El presidente catalán carece de apoyo interno y externo y puede ser inhabilitadoLa soledad política del presidente de la Generalitat, Quim Torra, es patente, aislado dentro de su propio partido, en tensión permanente con ERC, su socio en el Ejecutivo catalán, e incapaz de que el presidente Pedro Sánchez le devuelva las llamadas y misivas en las que reclama una reunión sobre la situación política en Cataluña. Mientras tanto, ERC sí que mantiene línea abierta con el Ejecutivo central -la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, está en contacto con su homólogo catalán, Pere Aragonès-, y el fin de semana los republicanos se citaron con los agentes económicos y sociales, a través de Roger Torrent como presidente del Parlament, algo que pilló por sorpresa y molestó sobremanera a JxCat, ya que se adelantó a las reuniones previstas por el Govern este lunes.Ante este escenario, ¿piensa Torra que el 155 es su mejor opción de retirada? ¿está el presidente catalán intentando forzar la intervención de la autonomía para finalizar su mandato como un mártir, en vez de como un fracasado en sus objetivos políticos?Torra afirma en público una y otra vez que no es el momento de convocar elecciones autonómicas, sino de "fortalecer" las instituciones catalanas, pero las formaciones independentistas no han logrado ni tan siquiera acordar una respuesta unitaria a la sentencia del Tribunal Supremo sobre el 1-O y el procés.Además, la aprobación de los presupuestos de la Generalitat para 2020 está en el aire, por falta de apoyos en el Parlament, algo inadmisible para la autonomía, que ya acumula dos prórrogas presupuestarias y funciona actualmente todavía con las cuentas prorrogadas de 2017. El único motivo por el que Torra está todavía al frente de la Generalitat es porque la oposición no suma mayoría para aplicarle una moción de censura -como ya se vio hace dos semanas, con la iniciativa fallida de Ciudadanos-, y porque ERC no puede romper abiertamente la alianza del Ejecutivo actual -pese al divorcio evidente- porque serían acusados de traicionar al independentismo desde las filas soberanistas. Con todo, van minando la legislatura desde dentro.Pero si Torra no desea el 155, no se entiende su exabrupto de la semana pasada, defendiendo en solitario, en su discurso contra la sentencia del 1-O en el Parlament, volver a realizar un referéndum y declaración de independencia esta legislatura. Explicó después que era una propuesta sobre la que buscar consensos, pero lo cierto es que la planteó sin consultarlo ni siquiera con JxCat ni ERC, y que más que una propuesta parece una provocación.Además, Torra se enfrentará el 18 de noviembre a una pena de inhabilitación de hasta un año y ocho meses, por presunto delito de desobediencia, al haberse negado a retirar dentro del plazo fijado por la Junta Electoral Central la simbología independentista de los edificios de la administración catalana en el periodo electoral de primavera.