El pernicioso ataque a las sicavs
elEconomista.es
Las sociedades de inversión de capital variable (sicavs) van camino de cerrar un annus horribilis, en el que el número de nuevos vehículos de este tipo registrados ha caído un 89 por ciento respecto a 2015. El ambiente de permanente campaña electoral que caracteriza a 2016 ha hecho que salga políticamente muy rentable atacarlos. Pero, además, las amenazas se han convertido en hechos.
Así, esta semana se aprobó la proposición no de Ley que exige a cada accionista que tenga una participación mínima del 0,55 por ciento en la sociedad. El PP impulsó la medida (a la que se han sumado PSOE, Ciudadanos y Podemos) argumentando que así se evita que unos pocos controlen la sicav, mientras la mayoría de los accionistas son meros figurantes o mariachis.
Se trata de un objetivo razonable, pero el método elegido para abordarlo inflige un grave perjuicio a estos vehículos, pues eleva de forma desproporcionada las barreras para entrar en ellos. Actualmente, basta con pagar 9,88 euros para adquirir una acción de una sicav. Con el cambio legislativo, sin embargo, el acceso al accionariado requerirá desembolsar más de 55.000 euros (el 0,55 por ciento del patrimonio medio que manejan). Constituye una falacia defender que estas sociedades sólo interesan a grandes patrimonios.
Muy al contrario, son muchos los pequeños ahorradores que, en los últimos años, vieron en ellas una opción para obtener rentabilidad real. Urge, por tanto, acabar con ese mito y también con los que defienden que las sicavs son opacas (pese a que cotizan en el MAB) o privilegiadas fiscalmente (cuando tributan igual que los fondos de inversión). Sólo así se pondrá fin a unos ataques políticos que amenazan con hacer desaparecer estos vehículos del mercado español.