Elecciones Autonómicas-Municipales 2015

Los barones territoriales de Podemos no son de Podemos

    Iglesias, reunido con los 'barones' de Podemos. <i>Imagen: EFE</i>

    Borja Ventura

    La nueva política no tiene barones ni baronesas, al menos no de momento. Dos semanas después de las elecciones municipales y autonómicas que tanto han cambiado el panorama político patrio, y pocos días antes de que se constituyan los ayuntamientos, las dos fuerzas emergentes del momento se han quedado con un regusto agridulce en la boca.

    Tanto Ciudadanos como Podemos lograron un resultado que no hubieran soñado un año atrás, pero mucho peor de lo que auguraban las encuestas hace apenas unos meses. Ambas fuerzas son necesarias en muchas plazas para desbloquear corporaciones fragmentadas, pero en contadas ocasiones son realmente las protagonistas.

    A decir verdad, no se puede hablar igual de ambas. Por una parte, Ciudadanos ha tenido resultados mucho peores, pero cuenta con la ventaja (y el potencial riesgo) de que puede pactar tanto a izquierda como a derecha, aunque casi todos dan por sentado que apoyará antes al PP que al PSOE. Por otra parte, Podemos no se ha presentado per se a las elecciones municipales, sino que ha sido la argamasa para unificar a formaciones sociales, partidos y colectivos situados a la izquierda de los socialistas, así que sus resultados no pueden medirse con la misma efectividad de lo que se podrá hacer cuando lleguen las generales.

    Con esas salvedades el panorama pinta arriesgado para ambos. En Europa abundan los ejemplos de formaciones que hicieron de bisagra, como Ciudadanos, y acabaron fagocitados -desde los socialdemócratas alemanes a los liberaldemócratas británicos-. ¿Y Podemos? Las llamadas 'confluencias' han demostrado ser un modelo de éxito, pero han traído consigo una arriesgada situación: casi ninguno de los nuevos barones y baronesas territoriales salidos de esas candidaturas de unidad popular están integrados en las filas de Podemos.

    Ni autonomías, ni diputaciones

    Porque donde Podemos se presentaba a en las elecciones autonómicas, y ahí el resultado ha sido bueno, pero con matices. De los trece comicios, la formación puede ser determinante en seis (Andalucía -con Teresa Rodríguez-,

    Aragón -con Pablo Echenique-, Asturias -con Emilio León-, Baleares -con Alberto Jarabo-, Castilla-La Mancha -con José García Molina- y Navarra -con Laura Pérez-), pero en ninguno de los casos con opción de gobernar porque no han sido capaces de ser segunda fuerza política.

    Otra consecuencia de su estrategia ha sido que la formación de Pablo Iglesias no tendrá apenas presencia en unas diputaciones provinciales que siguen repartiéndose populares y socialistas. Estos órganos son los que, al final, reparten el dinero público, con lo que tienen una importancia estratégica clave en la política... al menos en la vieja política.

    Así las cosas, el poder de las confluencias está en las ciudades, y ahí destacan tres áreas geográficas nada desdeñables, como son Madrid, Barcelona y A Coruña.

    En la capital mucho se ha hablado ya de Manuela

    Carmena, y ella misma se ha esforzado por destacar que no es parte de Podemos. Sin embargo, ella no es la única pieza del tablero en el corazón del país: importantes núcleos aledaños, como Leganés o Pinto serán gobernados por 'confluencias', al quedar Leganemos y Ganemos Pinto como segundas fuerzas por detrás del PP.

    Así, los alcaldes pasarán a ser Fran Muñoz -un trabajador de Alcampo que hace medio año disputaba las primarias de IU en la localidad- y Rafael Sánchez -un ingeniero técnico industrial que trabaja para Telefónica y viene de una formación llamada Movimiento de Izquierda Alternativa-. Ninguno de los tres, por tanto, estaría bajo control de Pablo Iglesias.

    En Barcelona sucede algo similar con Ada Colau, que

    encabeza Barcelona en Comú tras lanzarse a la política por su papel en la PAH y el activismo callejero. El panorama catalán, mucho más fragmentado que en el resto de España, el éxito de estas confluencias de izquierda ha sido debilitado por la erosión de otras fuerzas nacionalistas de signo similar.

    Sólo hay otro caso de núcleo importante, Badalona, en el que se ha dado una amalgama de partidos, en este caso para desalojar al polémico alcalde Albiol. Allí será Dolors

    Sabater, profesora de secundaria y vinculada al Òmnium Cultural (de signo marcadamente nacionalista) la nueva alcaldesa, gracias al éxito de la plataforma Guanyem Badalona en Comú, pero también a los apoyos de socialistas y soberanistas (ERC y las CUP).

    En A Coruña capital, más de lo mismo. La Marea Atlántica se ha hecho con la alcaldía de la ciudad a los mandos de Xulio Ferreiro, juez y profesor de Derecho, sindicalista y

    cercano al ámbito nacionalista del BNG, aunque sin responsabilidades políticas hasta la fecha. En Santiago también consiguieron ser los más votados como Compostela Abierta, liderada por Martiño Noriega, exalcalde de Teo y líder de Anova, una escisión del BNG liderada por Xose Manuel Beiras.

    En otros núcleos destacados se repite el esquema. En Zaragoza Pedro Santisteve, vinculado al trabajo social penitenciario, logró el segundo mejor resultado

    de las elecciones desde Zaragoza en Común siendo compañero de ticket de un peso pesado de Podemos como es Echenique. En la localidad balear de Mahón la ecologista Conxa Juanlona logró también ser la segunda candidata más votada

    Sólo hay una excepción a esta norma: el cabeza de lista de

    Por Cádiz sí se puede, a la postre segundo en las elecciones, es José María González 'Kichi', vinculado a la creación de Podemos en Cádiz y, además, pareja sentimental de la baronesa autonómica Teresa Rodríguez.

    El Senado, una primera prueba

    Tener barones sin vara de mando en las autonomías e importantes líderes municipales que no responden a tus órdenes, ¿es bueno o malo? Es peligroso. Es peligroso porque uno de los retos que enfrenta Podemos es el de mostrar más liderazgos y más formas de gestión que la de un Pablo Iglesias que, quemado por la exposición mediática, acabó delegando su presencia en medios a otros compañeros de siglas. Pero es, a la vez, una oportunidad: hacer de Podemos un vehículo para unificar sensibilidades de izquierda y, a la vez, fagocitarlas a su causa. Es algo que al PP o a la izquierda abertzale les ha funcionado bien hasta la fecha, y podría ser el modelo de Podemos.

    La primera prueba de fuego se verá en breve, cuando se acuerden los gobiernos autonómicos en Andalucía, Comunidad de Madrid y Comunidad Valenciana y se tengan que designar nuevos senadores. Si no hay giros sorprendentes, tanto a Podemos como a Ciudadanos les corresponderán tres nombramientos. Y no es que el Senado sea una cámara con gran peso político, pero no dejará de ser la primera puesta de largo oficial de ambas formaciones en la política nacional, así que quiénes sean designados (y de dónde vengan, en el caso de Podemos) será una buena piedra de toque para medir las estrategias de cara a las generales y la próxima legislatura.