Editorial: Draghi, sin medidas ortodoxas
Muy pocos apostaban por que Mario Draghi fuera a bajar ayer los tipos de interés, pero lo hizo. Por eso la decisión de llevarlos al 0,25%, que marcó un mínimo histórico, causó gran sorpresa. Los mercados reaccionaron con importantes subidas, que se dieron la vuelta en cuanto al otro lado del Atlántico se supo que el PIB y el paro de EEUU se comportaban mejor de lo esperado y ello podría poner en marcha la reducción de la inyección mensual de liquidez de la Fed. Pero el comportamiento de las bolsas era ayer una noticia secundaria, el interés estaba en las palabras de Draghi y a qué respondía su decisión. La respuesta es inflación.
El comportamiento de los precios en octubre indica una tendencia a la baja, que de prolongarse puede tener un efecto muy negativo sobre la recuperación en la Eurozona y especialmente en los países periféricos como España. Una inflación cero se comería los beneficios de las empresas, incrementaría la deuda soberana y podría conducir a Europa a una década perdida, similar a la que vivió Japón. Draghi también bajó tipos para restarle fuerza al euro, porque si no perjudicará a las exportaciones del continente. El sector exterior es lo único que funciona en países como España y la apreciación de la moneda única afecta gravemente a nuestra competitividad y a la del resto de vecinos europeos.
¿Por cuánto tiempo surtirá efecto la bajada de tipos? Esa es la clave. A Draghi sólo le queda una bala en la recámara de las medidas ortodoxas, hasta llegar a un tipo cero. Si el paro continúa presionando a la baja sobre los salarios y sobre el consumo y sigue sin fluir el crédito, el BCE puede verse obligado a utilizar otras herramientas como ya han hecho la Fed y el Banco de Japón.