La crisis desatada durante los últimos años instaló en las universidades españolas una política de austeridad que les ha mantenido en una situación complicada durante muchos años. Los efectos han sido severos en aspectos clave para su funcionamiento como la renovación de las plantillas; las inversiones en infraestructuras y su mantenimiento o el desarrollo de programas y políticas propias de ayuda. Con el objetivo de dar respuesta a todas las cuestiones relacionadas con la evolución de las instituciones de educación superior, la Cátedra UNESCO ha presentado su décimo número de La Cuestión Universitaria, centrado en la financiación de la educación universitaria y sus instituciones, un tema permanente de la agenda universitaria en España y en Europa. Este número ha sido coordinado por la profesora Carmen Pérez-Esparrells y ha contado con la participación de reconocidos expertos, gestores y académicos, tanto nacionales como internacionales. Las universidades españolas tienen todavía ante sí un amplio margen de mejora en todos los frentes de su actividad, especialmente en el de la adaptación a las nuevas exigencias del mercado laboral, incorporando las habilidades a sus currículos y mejorando su orientación a la demanda, para reducir el subempleo. En España, la recuperación en 2016 de los valores del PIB nominal de 2008 no ha permitido que las universidades regresen a los niveles de suficiencia financiera. Los recursos de origen público se han retraído un 12 por ciento y los de origen privado han crecido un 4 por ciento. Desde 2010 hasta 2016, los gastos se han reducido un 12 por ciento y lo han hecho en todos los capítulos. Se han perdido 11.938 empleos en la universidad pública, de los que 7.552 son profesores. Además, las plantillas han envejecido seis años de media en el PDI y cuatro años de media en el PAS. La reducción de la inversión en infraestructuras ha sido del 60,8 por ciento amenazando la conservación del stock de capital físico de las universidades.