Cambridge Analytica, financiada por hombres de confianza del presidente norteamericano para ganar las elecciones, ha participado también en otras campañas electorales en todo el mundoDe ser la estrella de las campañas electorales a verse envuelta en el mayor robo de datos de la historia de Facebook. La historia de Cambridge Analytica se remonta al año 2013, cuando el británico Alexander Nix se fijó en el lucrativo mercado de las campañas electorales estadounidenses y decidió poner en marcha en este país esta consultora, que está enfocada en "cambiar el comportamiento de la audiencia", según reza en su página web. Nix llegaba a este negocio después de dirigir una consultora sobre mercadotecnia de los comportamientos en Reino Unido: Strategic Communication Laboratories (SLC). Lo que no era tan público en aquel momento es que fue creada con la financiación del multimillonario estadounidense Robert Mercer, tradicional mecenas del partido republicano y que años después se convertiría en uno de los grandes financiadores de la campaña del presidente Donald Trump. Mercer, que colocó a su hija en la junta directiva, inyectó 15 millones en la compañía con el objetivo de contar con una herramienta que permitiera conocer a los votantes potenciales e influir en su toma de decisiones. Además de este magnate estadounidense, también se integró como miembro e inversor de esta compañía Stephen Bannon, que posteriormente se convertiría en asesor jefe de la campaña de Trump. De hecho, Cambridge Analytica también trabajó para la campaña de Ted Cruz como candidato republicano a las primarias presidenciales a finales de 2015 a cambio de 750.000 dólares (unos 609.960 millones de euros, aproximadamente, al cambio actual). Un test como ladrón de datos La clave del escándalo del robo de datos viene de la mano de Aleksandr Kogan, un profesor de psicología de la Universidad de Cambridge, que desarrolló una aplicación para Facebook llamada this is your digital life (esta es tu vida digital) que fue utilizada posteriormente para el robo de datos de 50 millones de estadounidenses. Esta aplicación -que recibió 800.000 dólares (649.562 euros al cambio actual) de Cambridge Analytica- se vendía en Facebook con la excusa de que era un pequeño test elaborado por psicológos que recompensaba moderadamente a sus participantes. En total, participaron unas 270.000 personas. Así, Kogan accedió a datos como el nombre, actualizaciones de estado, residencia y likes de un 15 por ciento de los estadounidenses. Sin embargo, no sólo consiguió esta información, sino también acceso a la red de amigos de los usuarios: es decir, información de 50 millones de estadounidenses. Posteriormente, el profesor vendió esta información a Cambridge Analytica que la utilizaría supuestamente en la campaña de Trump, que llegó a desembolsar 6 millones de dólares (4,8 millones de euros) a la consultora. Según las políticas de Facebook, los datos recopilados en su plataforma solo pueden ser usados para propósitos de la misma aplicación y no pueden ser transferidos y borrados. Una violación de la privacidad de los usuarios de la que los directivos de la red social eran conscientes desde el año 2015, tal y como han reconocido. La clave del funcionamiento de esta herramienta en la campaña electoral estadounidense se basó en cruzar los datos del test de Kogan con la información de Facebook para interferir perfiles psicológicos de cada usuario y averiguar su intención de voto. Tal y como explicó Christopher Wylie, el exempleado de Cambridge Analytica que desveló el escándalo, la consultora logró así saber cuál debía ser el contenido y el tono de mensaje que debían utilizar para influir en los votantes de forma personalizada. Pero, es más, "la compañía no sólo envió publicidad personalizada, sino que desarrolló noticias falsas que luego replicó a través de redes sociales, blogs y medios", aseguró Wylie. Mientras que una consultora tradicional se dedica a preguntar qué es lo que van a votar, Cambridge Analytica podía predecir el comportamiento de los votantes por el cruce de información con Facebook. Por ejemplo, si una persona estaba clasificada como "temperamental", según el test de Kogan, el mensaje que transmitían era de un voto más impulsivo. El escándalo llegó más allá cuando se hizo público que Nix también ofrecía tácticas para desacreditar políticos, que incluían prostitutas y exespías.