Un dron, una aeronave no tripulada, alza el vuelo sobre una extensa superficie deforestada por un incendio. Su misión consiste en diseminar las 2.500 semillas que lleva consigo; son simientes de especies autóctonas, pregerminadas y encapsuladas junto con abono, enraizante, pesticidas o polímeros especiales para almacenar agua, al objeto de incrementar las posibilidades de supervivencia de las futuras plantas. En un solo día, el dron puede esparcir unas 25.000 unidades.Se trata de la actividad habitual de CO2 Revolution, una pequeña empresa española afincada en Madrid y Navarra, y especializada en la recuperación de ecosistemas, aplicando tecnología punta. Así, CO2 Revolution utiliza el análisis de datos a gran escala –el llamado Big Data– para seleccionar el tipo de especies más apropiadas con el fin de recuperar los ecosistemas degradados, tras analizar temperaturas, precipitaciones, características del suelo y datos similares. Luego prepara las semillas –una nuez va dentro de una cápsula de cuatro centímetros para que se entierre a la profundidad adecuada– y lanza el dron, con una programación de vuelo fijada por GPS, que tiene en cuenta la cartografía del terreno."Plantamos una hectárea en 20 minutos, mientras que una persona tarda dos semanas", comenta Javier Sánchez, socio de la compañía, fundada por Juan Carlos Sesma en 2016, antes de añadir que "según el terreno, tardamos y costamos de 10 a 50 veces menos que con métodos tradicionales".La empresa ha recibido varios premios –el último, el Generaccion al Emprendedor, de Deloitte, Raing y Cotec–, y está saltando a Latinoamérica, a México y Colombia, en busca de clientes; allí la reforestación es mucho más barata que en la seca España y hay más demanda de este tipo de proyectos por parte de empresas que quieren compensar sus emisiones de CO2 en los mercados voluntarios de carbono. Las expectativas de CO2 Revolution son muy ambiciosas, ya que aspira a plantar 10 millones de árboles en 10 años y absorber 500 millones de toneladas de CO2 anuales, el doble de las emisiones totales de España. De momento, está reforestando 1.500 hectáreas calcinadas por un incendio el año pasado en el Alto Tajo, donde ha sembrado un millón y medio de árboles y espera plantar otro tanto para acabar el trabajo. 55.000 hectáreas quemadasEsta semana han ardido 600 hectáreas de la Sierra de Guadarrama, en Madrid, un tercio de ellas dentro de los límites del Parque Nacional homónimo. Hasta finales de julio, los incendios forestales han quemado 55.000 hectáreas en España, según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (Mapa). Los datos son peores que en 2018 –el segundo mejor ejercicio desde que en 1961 se empezaron a registrar datos– y probablemente empeorarán, porque una gran parte del país está en alerta.España es, tras Portugal, el segundo Estado europeo más afectado por unos incendios forestales que cada vez son más virulentos, en buena medida por la falta de gestión de las masas arboladas y por el aumento de las temperaturas y la desertificación que conlleva el calentamiento global. De hecho, entre 2017 y 2018 los incendios han provocado 225 víctimas mortales entre Portugal, Grecia y España.El porcentaje de suelo forestal sujeto a instrumentos de ordenación en España ha pasado del 10,5 por ciento en 2009 al 16,5 por ciento en 2015, impulsado por la actividad de firmas con cultivos forestales, como Ence. Los últimos datos indican que hay un 11,3 por ciento de superficie arbolada certificada mediante los sistemas de gestión del Programa para el Reconocimiento de la Certificación Forestal y de Forest Stewardship Council (FSC). Pero este aumento de la gestión no está acompañada del aumento de la repoblación. Repoblado el 10% del paísEchando la vista atrás, España ha realizado una enorme tarea de repoblación forestal de tierras degradadas. Se estima en cinco millones de hectáreas –el 10 por ciento del territorio nacional–, la superficie repoblada en los 150 años transcurridos desde el inicio de las actuaciones, el 75 por ciento de las cuales ha tenido un objetivo eminentemente protector.Sin embargo, los datos del Mapa revelan una disminución de la tendencia desde el inicio de la década, que se ahonda durante los años de la crisis, y un cambio en el tipo de actuación, desde el arbolado de tierras agrícolas abandonadas –que prácticamente ha desaparecido– y las repoblaciones protectoras, hasta las repoblaciones productoras, que a-hora predominan. La disminución respon- de al freno de la inversión pública y a que la iniciativa privada no encuentra rentabilidad a corto plazo en las explotaciones forestales. La situación empieza a cambiar muy tímidamente, por el citado interés en los bosques como sumideros de carbono: un árbol puede absorber hasta 150 kilos de CO2 en 40 años, además de generar oxígeno, y las grandes empresas se interesan en ello por responsabilidad corporativa.Compensación de CO2Así, en el Registro de huella de carbono, compensación y proyectos de absorción de CO2 del Ministerio para la Transición Ecológica, creado en 2014, ya aparece un ramillete de compañías con proyectos de compensación en España.La tercera sección del Registro está destinada a ellos, con dos apartados, uno para los proyectos de absorción en marcha en los que pueden participar los interesados, y otro con la relación de las organizaciones que ya participan en un proyecto. Aquí se contabilizan 3.537 toneladas de CO2 retiradas, mediante 28 proyectos de absorción, a los que contribuyen 30 entidades, entre las que encontramos Caixabank, Grupo OHL, la Fundación Aquae, Eulen, Endesa, Bankia, Eurofred, Sanitas, Meliá, Ayuntamiento de Valladolid... Sin embargo, los proyectos son muy pequeños; el más grande, de unas 150 hectáreas –a mucha distancia del siguiente–, es, precisamente, de CO2 Revolution.