Editoriales
La complacencia amenaza al PP
elEconomista.es
El mapa político que han dibujado las últimas elecciones ha estado lejos de provocar un terremoto en los mercados; de hecho, el Ibex 35 mantuvo ayer su tendencia alcista, tras la ruptura de resistencias del viernes, y se apuntó un avance del 0,29%.
Es una reacción coherente tras unos comicios que, ante todo, se traducen en continuismo del PSOE, pese a que Susana Díaz ha obtenido los peores resultados de la historia del socialismo andaluz, con un 35,5% de los votos. Además, el populismo se ha dado un baño de realidad que reduce la capacidad de Podemos a reeditar los registros de los mejores años de IU.
¿De dónde saca el optimismo?
La tranquilidad también domina en Génova, aun cuando el PP fue el gran perdedor del 22-M. El propio presidente Mariano Rajoy defiende que la pérdida histórica de escaños era esperable y que el proverbial inmovilismo andaluz impide extrapolar los resultados del pasado domingo a las elecciones generales de, previsiblemente, noviembre próximo. Para entonces, será más patente, según el jefe del Ejecutivo, que 2015 será el "año del despegue", tal y como lo calificó en la navidad pasada.
El balance de Rajoy corre el riesgo de pecar de optimista en la medida en que todo 2014 estuvo llamado a ser el "año de la recuperación", pero la apreciación de los votantes en absoluto sintonizó con ese juicio en Andalucía. Cierto que en esta última región son amplias las peculiaridades, pero ese hecho no oculta el retroceso popular en otras áreas clave: el PP catalán se arriesga a desaparecer; en su tradicional feudo valenciano sus perspectivas son inciertas y las amplias mayorías de Madrid tienen visos de no repetirse. Ante este panorama, la complacencia ante los errores es la peor estrategia para Rajoy y su equipo.