Las esperas derivan en una "farsa" aumentada por el plan de colas para británicos British Airways ha estallado a raíz de los planes del Gobierno británico de establecer colas específicas para ciudadanos de Reino Unido en el futuro post-Brexit, una apuesta que ignora el verdadero problema del principal aeropuerto del país: las esperas en el control de pasaportes. Su jefe, Alex Cruz, considera la propuesta una distracción ante la "farsa" de las demoras en Heathrow, que según ha censurado llegan a las dos horas, un escándalo que la disposición de filas exclusivas para británicos podría convertir en colapso. La idea cuenta con el patrocinio declarado de la primera ministra británica, que la considera un potente símbolo visual para permitir al ciudadano de a pie comprobar que, efectivamente, la salida ha tenido lugar. Su titular de Interior, sin embargo, muestra menos entusiasmo, puesto que considera que colas diferentes podrían acabar generando más retrasos para los viajeros nacionales, un temor que, dados los tiempos censurados ya por Cruz, podría paralizar el principal aeropuerto del país. Adicionalmente, el departamento de Interior está inquieto ante la presión extra que el reclutamiento de personal supondría sobre su ya asfixiado presupuesto, una eventualidad más que probable, no solo porque Theresa May está resuelta a que el ministerio genere las colas exclusivamente británicas, sino, sobre todo, porque uno de los grandes motivos de las esperas en Heathrow es la aparentemente ingobernable sobrecarga de los servicios y la falta de plantilla para hacerle frente. Como prueba, la Terminal 5 del aeropuerto, base de operaciones de British Airways y principal foco de pasajeros -31,9 millones de los 78 millones que pasaron por Heathrow el año pasado-, suspende los controles de los pasaportes digitales en los turnos de noche, precisamente, por falta de personal, lo que acucia la miseria de los viajeros a su llegada a tierras británicas. Por ello, uno de los parches que se ha planteado es que BA se encargue de pagar el aporte extra que implicaría mantenerlos abiertos, para así sofocar las esperas de los pasajeros, pero la mera propuesta revela las serias disfunciones que asolan la capacidad de gestión de la aviación en Reino Unido. El propio Alex Cruz lo denunciaba la semana pasada en una carta al diario británico The Times, en la que criticaba que las colas en Heathrow son ya "significativamente peores" que en sus competidores de Frankfurt, o París. Dado el previsto aumento de viajeros en los próximos años, especialmente ante la construcción de la tercera pista, esta actual desventaja adquiriría el nivel de caos con el Brexit, que inevitablemente hará el proceso más complejo, sobre todo si finalmente los británicos precisan visados para viajar al continente. Para evitar una paralización total, el Ejecutivo deberá ponerse al día con las más innovadoras tecnologías, como la biométrica, y ser realista sobre el verdadero pragmatismo de crear filas específicas para británicos simplemente como símbolo visual del Brexit: precedentes como los del pasado verano en aeropuertos europeos como los de Madrid, Milán o París, con colas de hasta cuatro horas como consecuencia de controles reforzados para entrar y salir del espacio Schengen, anticipan potenciales episodios similares en Reino Unido una vez concluida la transición del Brexit a final de 2020.