Editoriales
La economía catalana, en jaque
elEconomista.es
Hoy ha terminado el plazo para que la Generalitat vuelva a cumplir las leyes y es imposible ser optimista. Con todo, la aplicación del artículo 155 (tras aprobarse en el Senado) puede demorarse aún varios días, un plazo que el Gobierno parece dispuesto a aprovechar para ver si se producen movimientos en el bando secesionista, especialmente un adelanto electoral.
La incertidumbre, por tanto, no se disipa y es difícil tener certezas. Sin embargo, resulta posible afirmar que las economías española y catalana han recibido un fuerte golpe. En el primer caso, la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIReF) vaticinó una brusca desaceleración del PIB, hasta el 1,5%, en 2018.
Por su parte, en el caso de Cataluña la ralentización es una realidad ya comprobable en los más recientes indicadores del Idescat, el INE catalán. Así, no es habitual que, en plena recuperación económica, la demanda eléctrica industrial caiga casi un punto en septiembre (frente al avance del 5% de hace un año). En el mismo mes, la matriculación de vehículos industriales mengua casi un 9%, que contrasta con el avance del 4% en el resto de España.
La evolución también es muy negativa en cuanto a la llegada de la inversión foránea. En suma, son múltiples los síntomas de que el conjunto de la economía catalana fue puesta en jaque por el procés. Las empresas con capacidad para trasladar sus sedes ya tomaron conciencia y prosigue el éxodo (ya suman más de 800). Ahora bien, si el daño continúa, los próximos pasos pueden ser el traslado de centros de producción, el cierre de sociedades y la destrucción de empleos.