Editoriales

Vía hacia una Cataluña más pobre


    elEconomista.es

    "Un Estado que pone en peligro la salud y la vida de la gente es un Estado fallido": con estas palabras el cabeza de lista de Junts pel Sí, Raül Romeva, defendía ayer la declaración independentista que el Parlament catalán aprobó por 72 votos a favor y 63 en contra. Romeva quería identificar así la desconexión con respecto al resto de España con una cuestión de aumento del bienestar ciudadano, ahora impedido por una Administración ineficiente de recursos que Cataluña sufre. Es una muestra más del propósito del independentismo por justificar su deriva invocando el carácter marcadamente social de la hipotética Cataluña separada. También se aplicaron a ello, la semana pasada, los radicales de la CUP y el aún presidente en funciones Artur Mas, al situarse al frente de un nuevo plan económico para garantizar todos los derechos relacionados con la vivienda, la energía, la educación o la sanidad.

    Pero la manera en que dicho plan atenta contra las bases más fundamentales de la lógica económica demuestra su mero carácter propagandístico. Resulta insostenible prometer una Seguridad Social reforzada cuando Cataluña no ingresa lo suficiente por cotizaciones como para pagar por sí sola las pensiones, y debe recurrir a la caja única del sistema. Del mismo modo, resulta ilusorio que una Cataluña fuera del euro, con su calificación crediticia aún más derrumbada, se hallara en condiciones de aliviar el lastre de su deuda renegociando con la "banca residente".

    El supuesto plan social al que un Mas ya políticamente desahuciado se aferra, para lograr el apoyo que la CUP no le presta, es paradójocamente la vía más rápida hacia una Cataluña todavía más perjudicada económicamente.