¿Tiene España todos los embalses que necesita?
- El número actual de presas se queda corto en las épocas de sequía
María Luisa Atarés
El gran problema de la electricidad es que no se puede almacenar. El agua si, pero ocupa mucho espacio y, salvo en sus cursos naturales y en los embalses ya asumidos, genera un montón de inconvenientes y problemas de índole medioambiental y social. Más noticias en la revista gratuita elEconomista Agua y Medio Ambiente
No obstante, todos queremos que salga el agua al abrir cualquier grifo y, expertos de la FAO y la OMS, así como diversos analistas del mercado hídrico, defienden la conservación del agua como el sistema más asequible para generar suministros de agua potable -puede ser hasta 30 veces más barata que la proveniente de la desalinización de agua de mar- y afrontar la crisis del agua que ya afecta a más de 50 países, con estrés hídrico crónico, y que disparará la demanda mundial de agua, que según estimaciones del Consejo de Defensa de los Recursos Naturales, rebasará la oferta en un 40% en 2030. No queda tanto.
Irregularidad
La irregularidad del régimen hidrológico español y el tránsito continuo de la sequía a la inundación han constituido un acicate histórico para la construcción de embalses con el fin de paliar las desastrosas consecuencias de ambos fenómenos y garantizar la disponibilidad de un recurso tan indispensable para la vida y la actividad económica como el agua. La larga tradición en la construcción de embalses de nuestro país se remonta a la época romana y hoy contamos con 1.538 presas repartidas por toda la geografía española.
Para sus detractores, son demasiados y están mal repartidos, en lo que quizá no les falte razón. En cualquier caso, con datos del 24 de noviembre, actualmente hay 31.295 hectómetros cúbicos de agua embalsada en España, lo que representa el 55,9% de la capacidad total de los embalses. ¿Hacen falta más embalses para garantizar el suministro?
Dependiendo de las zonas, de su disponibilidad y necesidad de agua, el Ministerio de Agricultura, a través de las Confederaciones Hidrográficas, licita proyectos de nuevos embalses o de ampliación de los ya existentes. Todos esos proyectos tienen que superar su aprobación técnica y medioambiental.
Así, por ejemplo, en verano de este año, la UTE integrada por Sacyr, Corsan-Corvián, Vías y Construcciones (ACS) y Sogeosa, ha concluido el proyecto del embalse de Almudévar, en Huesca, para la CH del Ebro. Una infraestructura con una capacidad prevista de 169,71 hm3, que se llenará con caudales de los ríos Cinca y Gállego, y que sigue pendiente del trámite ambiental y de las expropiacio nes. De seguir adelante, el embalse, que inundará 1.152 hectáreas de Almudévar y Tardienta, Sangarrén y Vicién, regulará los riegos del Alto Aragón y costará más de 90 millones de euros.
Otros están en construcción, como la presa de Castrovido, en la Confederación del Duero, que estará terminada en 2017 y cuyo coste final será de 220 millones de euros. Tendrá funciones de abastecimiento de agua potable para 30.000 habitantes, permitirá consolidar el regadío para 6.000 hectáreas, evitará avenidas y sequías estivales en el río Arlanza y, además, estará equipada para producir electricidad. En la Cuenca hidrográfica del Guadiana se está construyendo la presa de Alcolea (Huelva), cuya inversión prevista supera los 89 millones de euros. El embalse, de 246 hectómetros cúbicos de capacidad, garantizará el abastecimiento de agua a la ciudad de Huelva, atenderá las demandas de su polígono industrial, posibilitará el riego de cultivos tradicionales de la zona oriental de la provincia y reducirá la contaminación del río Odiel, ya que permitirá mezclar sus aguas con las de las riadas, reduciendo la carga primero por dilución y luego por decantación.
En recrecimiento está el embalse de Santolea en Teruel; en estudio el embalse de Biscarrués, en Aragón, que pretende incrementar las dotaciones de riego de la zonma y contener las avenidas del río Gállego
Protestas vecinales
No todos los proyectos han triunfado y ha habido históricos embalses como el de Lumbier (Navarra), en 1977, y el de Jánovas (Huesca), en plena dictadura, que no llegaron a prosperar por las protestas vecinales y/o por no cumplir las cláusulas medioambientales. En abril de este año, Endesa decidió frenar el proyecto de construcción de una presa en la Noguera Ribagorçana, a su paso por el municipio de Sant Esteve de la Sarga (Lleida), que iba a inundar una zona protegida en la que habitan especies como la nutria y el quebrantahuesos.
Gran parte de las demandas españolas de agua están hoy cubiertas, pero no lo están todas, y los embalses, junto con otras soluciones alternativas, deben jugar un papel importante para alcanzar ese objetivo.
Líderes en España
Con 299 y 284 presas, respectivamente, las cuencas del Ebro y del Tajo encabezan el ranking español de agua embalsada. A 23 de noviembre, la reserva de agua en los embalses del Ebro ascendía a 4.589 hm³, lo que representa un 61,3% de la capacidad total de esta Cuenca, superando la media nacional del 55,9% y el promedio de los años 2010 a 2013, aunque por debajo de la cifra de 2014. La cuenca del Tajo no está tan boyante; su reserva de agua se cifra en el 44,5% de la capacidad de sus embalses, por debajo de los últimos diez años.