Castilla y León ha impulsado la entrada de la acería de la familia RiberasGonvarri Steel Services se quedará la planta de Vestas en León, según ha podido saber elEconomista. La compañía ha llegado a un preacuerdo con el fabricante de aerogeneradores para hacerse con la instalación y convertirla en un nuevo centro de producción de laminado. "La operación está a punto de cerrarse", indicó ayer el presidente de Vestas EMEA, Eduardo Medina, que añadió que su empresa permanecerá en la planta hasta finalizar el año. Posteriormente, el nuevo grupo industrial -del que no quiso desvelar el nombre- asumiría la instalación y en un plazo de seis meses la pondrá en funcionamiento. La venta se producirá con la ayuda de la Junta de Castilla y León, que ha jugado un papel muy activo a la hora de encontrar un candidato para esta instalación y de la que ayer se dieron importantes pasos adelante con la visita del presidente y consejero mundial de Vestas, Anders Runevad, a la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera. La Junta, de hecho, ya había avanzado que el comprador se trataba de "un industrial conocido en esta tierra" que llega con un proyecto "definido y muy solvente" que conlleva una inversión de 70 millones de euros, la recolocación de 200 empleados afectados por el ERE extintivo de Vestas y la creación de otros 1.000 empleos indirectos. Posteriormente, el presidente de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, habló de que se trataba de un "empresario familiar". Gonvarri Steel Services fue fundada en 1958 por Francisco Riberas Pampliega y durante los últimos 15 años ha continuado su crecimiento diversificándose a nivel mundial. Actualmente dispone de 41 centros de transformación del acero plano y aluminio y estará en 19 países. El anuncio del cierre de la planta de Vestas en Villadángos del Páramo provocó un verdadero cataclismo en la provincia leonesa por la pérdida de medio millar de empleos directos y otros tantos indirectos. La Junta de Castilla y León, trabajadores y centrales sindicales protestaron porque la planta estaba en beneficios y se había dejado pasar el plazo de mantenimiento del empleo al que le obligaban las ayudas recibidas, 12,5 millones de euros, para anunciar la decisión. El Gobierno regional y el Ministerio de Industria unieron fuerzas para intentar convencer a la multinacional para que diese marcha atrás. Pero la decisión de Vestas, que también había cerrado un pequeño centro en Cataluña, era irreversible. Sus argumentos eran que los aerogeneradores que se fabricaban en la planta no tenían ya demanda en un mercado europeo que se enfriaba. Comenzó entonces una auténtica movilización tanto de los trabajadores, que permanecían a las puertas de la fábrica para impedir que saliese material, como para la Junta de Castilla y León, que reclamaba a Vestas que propiciase una alternativa industrial. Mientras el Gobierno regional iba a Europa para denunciar las malas prácticas de la multinacional y reclamaba a la UE que pidiese la devolución de las ayudas, el Ministerio de Industria firmó un acuerdo con los sindicatos y la multinacional por el que ésta se comprometía a tener las instalaciones en condiciones hasta la llegada de un comprador.