Ataque intolerable a Uber y Cabify
elEconomista.es
La huelga de taxistas que se desarrolla en Málaga en los últimos días ha ofrecido lamentables imágenes de miembros de ese gremio, causando daños en vehículos pertenecientes a Uber o Cabify, e incluso agrediendo a sus conductores. La gravedad de estos actos se acrecienta si se considera que no constituyen hechos aislados.
Muy al contrario, la patronal de vehículos de transporte con conductor (VTC) denuncia que los ataques afectan a toda la flota de ambas empresas y que son una constante desde el pasado mes de abril. No es casual que fuera entonces cuando los taxistas de Madrid convocaron una huelga contra Uber y Cabify, que dio aliento a una protesta del colectivo que, con mayor o menor intensidad, se extiende por toda España.
El origen de las protestas es la "competencia desleal" que el sector del taxi atribuye a estos nuevos actores, argumentando que ofrecen el mismo servicio, amparados por unas licencias menos exigentes desde todos los puntos de vista (revisiones técnicas, delimitación de paradas, horas de trabajo...).
En esas circunstancias, las reivindicaciones legítimas del taxi deberían orientarse hacia una plena liberalización del sector del transporte con conductor, que les permita competir en igualdad de condiciones. Al tiempo, debe garantizarse que Uber y Cabify cumplan con todas las normas laborales y fiscales que rigen en España.
Por el contrario, lo que está completamente fuera de lugar es el propósito de coaccionar a los nuevos competidores para que se retiren del mercado. El tipo de servicio que estas empresas ofrecen vino para quedarse, porque así lo quieren los consumidores; por ello todo ataque o boicot al libre ejercicio de de sus actividades resulta intolerable.