Cansada de haber pasado de realizar consultoría para el crecimiento de empresas a gestionar concursos de acreedores por la crisis, Blanca López decidió emprender una nueva etapa en 2013, con la fundación de Les Belles Maisons. Se trata de una compañía especializada en asesorar a propietarios, gestores e inversores de patrimonio cultural, así como a marcas históricas. El patrimonio ¿nace o se hace? Las dos cosas. El patrimonio nace de un contexto histórico y es reflejo del espíritu de creación de los humanos, ya sea un inmueble o una obra de arte, pero el valor se lo debemos dar quienes lo tenemos que conservar. Cuando tienes algo en un cajón en casa y no lo usas ni te sirve para nada, no tiene valor ninguno. El bien patrimonial al que no se le encuentra rendimiento económico, ¿está abocado al deterioro? Mantener un patrimonio cuesta dinero. Aunque no haya ánimo de lucro, hay que gestionar de manera eficiente, pero no es lo mismo que invertir en un local comercial con una rentabilidad del 5 por ciento anual. El enfoque en un bien histórico nada tiene que ver con eso, entran en juego otro tipo de criterios. ¿Qué le llevó a fundar Les Belles Maisons? En la cultura no se habla de dinero y en los negocios no se habla de cultura, y eso es un fallo. En España hemos sido un país muy reactivo en la gestión del patrimonio histórico. Con la crisis, el patrimonio cultural se queda sin dinero y surge la pregunta de qué hacer, ya sea propietarios públicos, privados u organizaciones religiosas. En el caso de los privados, muchos empezaron a alquilar para eventos, que se han trasladado del segmento hotelero a espacios singulares en los últimos 15 años. Otros los convirtieron en negocios turísticos. Pero debe hacerse bien, con licencias, gestión e inversiones, que los propietarios deben conocer. Y en el sector empresarial hace falta inteligencia cultural. Hay muchas marcas históricas de lujo que tienen unas fachadas muy bonitas, pero dentro han perdido su esencia, y ahora sufren crisis de reputación. Si la casa no está en orden, no puedes brillar. ¿Qué puede aprender el patrimonio del mundo empresarial? A hacer una gestión activa. A no esperar que como somos historia valemos por nosotros mismos, sino plantear cuál es el papel que queremos jugar en esta sociedad, que se está transformando, y ofrecer un producto atractivo. ¿Qué adquiere el mundo empresarial de los valores culturales? Autenticidad, integridad y coherencia. Los directivos son vulnerables si no tienen en cuenta los valores. A veces dices, ¿tenemos que preservar cualquier edificio porque sea histórico? ¿Le tenemos que dar un nuevo uso, para que su entorno lo pueda utilizar? ¿Podemos dejar que se caiga para hacer algo que la sociedad necesita? Eso pasa en marcas históricas de lujo, que han perdido la esencia de cuando nacieron y deben decidir si cambiar, transformarse o desaparecer. Yo defiendo el crecimiento inclusivo y ver qué estamos enseñando a través de las marcas, que hoy en día son los grandes espejos donde se miran, sobre todo, los jóvenes. Hace unas semanas participó en unas jornadas de Iese en Barcelona sobre las mujeres en los negocios, y también forma parte de la organización internacional Soroptimist, para empoderar a las mujeres. ¿Cómo cree que se puede aprovechar las movilizacióones que se vivieron en marzo? La científica Rita Levi-Montalcini, que fue premio Nobel en 1986, escribió que a la mujer le ha llegado el momento de asumir ese papel protagonista "que se le ha negado durante milenios". Para mí, es un tema del día a día. Juntos debemos evolucionar y educar, tanto en el respeto mutuo como en el liderazgo conjunto.