La operación podría superar los 500 millones y la venta de Santillana queda ahora en el aireLos accionistas plantearán al directivo saliente asumir un puesto honorífico en la editoraJavier Monzón, expresidente de Indra, toma el mando de Prisa y sustituye a Juan Luis Cebrián como presidente ejecutivo de la editora, propietaria de medios como El País o la Cadena Ser, entre otros. La destitución de Cebrián cuenta con el apoyo de los grandes accionistas de la compañía, entre los que destacan Amber, dueño de un 19,2 por ciento del capital, además de los Polanco, Banco Santander y el resto del núcleo duro. Aunque ha habido cierta división entre ellos en los últimos días acerca de quién era la persona más adecuada para afrontar el relevo, existe ya un principio de acuerdo para la elección de Monzón, que se ratificaría en una reunión del consejo de administración el próximo viernes. En ella podría acordarse también una ampliación de capital por hasta 500 millones de euros ante las dificultades para poder vender Santillana. Fuentes del capital han confirmado a elEconomista que "la situación de Cebrián era ya insostenible, ante la grave situación económica que atraviesa la compañía". Últimatum En la junta celebrada el pasado 6 de julio, Amber, en calidad de primer accionista de Prisa, llegó a darle a Cebrián un ultimátum para que abandonará las funciones ejecutivas antes de fin de año. Cebrián, que se quedaría ahora con un puesto honorífico, dio entonces un primer paso y dejó caer al consejero delegado, José Luis Sainz, nombrando en su lugar a Manuel Mirat, que desde 2015 era consejero delegado de El País y Prisa Noticias. Pese a las amenazas de destitución, Cebrián salvó sin embargo el match ball y logró que su contrato como presidente ejecutivo no se modificara. De hecho, tras aquella reunión aseguró en declaraciones a los medios que él se mantendría en el cargo como máximo responsable del grupo hasta diciembre de 2018. La posibilidad de que Cebrián dejara los poderes ejecutivos antes de que acabase este año formaba parte, sin embargo, de una serie de acuerdos alcanzados entre los accionistas críticos y el resto del consejo. De hecho, fue eso lo que le permitió obtener el respaldo mayoritario en la última junta -de más del 92 por ciento del accionariado- tanto a su gestión en la empresa como a la remuneración percibida en el último ejercicio y a la política retributiva de los próximos tres años. Y eso a pesar de que Joseph Oughour- lian, el representante de Amber, había votado en contra en el consejo de administración en el que se aprobó el plan de remuneración y se movilizó para que se volviera a votar en la Junta de Accionistas, al imponerlo como otro punto del día. El principal problema de Juan Luis Cebrián es que se le agotaba el tiempo y las opciones para cumplir con sus acreedores. El hasta ahora presidente de Prisa llevaba varios años vendiendo activos, subastando deuda y realizando ampliaciones de capital para reducir su elevada deuda, que llegó a rozar los 5.000 millones de euros en 2007, tratando de evitar la liquidación del grupo. Tras esquivar varias amenazas de quiebra con la venta de Canal+, Alfaguara, el 14,3 por ciento de Mediaset, el 25 por ciento de su propio capital y la portuguesa Media Capital, además de seis ampliaciones por unos 1.260 millones de euros, el grupo se enfrenta a su próximo gran vencimiento sin casi balas en la recámara, un accionariado dividido y la creciente desconfianza del mercado. La dueña de El País necesita conseguir 956,5 millones de euros en menos de un año para afrontar el pago de la deuda que vence y evitar que los fondos buitre se repartan lo que queda del grupo. No en vano, dos tercios de la deuda crediticia de Prisa ha sido vendida a los fondos Angelo Gordon, Och-Ziff y Avenue que, ante la falta de refinanciación bancaria o del pago de la misma, podrán proceder a ejecutar los activos del grupo que comandaba Cebrián. Y es que para conseguir el último balón de oxígeno de 2013 y refinanciar su deuda, Cebrián se vio obligado a poner en garantía casi todos los activos del grupo de varios tramos del pasivo y los préstamos participativos, que suman 1.573 millones de euros y vencen entre los años 2018 y 2019. Santillana A todo lo anterior se suman las dificultades con las que se está enfrentando el grupo para la venta de Santillana. Después de varios meses, Prisa anunció el pasado mayo que paralizaba la operación debido a las bajas ofertas presentadas. En julio, sin embargo, planteó un nuevo intento, asegurando que "en el proceso de desapalancamiento financiero la sociedad mantiene conversaciones con diversos interlocutores, sin que se haya tomado una decisión". Las negociaciones se mantienen, en concreto, con la firma Rhône Capital, que no está dispuesto a pagar más de 1.200 millones de euros, 300 millones menos del mínimo que se había marcado Prisa para ejecutar la desinversión. Ante esta situación, la compañía ha empezado a mantener contactos ya con distintos empresarios para invitarles a acudir a la ampliación de capital, aunque por ahora sin ningún éxito.