Sacó a la luz irregularidades en 2006, ocho años antes del escándalo de las 'black'elEconomista comenzó a denunciar las irregularidades de Miguel Blesa al frente de Caja Madrid en 2006, ocho años antes de que saltara a la luz el escándalo de las tarjetas black por el que ha sido condenado a seis años de cárcel y una multa de 7.200 euros. El banquero hizo, durante parte de su mandato, un uso espurio de la entidad madrileña para financiar caprichos y pagar favores que le pertuase en su atalaya. Los extractos de las Visas Black revelaron los fastos con que se agasajaba y regalaba a conocidos y amigos, con cargos tan sorprendentes como 12.000 euros en una tienda de vinos y cava o 2.000 euros en joyerías, además de ser asiduo a restaurantes de superlujo. Blesa gastó 436.700 euros de los 15,5 millones dilapidados por los 86 consejeros y directivos a los que otorgó tarjetas para garantizarse sus apoyos. El exfinanciero, que disfrutaba de un sueldo de 3,5 millones, vivió su época al frente de Caja Madrid a todo tren y sufragando parte de sus costosos antojos con cargo a la entidad, aún cuando este periódico alertó pronto de los manejos. Sus desmedidas ambiciones le llevaron a cerrar transacciones en contra de los intereses de la caja, poner en riesgo el ahorro de sus clientes y maniobrar para, incluso, interferir en la regulación del sector para evitar su desalojo de la presidencia. En un temprano 2006, elEconomista delató operaciones de calado, como fue ceder el control de Realia en manos de FCC sin amarrar una contraprestación económica para Caja Madrid, al tiempo que se buscaba un puesto en el consejo de Koplowitz B-1988, aunque tuviese que vulnerar el código de conducta de la caja para ocuparlo. Las denuncias no frenaron su tren de vida e, incluso, decretó el veto a este periódico, cercenando el acceso a reuniones informativas, en un intento de silenciar la denuncia de sus artimañas. El escándalo judicial estalla a finales de 2012 por haber otorgado a espaldas de la entidad 26,6 millones de euros en un crédito a Gerardo Díaz Ferrán. La causa se amplió después a la compra del estadounidense City National Bank por los elevados costes y que generó 495 millones de pérdidas a Bankia -heredera de Caja Madrid-, motivó por el que ingresó en prisión. Los correos corporativos conocidos por la investigación judicial sacaron a la luz pública que mientras forzaba la colocación de hasta 3.000 millones en las polémicas preferentes que han volatilizado parte de los ahorros de sus clientes y por lo que aún hoy se le investiga, o maniobraba en un intento de interferir en la ley de cajas para perpetuarse en el cargo, cargaba contra su tarjeta opaca sus caprichos. Los emails también sacaron a luz fotos y datos sobre sus exóticas cacerías en Zambia o Namibia. El último episodio judicial lo vivió en enero pasado, cuando el fiscal Anticorrupción pidió cuatro años de cárcel y el pago de 8,5 millones por aprobar una subida salarial indebida a directivos.