Este 2020 estaba marcado para ser un año de celebraciones en Europa, aunque difícilmente se esperaba una vuelta de la victoria.Los europeos celebraron ayer el 75 aniversario del "Día de la Victoria", la derrota de los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Hoy es el turno para los 70 años de la declaración de Schuman, la génesis del proyecto europeo.Pero el año comenzó con acaloradas discusiones sobre las diferencias en el presupuesto plurianual de la UE. Las negociaciones con el Reino Unido, para acordar la futura relación, también auguraban un proceso complicado tras el primer divorcio en la familia comunitaria. Mientras, Europa parecía incapaz de volver a ganar talla frente un socio, Estados Unidos, cada vez más confrontacional, y una China que ya no camufla una descarada asertividad.El coronavirus Covid-19 sumó y amplificó todos los males. Desbarató de la noche a la mañana la hoja de ruta de un nuevo liderazgo de la UE que se estrenó con problemas. Frente a unos planes de futuro centrados en la agenda digital y el Pacto Verde, el virus nos empujó de vuelta al periodo más oscuro de batallas y penurias reservado para los libros de historia.El lenguaje bélico volvió a la primera línea para describir el combate contra el Covid-19. Una pandemia que empujó la economía europea a una caída libre nunca vista antes en tiempos de paz. Pero a pesar de que desde Madrid hasta Estocolmo, pasando por Bruselas o Berlin, todos coinciden en que la crisis no tiene precedente en la historia de nuestra Unión, la solidaridad entre los europeos cayó a nuevos mínimos. El rechazo a prestar ayuda a Italia y España cuando más lo necesitaron resultó difícil de digerir y será más complicado de olvidar.El mundo que conocimos se derrumba frente a nuestros ojos. Para el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, la pandemia "ha acabado de reventar" un orden multilateral que ya llevaba tiempo renqueando.En peligro el mercado únicoEn Europa, el coronavirus está poniendo en apuros el único activo que hasta ahora permanecía casi virgen a la cadena de crisis que golpea a la UE desde hace algo más de una década. La Gran Recesión casi hizo saltar por los aires el euro. La crisis migratoria infligió una herida casi mortal a nuestro espacio sin fronteras de Schengen. Y ahora el virus está degradando rápidamente el mercado único, para muchos la joya de la corona de la prosperidad europea.El mercado interior lleva tiempo incompleto, en áreas como los servicios y otros sectores. También es el caso de la unión monetaria, todavía coja sin una unión fiscal y una unión bancaria adecuada. Y al espacio Schengen todavía le falta una política común de migración y asilo.Sin embargo, Europa desperdició estos años sin apenas conseguir resultados en la mayoría de estos frentes. Ahora el coronavirus embiste a todos estos logros, poniendo en riesgo la existencia del proyecto europeo, según advirtió esta semana el comisario de Economía, Paolo Gentiloni.Las consecuencias para el mercado único podrían ser devastadoras para miles de empresas y millones de trabajadores en toda Europa.En los primeros compases de la crisis, Francia y Alemania ya impusieron restricciones a la exportación de material médico a sus socios de la UE. Además, las autoridades de medio continente restablecieron los controles fronterizos. Aunque la Comisión resolvió estos problemas, una amenaza más dañina está cogiendo envergadura. No todos los socios tienen las arcas igual de llenas para salvar a sus empresas. Alemania es responsable de más de la mitad de las ayudas estatales aprobadas por la Comisión. La situación podría empeorar más aún tras la aprobación ayer de la flexibilidad temporal adicional que dará Bruselas para recapitalizaciones y nacionalizaciones. Las inyecciones de dinero público llegan con condiciones, pero el debilitamiento de las normas beneficiará a los países que tienen las cuentas más saneadas. "Nos podemos cargar el mercado interno", advirtió Borrell.El Ejecutivo comunitario es consciente de estos peligros. Como parte del plan de recuperación que ultima, la Comisión está estudiando crear un nuevo escudo para proteger a las empresas solventes en países con finanzas más débiles. Pero los recursos deberían ser considerables para que el nuevo instrumento realmente pueda garantizar que no solo las firmas alemanas o nórdicas sobreviven a la pandemia.Los aniversarios son un terreno fértil para los discursos elevados y las buenas palabras. Así que el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, propuso ayer llamar a la estrategia de recuperación europea Plan De Gasperi, en honor de uno de los padres fundadores de la UE. El Plan Marshall, que utilizó con entusiasmo en días pasados ya no parece tan apropiado, en parte porque la ayuda americana tras la guerra llegó con estrictas condiciones.Dado que el virus amenaza nuestra salud y ha puesto a prueba a nuestras sociedades como nunca antes desde la Segunda Guerra Mundial, Michel fijó nuevos objetivos para Europa."Una sociedad solidaria, donde el bienestar individual y el bienestar colectivo son fundamentales el uno para el otro. Hagamos de este el nuevo horizonte de Europa, que sea a eso a lo que dirigimos nuestras energías", dijo con motivo de la conferencia sobre el estado de la Unión, organizado por el Instituto Universitario Europeo de Florencia. Europa lleva tiempo echando en falta una nueva narrativa, que relance un proyecto que da tumbos y con un sentido de unidad menguante. Pero en este momento de crisis existencial, la UE no necesita más eslóganes, sino ambición llevada a la práctica para salvar los logros conseguidos. Si no podemos profundizar la unión, al menos no desgarremos sus costuras.