Mas y Rajoy, dos hombres en una ratonera incapaces de arreglar el embrollo catalán
Carmen Obregón
Y ahora, ¿qué ocurrirá? ¿Qué sucederá tras este 27S que ha arrojado unos resultados fraccionados en dos bandos, entre los partidarios a la secesión de Cataluña y los que no? Rajoy como Mas, son los grandes perdedores. Los dos se han jugado mucho y lo han perdido. Y ahora puede que transiten por los últimos minutos de su carrera política. Cuando menos es Mas, pero sin Mas.
A partir de hoy, Artur Mas tendrá que afanarse en reconvenir el apoyo imprescindible de la CUP. Habrá de convencer a sus convergentes, y tendrá que entusiasmar a ERC de formar un gobierno tutelado al milímetro por una formación antisistema, alejada a todas luces de los postulados conservadores de los hombres y mujeres de Artur Mas.
El reparto de sillas se torna complicado. El problema del presidente en funciones de la Generalitat no es baladí. Se juega su supervivencia y la continuidad de su partido. Desde este domingo, su carrera política se difumina. Pero no es el único político amortizado por estos comicios. Rajoy es el otro gran líder, que haga la lectura que haga este lunes de los resultados, ha quedado tocado y hundido de cara a las elecciones generales.
Una carrera de desaciertos
Mas y Rajoy se equivocaron a la hora de plantear estas últimas elecciones. El uno y el otro se han metido en una ratonera de la que será difícil salir con vida. Los dos equivocaron su táctica de campaña. El político catalán se escondió bajo unas siglas unitarias con su eterno contrincante republicano, forzó el discurso plebiscitario y soberanista, despojó de contenido su programa de gobierno y hoy se ve abocado a depender de las bases de un partido que lo repudia por sus casos de corrupción y por pertenecer a la derecha burguesa más rancia de Cataluña.
Rajoy tampoco ha acertado con su marketing político, por mucho que insista en que él no es quien diseña las consignas de campaña. Su inmovilismo tras la celebración de la consulta soberanista del 9N desquició a no pocos de sus afiliados y simpatizantes, incluidos destacados dirigentes de su partido. El mensaje del miedo ha cosechado más rechazos que apoyos. En el último minuto ha propiciado el cambio de candidato, a dedo. También a última hora ha echado mano del sustento de los líderes internacionales. Ni siquiera se ha estudiado los contenidos y argumentarios de esta improvisada campaña.
Entrevistado por Carlos Alsina en Onda Cero, Rajoy no supo explicar la pérdida de nacionalidad de los catalanes en el caso de que fuera real la independencia. Además, ha elegido a un ministro poco querido en Cataluña para debatir contra el paciente y empático Oriol Junqueras, en una emisora de televisión próxima al independentismo. Para colmo y cúmulo de mayores despropósitos, ha quitado a su flamante candidato toda la iniciativa electoral, arrinconándolo a un mero guiñol arrojadizo contra el 'mensaje amigo' de Ciudadanos, quien por cierto, con un lenguaje parecido en el contenido, pero diametralmente opuesto en las formas, ha cosechado el mayor triunfo de las urnas.
Rajoy y Mas están tocados. A estas horas quizás transitan por los últimos minutos de su carrera política. Estos resultados no les legitiman para abanderar proyectos de envergadura, y desde luego para encontrar una solución a la actual situación catalana. El PP ha sacado peores resultados que en las elecciones municipales; Ciudadanos le ha robado más de 200.000 votos; y Mas, por su parte, se ha dejado unos cuantos escaños por el camino, sin todavía aclarar el escandaloso 3%. Y ni siquiera el apaño con ERC ha salvado su cuestionado expediente en esta victoria agridulce.
Reflexiones de resaca
Este lunes de resaca, uno y otro harán amagos de reflexión ante sus partidos, de debates estériles y tardíos en los que muy pocos dirigentes políticos o ninguno se atreverán a entrar de lleno. Los dos saben que lo único de lo que no disponen es de tiempo. El tiempo de liderazgo se ha ido consumiendo para ellos. Rajoy comparece este lunes a las 13.30h.
Da igual el balance que ahora hagan, resultará sesgado e inclinado a sus intereses. Y el reloj corre, mientras ninguno de los dos parece ser consciente de la gran responsabilidad de sus acciones durante todos estos años y de las pocas, cada vez menos adhesiones que a estas alturas recolectan. Así que hoy, como ayer, nos encontramos en el mismo punto de partida: con una Cataluña enfrentada y dividida, y con unos nacionalistas trabajando sin demora por su hoja de ruta. Ahora ya no valen los mensajes ponderados del cumplimiento de la ley acuñados por el Partido Popular. Se da por hecho que la ley ha de cumplirse. Tampoco es válida la rebeldía soberanista. El problema está enquistado y la herida de la vieja política, como acuñó ayer Rivera, se ha trasladado a sus partidos y cunde entre sus afiliados... Las urnas dirán muy pronto hasta dónde. Reacciones a los resultados del 27S.