Editoriales

Evitemos una parálisis presupuestaria


    elEconomista.es

    Desde el inicio de 2017, el panorama político no ha dejado de complicarse para la aprobación de unos nuevos Presupuestos Generales. Abrir camino, siquiera con la abstención, a unas cuentas elaboradas por el Gobierno de Mariano Rajoy se ha convertido en una posición muy comprometida para cualquier aspirante a liderar el PSOE, especialmente desde que Pedro Sánchez anunció que concurrirá a las primarias.

    El calendario tampoco ayuda, ya que las normas europeas reclaman que en julio esté listo el techo de gasto de los Presupuestos de 2018. Con todo, pese a esos apuros, el Gobierno juega fuerte en favor de la aprobación de las Cuentas de 2017. De hecho, planea presentar el proyecto de ley en marzo y sitúa junio (el mes de las primarias socialistas) como el tope para lograr su aprobación.

    Si no se logra, el Ejecutivo está dispuesto a adelantar las elecciones. Esta muestra de firmeza tiene justificación. Resignarse a no aprobar unos Presupuestos equivale para cualquier Gobierno a un síntoma de dejación de funciones. En un año como 2017, el descrédito de España ante sus socios europeos y los mercados puede ser incluso mayor. No en vano nuestro país aún debe afrontar el importante compromiso de bajar su déficit público desde el 4,6% al 3,1% y la ausencia de unas nuevas cuentas, pese a que el techo de gasto esté aprobado, reduce notablemente el margen de acción del Ejecutivo para lograr ese objetivo.

    No hay duda de que un adelanto electoral constituye un escenario incierto e indeseado, pero es responsabilidad del PSOE evitarlo y, tras la tregua para definir su liderazgo, permitir que el Gobierno supere la parálisis presupuestaria y pueda diseñar su política económica.