Como en todo nuevo comienzo de curso, la nueva temporada 2017-2018 del madrileño Museo Thyssen-Bornemisza augura numerosas novedades. A las últimas noticias sobre los acuerdos que el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte trata de cerrar con Carmen Thyssen para renovar la cesión al Estado de los cuadros de su colección personal, se suma la posibilidad de incluir en el nombre del museo el apelativo de "nacional". El propio ministro de Cultura, Íñigo Méndez de Vigo, propuso al Patronato del museo este cambio en su denominación. Como explica a elEconomista el director gerente de la Fundación Colección Thyssen-Bornemisza, Evelio Acevedo, "la respuesta, en general, de todos los patronos ha sido muy positiva y de satisfacción". Y es que, es "un reconocimiento al valor de esta colección, a lo que ha representado este museo en estos 25 años", incorporando al patrimonio español movimientos pictóricos y autores que antes no recogía. Además, añade Acevedo, esta iniciativa "ayuda a identificar el museo con lo que es: una institución pública. Eso debe hacernos a todos los españoles sentirnos orgullosos". Es muy probable, por tanto, que en el próximo mes de septiembre, el emblemático museo del Paseo del Prado -el tercero en discordia del denominado Triángulo del Arte madrileño- pase a llamarse Museo Nacional Thyssen-Bornemisza. En cuanto a programas expositivos, el museo inaugurará, el próximo 17 de octubre, la exposición Picasso/ Lautrec, que revisita la obra de Pablo Picasso y la relaciona con las creaciones del artista parisino Toulouse-Lautrec, las cuales influyeron notablemente al malagueño. Siguiendo con las conmemoraciones por el vigésimo quinto aniversario de su nacimiento, el Thyssen-Bornemisza inaugurará en noviembre el papel educativo de los museos en nuestra sociedad. "El Thyssen-Bornemisza fue de los primeros museos en España que tuvo un departamento de educación, en el que ha desarrollado actividades que en su día han sido pioneras y hoy están extendidas en los museos más importantes", afirma Acevedo. Estas novedades aspiran a, por lo menos, igualar los buenísimos datos del pasado año. En 2016 el Museo Thyssen-Bornemisza cambió la tendencia negativa -sufriendo años de déficit desde 2013- y cerró el ejercicio con un superávit de 504.000 euros... Yo no soy partidario de cifrar el éxito de las temporadas solamente en visitantes, pero es verdad que cuando tienes un buen año en ese aspecto, pues las cuentas suelen mejorar. También venimos implantando desde hace unos años un nuevo plan estratégico en el que estamos racionalizando los costes y optimizando las fuentes de generación de ingresos. Por ejemplo, estamos muy enfocados en promocionar el museo entre el público internacional y en desarrollar productos tecnológicos que, en principio, nos hacen más eficientes. Aunque el cauce mayoritario de los ingresos -20 millones de euros en 2016- sigue siendo la taquilla, el museo del siglo XXI tiene que equilibrar el espacio real con el virtual, porque el público no tiene que ser solo el que viene a visitarte, si no todo aquel que tenga interés en el arte. ¿Cuál es la nacionalidad mayoritaria de los visitantes? El año pasado hemos tenido más visitantes extranjeros, un 57 por ciento, que nacionales, un 43 por ciento. Los extranjeros que más nos visitan son los norteamericanos, seguidos por los franceses. Después italianos, británicos, neerlandeses, alemanes y portugueses. En cuanto a edad, ¿cómo hacen para atraer al público más joven? A lo largo del año, se desarrollan programas dirigidos a jóvenes desde los tres años hasta los 18. Intentamos acercarnos a ellos a través de formatos como el cómic o las redes sociales. No solo trabajamos con colegios -al año estamos próximos a los 30.000 visitantes escolares-, sino que también nos enfocamos mucho en actividades familiares. Consideramos que hay que empezar a educar desde la infancia para que el museo forme parte de lo que ha sido el ocio y el disfrute de los niños. Así, en la adolescencia seguirán visitándonos. Además, hoy día, que lamentablemente las humanidades han perdido peso en los programas oficiales de enseñanza, es fundamental tener referencias de una colección como la nuestra, que recoge ocho siglos de arte occidental; ahí está lo que somos. Su presencia en el Círculo Fortuny les llevará a prestar atención también a públicos más elitistas... Esta asociación pone en valor la excelencia de empresas e instituciones españolas. Nosotros trabajamos para todo tipo de públicos, pero también tenemos la capacidad de convertir el museo en algo especial con experiencias diferentes para públicos especiales. Es una forma de generar otro tipo de ingresos. ¿Qué papel juega el patrocinio? Actualmente es un poco más del 6 por ciento de los ingresos. En este museo el único patrocinador que había en 2012 era la Fundación Caja Madrid. Cuando desapareció, ideamos un programa nuevo de patrocinio personalizado. Buscamos socios que nos acompañen en proyectos que encajen perfectamente con su línea de responsabilidad social corporativa o de marketing. ¿Cree necesario instaurar en España una ley de mecenazgo? Como todo el sector cultural, estoy de acuerdo en que necesitamos unos parámetros más próximos a los que se suceden en Europa. Nuestros países vecinos se mueven con unos beneficios fiscales más generosos para las empresas.