrió el camino inverso para reintegrarse a la disciplina del club de sus amores. Un camino de ida y vuelta que en el terreno empresarial han recorrido infinidad de profesionales y directivos que en algún momento de sus carreras se han enfrentado a una disyuntiva parecida: ejercer de número uno en una empresa pequeña u ocupar una posición de segunda o tercera línea en una compañía mayor. Ser cabeza de ratón o cola de león.

Un caso típico es el del director de área en una multinacional que al cabo de unos años pasa a ser primer ejecutivo en una pyme o startup. "Son personas que a partir de un momento determinado de su vida prefieren trabajar en un sitio en el que puedan tener un mayor control sobre su trabajo o una mayor responsabilidad e influencia a seguir en una empresa con una marca más reconocida pero donde esas aspiraciones son más difíciles de satisfacer", resume Alberto Blanco, senior advisor en Digital HR y Talento.

Ese es el camino más habitual, pero no el único. Luis Huete, profesor de IESE, señala que la personalidad del 'viajero' es uno de los factores que marca esa elección. "Si lo que quieres es tener todo más estructurado y correr menos riesgos, deberías escoger ser cola de león. Mientras que si lo que te gusta es imprimir tu estilo, construir tu propio equipo y sentir un poco de vértigo por la incertidumbre, la mejor opción es cabeza de ratón". La marca personal, tercia Blanco, también se ve alterada en función del camino que se escoja. "Ser cabeza de ratón te permite tener más visibilidad dentro de tu organización pero menos fuera de ella, justo lo contrario de lo que ocurre cuando eres cola de león".

El momento vital o profesional es otro factor determinante. Emilio Solís, socio director de The Human Talent Factory, recuerda que cuando el profesional está empezando su carrera lo más relevante no es ser cabeza de nada, "sino estar en una compañía excelente que te enriquezca y aporte valor a tu perfil profesional y personal". Este consultor recomienda comenzar en "organizaciones grandes, que actúen en mercados y sectores punteros e innovadores y en las que se pueda aprender y desarrollar habilidades profesionales valiosas". Ya habrá tiempo de probar otras aventuras. "Porque", continúa, si has convivido con leones y aprendido de ellos, cuando te toque ser ratón no serás un ratón asustadizo. Serás un ratón con mentalidad de león".

Las grandes marcas y las empresas más modestas aportan, desde sus ópticas, ventajas complementarias

Joaquín Danvila es un directivo del ámbito de la formación que ha transitado esa carretera de doble sentido en varias ocasiones. Hace apenas unas semanas fue nombrado jefe del departamento de Formación y Desarrollo Digital del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB). Hasta su incorporación había ocupado la dirección general de una escuela de negocios más pequeña, y antes de eso la dirección de Marketing en otra mayor. "Me quedo con lo bueno de ambos planteamientos. Como en todo, seguramente en el punto medio esté la virtud. Las empresas pequeñas son tremendamente flexibles, dinámicas y la toma de decisiones puede ser realmente rápida. Trabajar así facilita las cosas, pero, sobre todo, permite que los proyectos salgan adelante en plazo y no sufran retrasos burocráticos. En el otro extremo, las organizaciones grandes son verdaderas fuentes de recursos, tanto económicos como humanos o de infraestructura. Se pueden acometer más fácilmente grandes proyectos y contar para ellos con equipos mayores, en los que la especialización también ayuda a mejorar la eficacia", sintetiza.

Luis Huete coincide en que ambas experiencias enriquecen a un profesional, otorgándole una doble mirada muy interesante. "La experiencia de dirección de área en una empresa grande requiere habilidades ligadas a la efectividad y eficiencia a corto plazo. Mientras que la dirección general de una empresa mediana puede exigir no solo lo anterior, sino también la capacidad de integrar un equipo alrededor de una visión de largo plazo que han de construir en equipo".

El profesional no debe obsesionarse en si su movimiento afecta de alguna manera a la reputación de su trayectoria

Este tipo de movimientos de carrera, ya sea en un sentido o en otro, puede leerse como positivo o negativo dependiendo de cómo se estructure el relato. Y a muchos profesionales que se encuentran en esta disyuntiva les preocupa la manera en que su entorno pueda interpretar ese cambio de división. Para Alberto Blanco, sin embargo, esa no es una reflexión que conduzca a ningún destino de provecho. "Indica que el profesional está más preocupado por la manera en que es percibido por los demás que por averiguar cuál es el verdadero sentido de su carrera profesional. Si lo que haces y lo que aspiras a hacer están alineados con tu propósito, no hay pros ni contras entre ser cabeza de ratón o cola de león".

Además, interviene Emilio Solis, ¿y qué si fuera un paso atrás? "Lo que hay que ser es inteligente y valiente para asumirlo, y ser capaz de visionar que el éxito futuro depende de corregir errores y reorientarnos cuando es preciso. En la actualidad la trayectoria profesional ya no es lineal, y hay que ser muy listo y audaz para, como los soldados en la batalla perdida, saber dar media vuelta y seguir avanzando en otra dirección cuando toca".

Eso sí, cuando se viaja de una dimensión a otra es inevitable que se pierdan cosas por el camino. Y el 'tránsfuga' debe estar preparado para asumir esos cambios. Debe asumir, por ejemplo, insiste Luis Huete, que "en una empresa grande hay mucha burocracia y la capacidad de decidir y de ejecutar por tu cuenta se reducen sensiblemente". En sentido inverso, prosigue, "quien pase de una grande a una pequeña deberá ser consciente de que además de rigor, lo que se espera de esa persona es capacidad para anticipar y gestionar con agilidad las oportunidades y desafíos que se generen en el mercado".

Tanto si se pasa de león a ratón como si la transmutación es a la inversa, sentir cierto vértigo antes de embarcarse es inevitable. ¿Hay antídoto? Joaquín Danvila receta el mismo para ambos casos. Uno, asegura, infalible: "Que el proyecto sea ilusionante y te acompañe en el mismo un equipo excelente en lo personal y en lo profesional".