Tiempo de ganar poder adquisitivo
Durante años, a la hora de conocer el comportamiento de la inflación en España, tan importante como la variación anual del IPC resultaba el diferencial con respecto al resto de la zona del euro. Esta variable llegó a situarse por encima del 1%, lo que implicaba que, ejercicio tras ejercicio, nuestro país presentaba una evolución de los precios anormal, que arrojaba una inflación notablemente más alta que los países de nuestro entorno.
La crisis contribuyó a corregir esa disfunción de una forma brusca, mediante la profunda caída de la actividad y las ganancias de competitividad por la vía del ajuste de salarios. En la segunda mitad de 2014, ese proceso se ha visto acelerado por los mínimos históricos del precio del petróleo, hasta el punto de que el IPC español lleva cinco meses seguidos bajo cero. Es una situación atípica, que propicia la aún más inhabitual de que las tarifas de los servicios públicos de transporte, butano o tasas aéreas se congelen.
Es más, en algunos ámbitos como el propio de los combustibles, sería esperable no ya el estancamiento de precios, sino su bajada, sin temor a una deflación, que los expertos, de momento, descartan. A ello se suma el acierto de determinadas decisiones políticas. Es el caso del control del déficit de tarifa en 2014, que permite al Gobierno no elevar la parte regulada del recibo eléctrico en el próximo ejercicio. Son factores que hacen posibles ganancias notables de poder adquisitivo, si se combinan con elevaciones moderadas de los sueldos, como el 0,5% aplicado al salario mínimo, que no comprometen las ganancias de competitividad e incluso pueden reanimar el IPC, para que vuelva a niveles positivos (y más confiables).