L a del aceite de oliva español es una historia de éxito. Nuestro país puede decir con orgullo no solamente que tiene el mayor olivar del planeta, sino que lidera la comercialización mundial del oro líquido. Con 2,5 millones de hectáreas, España acapara aproximadamente el 25 por ciento de la superficie mundial de olivar y el 43 por ciento de la producción del aceite de oliva. Así, de los 2,9 millones de toneladas que se consumieron de promedio anual entre las campañas 2008/9 a 2013/14, 1,3 millones de toneladas salieron de las almazaras españolas. El dato es especialmente relevante si tenemos en cuenta que el consumo interno en ese periodo fue de 560.000 toneladas. El resto tuvo como destino los mercados exteriores. Exportaciones Precisamente ha sido en las exportaciones donde nuestro sector aceitero ha escrito su página más brillante. No solo hemos superado ampliamente a Italia en ventas totales en el exterior, sino que también llevamos la voz cantante en mercados tan importantes como EEUU o China. En el primer caso ya hemos desbancado a nuestro principal competidor y en el segundo, literalmente arrasamos. La apuesta del sector por la calidad, acompañada de una intensa y eficaz promoción de la Interprofesional del Aceite de Oliva Español, orquestada a través de su marca global Aceites de Oliva de España, de las cualidades saludables y nutricionales de un producto cada vez más valorado en las cocinas de ciudadanos y grandes chefs de todo el mundo, han convertido el made in Spain en nuestra mejor carta de presentación. El milagro de nuestros aceites de oliva ha tomado fuerza durante las dos últimas dos décadas. En 1992 apenas exportábamos 164.765 toneladas, mientras que en 2014 alcanzamos 1,1 millones de toneladas, más de seis veces. De hecho, los aceites de oliva se han convertido en uno de los principales productos agroalimentarios exportados por nuestro país y en 2015 aportaron el 10,4 por ciento del valor total de nuestras ventas en el exterior, un porcentaje tan sólo superado, y por muy poco, por la carne de porcino (10,6 por ciento) y el vino (10,5 por ciento). En ese año vendimos por valor de 2.825 millones de euros. Las cosas siguen yendo viento en popa. A pesar de que la campaña 2016/17 ha arrojado una cosecha corta (1.286.600 toneladas) por las adversas circunstancias climatológicas, es ya la segunda mejor de la historia en los mercados exteriores, con 949.300 toneladas vendidas en el exterior, es decir, solo 150.000 toneladas menos que las registradas en la histórica campaña 2013/14, en la que colocamos fuera de nuestras fronteras 1,1 millones de toneladas. Producción histórica Hay que tener en cuenta que en esa campaña se alcanzó una producción histórica, más de 1,7 millones de toneladas. El 73,7 por ciento del aceite producido en esta campaña en nuestro país se ha destinado a consumidores de más de 160 países de todo el mundo en un ejercicio en el que no solo se ha exportado más, sino que se ha hecho a unos precios claramente superiores a los de otros años. Así, el precio medio al que se ha vendido nuestro aceite en los mercados de exportación se ha situado, a lo largo de 2017, sobre los 3,83 euros por kilo de media. En el caso de Estados Unidos, ha cotizado de media por encima de los 4,29 euros por kilo, lo que muestra que el reconocimiento de la calidad de nuestro aceite de oliva se ha convertido en su principal activo en los mercados. Las ventas en el exterior crecieron casi un 10 por ciento en volumen lo que unido al incremento de los precios elevará el valor de las ventas en el exterior por encima de los 3.600 millones de euros. De hecho, el primer trimestre de 2017 nos deja un dato para la historia del sector del aceite de oliva español: por primera vez se ha superado la cifra mágica de los 1.000 millones de euros de exportaciones en solo tres meses. España ha sido especialmente activa y certera en la captación de nuevos clientes, consciente del tremendo potencial que los mercados mundiales ofrecen al sector ya que los aceites de oliva tan sólo suponen el 1,53 por ciento del consumo mundial de grasas vegetales alimentarias. Los datos reflejan el dinamismo de nuestro país. Cada año que pasa, los mercados fuera de la Unión Europea ganan peso en nuestra cartera de clientes. En la campaña recién terminada, los países terceros adquirieron el 28 por ciento de nuestras exportaciones. El éxito de China Países como China se han convertido en ejemplo perfecto del tremendo potencial que los aceites de oliva de España tienen en los mercados mundiales. A principios del siglo XXI, este país era un destino casi anecdótico para nuestros aceites, de los que apenas se vendían 160 toneladas, lo que situaba al gigante asiático en el puesto 58 entre nuestros compradores en el mundo. En solo 15 años, las ventas se han multiplicado por más de 190 hasta superar las 30.000 toneladas en 2016. Pero además, nuestro país ha ganado la batalla frente a sus competidores. Según las Aduanas de China, en 2016, las importaciones con origen en España crecieron un 21,48 por ciento, frente a unas importaciones globales que crecieron en menor medida, un 15,88 por ciento. Eso significa que nuestros aceites de oliva virgen extra ganaron cuota de mercado en ese país, superando por primera vez la cuota del 80 por ciento. En EEUU, tercer consumidor mundial de aceites de oliva, la progresión no ha sido menor. En ese mercado, donde tradicionalmente el aceite de oliva se ha asociado con Italia, ya hemos superados a nuestro vecino mediterráneo, con unas ventas en 2016 de 130.000 toneladas. El país norteamericano se ha convertido en nuestro segundo mejor mercado, por detrás de Italia, y además lo ha hecho en un tiempo récord. En el año 2009 -el primero en el que la Interprofesional puso en marcha sus campañas de promoción en ese país-, las ventas en ese mercado si situaron en 50.000 toneladas. Tampoco hay que perder de vista el mercado japonés, dominado hasta hace pocos años por nuestros competidores. En el año 2013 España se aupó al primer puesto como proveedor de aceites de oliva, y no ha hecho más que incrementar su cuota en ese país. En 2016 se exportaron a ese destino 31.451, lo que supuso el 56,78 por ciento de todo el aceite importado por Japón. España es el olivar más grande del mundo. Ha pasado de tener dos millones de hectáreas en 1992, a los 2,5 millones que cultivamos en la actualidad. Pero el olivar de mediados de la segunda década del siglo XXI se parece muy poco al de las postrimerías del segundo milenio. En aquella época existían 115.000 hectáreas de olivar para almazara en regadío. En 2014 esa cifra se había multiplicado casi por cinco hasta las 560.900 hectáreas. De esta forma, el olivar de almazara es el cultivo de regadío que suma mayor número de hectáreas en nuestro país, según los datos de la Encuesta sobre Superficies y Rendimientos de Cultivos de 2014, del Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente. Más impresionante, si cabe, es que casi el 95 por ciento de la superficie de olivar emplea riego localizado, básicamente por goteo, el sistema más moderno, eficiente y respetuoso con el medio ambiente. Esas mejoras se han dejado notar en la productividad de nuestros olivares. A principios de la década de los 90 del pasado siglo las producciones medias alcanzaban las 600.000 toneladas. Un cuarto de siglo más tarde se sitúan en una media de 1,3 millones de toneladas, con un máximo histórico de cerca de 1,8 millones obtenido en la campaña 2013/2014. Pero, sobre todo, las mejoras han redundado en un reconocido incremento de la calidad de nuestros aceites.