Ingeniero agrónomo de formación, a Carlos Rico le gusta definirse como un agricultor más. Durante los últimos 15 años ha llevado las riendas de la segunda empresa productora de azúcar de nuestro país, un periodo en el que no sólo ha garantizado el mantenimiento del sector remolachero de Castilla y León, sino que ha logrado convertir a la cooperativa vallisoletana Acor en un referente de la agricultura de Castilla y León por su apuesta por la diversificación y la innovación. Parece que el azúcar ha dejado de ser un alimento saludable… Lo que ha dejado de ser es la sociedad sensata, voy a ser así de claro y de duro. Estamos en una situación en la que con la información en Internet se está desenfocando el problema, en el que la utilización política está haciendo perder esa visión que tenemos todos de lo que es un alimento y en el que la posición sociológica también busca esa falsa excusa que dan las redes sociales para buscar esa parte de información que me puede dar satisfacción a una necesidad o a una situación personal previa. ¿Hay entonces intereses políticos en la polémica de la tasa al azúcar? La pseudojustificación sanitaria es mala excusa para fijar una tasa y es un error utilizar un alimento para poner un impuesto. Partiendo de ello, es muy fácil añadir a esa mezcla de ingredientes la interpretación política. En temas de salud hay que dejar que los médicos hablen, igual que en los económicos, lo hacen los economistas, y en temas de tasas vamos a penalizar una actividad, si es que hay que hacerlo, pero no un alimento. Demonizar un producto no es buena práctica y puede tener un efecto dominó. ¿Qué efectos puede tener en el sector si se generaliza? Yendo al extremo, la pérdida de actividad. Lo que hay que hacer es contar el escenario de las azucareras. Estamos en la zona del mundo con mejor tratamiento a la remolacha, al medio ambiente, a la sanidad tanto animal y vegetal como a la salud de los consumidores. Y eso supone ya una serie de penalizaciones económicas y de pérdida de competitividad frente a otras zonas donde ni siquiera se respetan los derechos de los trabajadores. Si a eso unimos la presión en la reputación del producto, que va a provocar menos consumo, y además que ese consumo esté penalizado fiscalmente, el resultado es que vamos a ser menos competitivos en cuanto a capacidad productiva. ¿Qué representa Acor para el sector remolachero? Acor es un tractor de la actividad en Castilla y León. Tenemos presencia en las nueve provincias y hemos mantenido el sector de la remolacha en unos años difíciles. Hemos sido capaces de desarrollar cultivos nuevos y de buscar actividades complementarias para los que son hoy nuestra base social, los agricultores. Hemos sido capaces de prever una tecnificación en los cultivos tan interesante que, hoy, me atrevería a asegurar que el remolachero de Castilla y León es el más tecnificado de Europa. Hoy, me atrevo a decir sin ruborizarme que Acor es un referente en la agricultura regional por su capacidad de innovar. ¿Se especula mucho con el azúcar? Muchísimo, por la entrada de un elemento perturbador como los fondos de inversión. A eso se unen circunstancias, como los grandes productores, como Australia, Tailandia, India y Brasil, fundamentalmente este último, que controla la oferta internacional. Estamos fomentando que los países terceros tengan esa capacidad de venta en los mercados internacionales y en el medio de la nada estamos los remolacheros europeos.