Editoriales

La deuda amenaza la recuperación



    La deuda pública española superará a finales de 2015 el cien por cien del PIB. Entrará así este año nuestro país, junto con Francia, en el club de la eurozona donde ya figuran Grecia, Portugal, Irlanda, Italia, Bélgica y Chipre. El peligro de un elevado pasivo público (in crescendo en el caso de España) es que puede ralentizar la senda de la recuperación de los países más afectados y gravar la carga de la deuda conjunta, más si se tienen en cuenta las bajas tasas de inflación.

    El hecho de que España se esté financiando en los mercados a unos tipos históricamente reducidos, y que el descenso de la prima de riesgo haya reportado un alivio en 2014, de más de 18.000 millones de euros, no debe hacer olvidar el grave desequilibrio que supone un elevado pasivo público y la necesidad de acometer reformas para atajarlo.

    Son muchos los expertos que señalan el problema de la deuda pública como uno de los lastres para consolidar la recuperación en Europa. No en vano, precisamente el elevado pasivo público y su impacto en los balances bancarios fue uno de los gérmenes de la crisis más difíciles de disolver por parte de las autoridades europeas, las mismas que ahora se enfrentan a un Gobierno heleno que pide una moratoria. Atenas percibe como insostenible su 175% de deuda sobre PIB y solicita renegociar los términos de su rescate así como un plazo de carencia para atender los compromisos de su elevado pasivo. La única vía para que no se genere un riesgo moral trasladable a otros países de Europa o un desincentivo a cumplir con la ortodoxia es que cualquier eventual concesión de ese tipo se haga bajo el estricto requisito de que Grecia cumpla los ajustes y reformas marcados.