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Tiwi: "Diseñamos gafas de sol exclusivas pero a precios bajos"

    Guillermo Casar, fundador y director creativo de Tiwi. <i>Imagen de Elisa Senra</i>

    Víctor Barahona

    El jovencísimo emprendedor Guillermo Casar cuenta que dio a luz a su firma de gafas de sol, Tiwi, gracias a un viaje por Tánger. "Nos fuimos en plan mochileros y una señora nos abrió su casa. Nos dijo que hacía mucho que no salía porque tenía fotofobia. Le regalé mis gafas de sol y le cambié la vida", explica.

    "Entonces, empezamos a buscar ONG con las que colaborar". Posteriormente, el joven, antes de lanzar el producto, decidió recabar opiniones de amigos que vivían en diferentes continentes. "Nos reuníamos por Skype", cuenta, y así sus ideas seguían viajando.

    No es de extrañar, pues, que la sensación catártica de recorrer el mundo haya inspirado a Casar en todos los aspectos, desde el nombre de la marca, que hace referencia a unas islas australianas -Tiwi, islas del encanto-, hasta la denominación de cada uno de los modelos de gafa que comercializa. "Decidimos ponerles nombres de planetas, pero en francés (homenajeando a uno de sus amigos que participaba en aquellas conversaciones)".

    Casar, que también estuvo estudiando en Niza y trabajando en Milán, quiere que sean ahora sus gafas las que empiecen a viajar y, por ello, apuesta de forma férrea por la internacionalización. Una actividad frenética que se une al lanzamiento reciente de su primera línea de gafas graduadas.

    En cuanto lanzaron el producto -hace tres años- participaron en la Madrid Fashion Week.

    Sí, salimos en el desfile de la diseñadora Pol, y se empezó a hablar de nosotros. A los dos meses, ya se nos había acabado todo el stock.

    Han pasado de vender sólo en web a colocar su producto en más de cien puntos de venta.

    A los tres meses de empezar, nos llamó una óptica española porque les interesaba tenerlas. Como yo tenía muy claro donde quería posicionar el producto, empecé a seleccionar las tiendas. Si no me gusta un establecimiento, digo que no. Aunque sea una forma muy rápida de crecer, me he negado, por ejemplo, a entrar en grandes cadenas, pues queman las marcas y generan mucha guerra de precios.

    También han iniciado un proceso de internacionalización, ¿no es así?

    Es lo que más nos está costando, porque no tenemos suficiente financiación. Tenemos más demanda de lo que nosotros podemos ofrecer. De momento, estamos en México y en Francia, y hemos empezado a mandar gafas a Argentina. Ahora estamos negociando con Portugal, donde vamos a comenzar a trabajar ya, y Colombia.

    ¿Por qué consideran que las gafas de sol son una de las prendas que más personalidad denotan?

    Es como la mirada. Yo creo que es una cosa verdaderamente personal. Veníamos de una época en la que salía un modelo y todo el mundo lo llevaba. Queríamos cambiar eso y fuimos un poco más allá; así surgió la idea de la personalización.

    ¿En qué consiste?

    El cliente elige la forma, el color de la montura, del cristal, el cordón y, por último, lo que más gusta: que pueden poner sus iniciales, su nombre o incluso una frase. Todas las firmas de gafas de sol tienen su propia marca en la patilla. Yo me negaba. Vamos a dejar que el protagonista sea la persona que las lleva.

    Las redes sociales han sido su principal canal de promoción.

    Nosotros apostamos muy fuerte por Instagram, porque es una red muy visual. Nos dimos a conocer a través de la gente influyente de la red. Les presentamos el producto, les encantaba y subían fotos... Ha sido un trampolín enorme. De hecho, la última novedad de nuestra estrategia de marketing digital ha sido la incorporación de la modelo Jessica Goicoechea, con quien hemos lanzado su propia colección para la marca.

    ¿Cuál es su público objetivo?

    Gente que sigue las últimas tendencias, que le gusta la diferencia, en vez de lo que lleva todo el mundo.

    Si la marca continúa creciendo, quizás deja de ser tan exclusiva.

    Optaríamos por renovar el diseño. Dentro del low cost, queremos ir a la última. Cuando Yves Saint Laurent hace un desfile y saca una prenda exclusiva, la gente la quiere. Nosotros queremos hacer lo mismo, pero con una gafa de precio asequible. Los colores que utilizamos, a primera vista, pueden parecer difíciles de llevar, pero como nuestro producto cuesta entre 60 y 70 euros, la gente se atreve a probarlo. Si fueran 300 euros, quizás no se arriesgarían.